El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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lunes, 3 de octubre de 2022

El pan nuestro de cada día

 


Capítulo X. Parte 3. Novela "Ocurrió en Lima"        

        Sentados en el mismo sofá, en el que, no hacía mucho, había tenido las espectaculares visiones de otras vidas pasadas y de la progresión de esta misma vida, y con un té bien caliente ante nosotros, comenzó Diana a relatarme su historia.

Era una historia como tantas, una triste historia de amor y desamor. Con veintinueve años de edad, acababa de romper una relación de tres años con el que parecía ser el gran amor de su vida y que, por boca de su pareja, eran la media naranja una del otro, eran la complementación perfecta.

Pero parece que el gran amor y la perfecta complementación, no llegó a durar más de seis meses. A partir de entonces las risas se tornaron en lágrimas, el amor en desconfianza, en críticas y en silencios. Durante dos años y medio ambos pasaban del amor al desamor con una facilidad pasmosa. Nunca hubo engaños con personas ajenas a la pareja. El único engaño era el que cada miembro de la pareja se hacía a sí mismo intentando salvar una relación que era insalvable.

Después de muchos intentos, decidieron de mutuo acuerdo, seguir cada uno su vida por separado y hoy, fue el día que llevaron a efecto su decisión.

Pero sea por decisión propia, de mutuo acuerdo, o por decisión de la otra parte, es duro. Hasta duele físicamente.

-    Recuerdas cuando te dije que al cuerpo le envuelven varias capas de energía que forman el aura de la persona.

Era la voz de Ángel, pero ¿cómo podía ser?

-    Como ahora ya sabes quién soy puedo hablarte sin esperar a encontrarnos. Y quiero aprovechar el sufrimiento de Diana, para que entiendas la razón de su dolor, que es el mismo que tú sentiste con la ruptura de tu pareja y el que sienten todas las parejas cuando se separan.

>> Cuando dos personas se unen para formar una pareja se forma un aura común, independiente de sus auras individuales. Y, además, se establece una conexión entre sus chakras.

-    No sé qué son los chakras –era la primera vez que escuchaba esa palabra.

-    Los chakras son centros de energía que se encuentran en el aura. Hay cientos de chakras, pero algunos son más importantes, por su tamaño y por el trabajo que realizan.

>> La función de los chakras es expulsar la energía gastada, sucia y enferma del aura de la persona y, a su vez, proveerla de nueva energía. El chakra es como un embudo con la parte delgada hacia el cuerpo y funciona como un remolino, dando vueltas a izquierda y derecha. Cuando gira a la izquierda expulsa la energía y cuando lo hace a la derecha la recibe.

>> Los chakras más importantes, los que se denominan chakras mayores, se encuentran a lo largo de la columna, que es coincidente con el canal central energético que se llama sushamna. Desde la base de la columna hasta la coronilla están repartidos esos chakras.

>> Pues bien estos chakras se encuentran unidos entre los dos miembros de la pareja. Si pudieras verlo sería como una cuerda, que en este caso es energética.

>> Cuando se separa la pareja, esa conexión se rompe y duele. Y va a doler hasta que la parte de la conexión rota en cada uno se repare y esa energía sea absorbida por el chakra correspondiente. Ese proceso puede durar un día, una semana, un mes, un año o muchos años, depende de la fortaleza mental y espiritual de la persona.

>> Por esa razón Diana se siente tan sola y desconsolada, porque está sintiendo las emociones más negativas de cada chakra.

>> Antay lo estás haciendo bien.

viernes, 30 de septiembre de 2022

Una nueva vecina

 


Capítulo X. Parte 2. Novela "Ocurrió en Lima"

La nueva vecina debía ser de la puerta izquierda. El departamento estaba vacío desde hacía más de un año. Ahora entiendo el movimiento y los ruidos de la semana pasada.

Abrí la puerta y me encontré con la nueva vecina. Una mujer joven, rondando la treintena, un poco más baja que yo, media melena rubia, con unos ojos grandes, claros, húmedos y enrojecidos, como si hubiera estado llorando, y parecía que con algunos kilos de más.

Nada más abrir, amplió la información que me había dado con la puerta cerrada.

-    Hola, mi nombre es Diana. Disculpa. Me he mudado hace un par de horas y ahora iba a calentar un poco de comida en el microondas. Supongo que debe de tener algún problema, porque nada más enchufarlo se ha ido la luz en toda la casa y no sé dónde está el interruptor general –todo eso lo dijo casi sin tomar aire, aunque mejor que fuera así, porque por su aspecto daba impresión de que podría romper a llorar en cualquier momento.

-    Hola Diana. Mi nombre es Antay. Bienvenida al edificio. Sí, sé dónde se encuentra el cuadro general, pasa y te enseño donde está –mientras le hablaba me aparté a un lado para que pudiera pasar.

-    ¿Te importaría acompañarme? –preguntó con un hilillo de voz.

-    No, al contrario, será un placer. Espera que recojo las llaves y una linterna para poder iluminar el camino.

Diana abrió la puerta cediéndome el paso y poder llegar así a la lavandería que es donde se encontraba el cuadro general.

Había cajas, sin abrir, repartidas por toda la casa, excepto un par de ellas, en la cocina, que ya estaban abiertas. En la lavandería, justo delante del cuadro de los interruptores de la luz, habían colocado una pila de cajas. Era normal que no lo hubiera encontrado. Moví las cajas, que no tenían un excesivo peso, y apareció el cuadro ante nosotros con dos interruptores desconectados. Una vez repuestos no volvieron a saltar por lo que la luz volvió a iluminar casi todo el departamento. Tenía todas las lámparas encendidas.

-    Gracias –dijo Diana, quedándose encogida en la lavandería, intentando retener las lágrimas que amenazaban con salir.

-    La pobre chica lo estaba pasando mal. Supongo que no sería porque se había ido la luz, y le pregunté –Perdona, ¿estás bien?

Esa fue la espoleta. Rompió a llorar de manera desconsolada. No podía ni hablar. Pasé a la cocina donde había visto una caja de pañuelos que, seguro que ya estaba utilizando ella, para acercársela.

Allí, apoyada en una pared de la lavandería, no paraba de llorar. Me atreví a agarrarla de un brazo para llevarla hasta la cocina. Le acerqué una silla para que se sentara y, al menos, llorara con más comodidad.

-    Intentaba decir algo, pero era casi imposible. Después de varios intentos dijo, de manera entrecortada- Perdona, ¿qué pensarás?

-    Además del disgusto que parecía tener, aún estaba preocupada por lo que yo pudiera pensar- No pienso nada. Tranquila. No sufras por mí.

Como parecía que iba para rato me senté yo también, mientras la acompañaba, de manera silenciosa, en su llanto.

Después de casi media hora, comenzó a serenarse.

-    ¿Puedo hacer algo por ti?, aunque sea compañía. 

-    Gracias –contestó. Y yo permanecí en silencio esperando que dijera algo más, y continuó- es que me he separado y hoy es el primer día que estoy sola.

-    Lo único que puedo decirte es que, si tienes más necesidad de llorar, lo hagas. Alivia mucho. Si quieres hablar, puedes hacerlo, también alivia y más conmigo que soy un desconocido. Y, si lo necesitas, puedo hacerte compañía el tiempo que quieras. Vivo solo y, de momento, estoy sin trabajo, así que tengo todo el tiempo del mundo.

-    Gracias –parecía que se le había abierto el cielo, hasta esbozó una ligera sonrisa- no me vendría mal un poco de compañía, si no te importa.

-    No me importa en absoluto. Pero ¿Qué te parece pasar a mi casa?, aquí sería un poco incómodo. Te invito a cenar y a tomar un té.

Cuantos prejuicios tenemos los seres humanos. Diana necesitaba compañía, quería tenerla, tenía abierta la posibilidad y seguía insistiendo.

-    Es que no quiero molestar.

-    Anda, vamos Diana. No me molestas. Apaga las luces y vamos –tenía que ser categórico para que no añadiera más victimismo a lo que parecía una triste historia.

Apagamos las luces y pasamos a mi casa. En ese momento Diana era como un bebé que necesita compañía, cariño y una mano que guie sus pasos. Parecía perdida en la soledad de la vida.

martes, 30 de agosto de 2022

Las etapas de la vida de Antay




Capítulo IV, parte 2. NOVELA "Ocurrió en Lima"

Podía dividir mi vida en tres etapas, como si fueran tres vidas diferentes dentro de la misma vida:

Una infancia feliz con mis padres, en Cusco, en la que correteaba con mis amigos cada día a la salida del colegio. Recuerdo las misas de los domingos en la catedral. La devoción de mi mamá y la aceptación de mi papá, porque no lo podía llamar transigencia, era una aceptación total, porque respetaba, al ciento por ciento, las opiniones y las actitudes de su esposa y lo hacía por amor, no para evitar encontronazos o discusiones. Recuerdo los paseos después de la misa y el pollo con papas que comíamos en algún restaurante. Las navidades llenas de magia, de ilusión y misterio, igual que las fiestas de Halloween, disfrazado de algún personaje de moda, con mi calabaza llena de dulces. Fue una etapa mágica, en la que no tenía que preocuparme por lo que tenía que hacer al día siguiente ni, tan siquiera, al segundo siguiente. Todo era presente. Podría incluir la adolescencia en la misma etapa de felicidad, etapa que finalizó, de manera abrupta, cuando en el penúltimo año de la secundaria nos trasladamos a Lima. La razón que dieron mis padres era que en Lima habría más oportunidades de trabajo y yo tendría más universidades para elegir. Ahí se acabó el presente. Tenía que pensar en el día de mañana. Algo que ha permanecido hasta este momento.

En esa época no me cuestionaba la existencia de Dios. Estaba claro que tenía que estar con nosotros y Le veía en las lágrimas que, a veces, se le escapaban a mi madre cuando se encontraba frente al Taytacha de los Temblores.

La segunda parte de mi vida no fue ni tan ilusionante ni tan mágica. Finalicé la secundaria y la universidad. Y fue en la universidad, en el último semestre de carrera, cuando conocí a la persona que yo pensé, en un principio, que podía ser mi media naranja. La mujer con la que podía compartir mi vida. Con ella aprendí a besar y fue con ella con la que tuve las dos únicas relaciones íntimas que mi pensamiento me arroja encima, como si de un jarro de agua fría se tratara, en cuanto tiene ocasión. Pero no llevábamos ni tres meses de amor, cuando, de la noche a la mañana, desapareció de mi vida, apareciendo en la vida de un cantante que ya comenzaba a tener una cierta fama. Fue cuando aprendí que no existen las medias naranjas y que solo existen naranjas enteras que tienen que aprender a amarse, a través del respeto, de la comprensión, de la paciencia y de la renuncia a ciertos caprichos.

Lo pasé muy mal durante una larga temporada y, en esas largas noches en las que permanecí en vela, me prometí a mí mismo que nunca más iba a sufrir por culpa de una relación, que se suponía que era justo para lo contrario, para ser feliz. Hay que tener en cuenta que el modelo de familia, (la nuestra), y de matrimonio, (mis padres), que yo tenía, era, no solo difícil de superar, sino difícil de igualar. A partir de entonces, nunca más tuve una relación, y hace de eso algo más de quince años. Sin embargo, ahora estoy esperando a Indhira, en lo que parece ser mi primera cita, desde entonces. Y, además, espero con una mezcla de nerviosismo e ilusión.

La tercera parte de mi vida ha sido de lo más insulso. Solo trabajar y realizar las labores de la casa. Mi única diversión ver alguna película de la tele. Ni una sola cita. Con la soledad como única compañera desde la muerte de mis padres, que se fueron jóvenes, con cincuenta y dos y cincuenta y cinco años, en un intervalo de seis meses. De eso hace cinco años y, así hasta ahora. ¿Estaré comenzando una cuarta etapa en mi vida? Desde luego, no parece la continuación de nada, sino un cambio de rumbo total. Sin trabajo fijo y tratando de llevar a la práctica una nueva manera de ganarme la vida. Recibiendo información sobre la vida, muy diferente de la que conocía, desde varias fuentes y, sin cuestionarme casi nada, a pesar de ser una información difícil de probar. Volviendo a confiar en Dios e, incluso, conversando con Él. Y, para colmo, esperando a una mujer para ir a almorzar, dejando a un lado mi idea de que eso del amor es una tontería.

lunes, 3 de abril de 2017

¡Uf!, menos mal que solo es un sueño


         Seguro que todos habéis despertado alguna vez al final o en mitad de un sueño trágico o un sueño terrífico, y al ser conscientes de que estabais durmiendo y, solo era un sueño, habéis sentido tal alivio que habéis saltado en la cama alborozados, o sencillamente habéis seguido acurrucados en la misma postura pensando “¡Uf! Gracias a Dios, solo era un sueño”.

         Pues eso es la vida amigos: “Un sueño”. Un sueño en el que se mezclan episodios trágicos y episodios alegres, momentos de dolor, eternidades de preocupación, o instantes de amor, por nombrar solo algunas de las etapas que se van sucediendo en la vida de los hombres.


         Llegará un momento en vuestra vida, en esta, o en las venideras, en las que abriendo los ojos del corazón llegareis primero a la comprensión de que solo estáis interpretando un papel, preparado minuciosamente junto al Director de la obra, para pasar después de la comprensión a la aceptación, más adelante de la aceptación a la entrega, y por fin con la entrega llegareis a Dios. Y como sucede con el despertar en mitad del sueño terrorífico pensareis: “¡Uf!, menos mal que todo era un sueño”.

         Los problemas de los hombres tienen su raíz en la acción que se produce con una sola palabra: “Separatividad”.

La separación de Dios, el creerse seres independientes, deviene en enfermedades que provienen por los bloqueos de la energía del alma. La independencia en la que creen vivir les produce preocupaciones que no son más que proyecciones de su mente, al igual que lo que llaman felicidad. Ambas, felicidad y preocupación, son pura ficción, lo mismo que el amor que imaginan, que no es más que un somero recuerdo del Amor que siente su alma por su Creador.

No eres un ser independiente. No estás solo. El punto que ocupas en el planeta no es el centro del Universo. Eres como una gota de agua en mitad de los mares, exactamente igual a los miles de millones de gotas de agua que componen los océanos. No tienes que defenderte, (ni atacar), a otros por ser de distinta raza, de distinta religión, de distinta creencia política, de distinta cultura o de distinta clase social.

  Ellos son tu espejo. Mírate en ellos. Y cuando comprendas que son iguales que tú, hijos todos del mismo Padre, comenzarás a entenderlos, comenzarás a respetarles, comenzarás a perdonarles, comenzarás a amarles.



          

lunes, 6 de marzo de 2017

¿Guerras?, ¿Banderas?


PERLAS PARA EL ALMA




Guerrear o discutir por un trapo, por un trozo de tierra o por cualquier causa que los humanos crean justa en su corto conocimiento, solo les separa de Dios. En lugar de discutir, en lugar de pelear, en lugar de separar, han de aunar esfuerzos, porque la vida que hay en uno es la vida que hay en todos, porque hoy pueden pelear por quitar una bandera en un lugar y en la próxima vida pueden pelear por volver a colocarla de donde la quitaron ellos mismos.



viernes, 25 de diciembre de 2015

Derribando tabúes de la pareja


            Un alto porcentaje de infelicidad y sufrimiento tiene su origen en la relación de pareja, cuando curiosamente elegimos a nuestra pareja para, en teoría, pasar toda una vida de felicidad.
            Hay parejas, o mejor dicho los miembros que componen la pareja, que después de cierto tiempo sienten que les falta algo, que no disfrutan con la relación, que no son felices, que se sienten incompletos. Y, por supuesto, la relación comenzó con todos los requisitos necesarios: Maripositas en el estómago, un estado de devoción en el que casi tocaban a Dios, una necesidad permanente de verse, tocarse, escucharse, sentirse, con cara de iluminados por su sonrisa permanente y con un olvido total del resto del mundo.
            Después de esos comienzos, pueden haber establecido una relación legal o de hecho, no importa, los papeles están bien para las cuestiones legales, pero para la cuestión del “ser”, para las cuestiones energéticas, para los compromisos adquiridos o para su compromiso con Dios, (si, con Dios), no importa si la relación es legal o no.


            Y al cabo de cierto tiempo, no importa cuánto, ni como era el tipo de pareja formada, ¡Oh, el amor se acabó!, y ahora ¿Qué?, porque las estructuras sociales, religiosa, familiares y en muchas ocasiones económicas, les obligan, aunque mejor estaría decir se obligan ellos mismos, a seguir juntos, con todo lo que eso significa: silencios, gritos, rencores, chantajes, infidelidad, engaños, maltratos, etc., etc.
            A pesar de esas estructuras sociales, es posible que se separen unos veinticinco millones de parejas anualmente en el mundo, (son cálculos extrapolados), y en muchos casos, no en todos afortunadamente, también es posible que antes, durante y después de la separación, o uno o los dos miembros de la pareja, hagan la vida imposible al otro.
El origen del problema no es otro que el desconocimiento de lo que es una relación de pareja y de la razón por la que se forma, así como del ingrediente o ingredientes imprescindibles, tanto para mantenerla como para darla por concluida.
Toda nuestra vida gira en rededor de parámetros erróneos, siendo el más grave la creencia de que somos un cuerpo, sin ninguna misión, salvo la de ser “personas de provecho” y conseguir lo mejor: mejor empleo, mejor casa, mejor coche, mejor pareja, mejores hijos, mejor todo. Como consecuencia de eso, todas nuestras acciones van a ser erróneas después de una lucha despiadada y sin cuartel con la propia vida.
Los seres humanos llegamos a la vida con un Plan establecido. Recogido en ese Plan se encuentran nuestras relaciones. Por lo tanto primer error: Las relaciones no son fruto de la casualidad o del encuentro con nuestra media naranja o nuestra alma gemela; las relaciones se establecen para aprender algo, para enseñar, para recibir algo que se debe o para pagarlo y están establecidas de antemano, de la misma manera que está establecida su duración, no tanto en tiempo,  ya que el tiempo solo es algo inherente a la materia y el Plan viene establecido desde el otro lado de la vida, sino en cuanto a la conclusión del trabajo, o cuando se comprueba que el trabajo va a ser irrealizable, (como sucede en un alto porcentaje de parejas).
Por lo tanto sería bueno desterrar la romántica idea de que se establece una relación para toda la vida, porque no va a ser así, o no va a ser así en un ochenta por ciento de relaciones, aunque no todas llegan a romperse. Si prefieren sufrir y ser infelices, es su decisión.
El segundo problema o error es que en las relaciones está ausente el Amor, y está ausente porque eso es justamente lo que tratamos de aprender con nuestras encarnaciones en la materia vida tras vida. No sabemos Amar, y lo que llamamos amor, que es en lo que basamos la relación, no es más que una mezcolanza de apego y deseo. Si a esa mezcla le añadimos el pensamiento social, la presión familiar, el fariseísmo religioso, los hijos y la posible precaria situación económica, la ruptura de la pareja es como una bomba atómica explotando en el salón de la casa familiar.
La metralla de la bomba son un sinfín de desencuentros en los que se llegan a utilizar hasta los niños como arma arrojadiza. Hay una parte de la pareja, normalmente los padres, que puede llegar a perder completamente el contacto con sus hijos por las maniobras y malas artes de la otra parte. Es terrible.
Todo esto se podría evitar si todos fuéramos conscientes de nuestro papel en la vida. Pero ya que eso parece difícil de conseguir podemos asirnos al amor, aunque sea esa emoción que sentimos los humanos. Si se pusiera un poco de amor en la pareja es posible que se pudiera mantener en la ruptura y utilizarlo en la separación junto con el respeto y la generosidad, aplicando además la Regla de Oro: No quieras para el otro, lo que no quieres para ti. Así no se utilizarían a los hijos como arma arrojadiza, no existiría ningún tipo de chantaje, y los dos miembros de la pareja arreglarían la vida de separados conjuntamente, de la misma manera que organizaron de manera conjunta la unión.
Siempre en estos casos se comenta “Es que las cuestiones del corazón son difíciles”. El comentario es erróneo, la formación de la pareja y su separación solo es una cuestión de la mente, otra cosa sería si entrara en juego el corazón con el auténtico Amor. Las cosas del corazón son las más fáciles.

sábado, 12 de septiembre de 2015

La separación


Continuación de “El Viaje del alma” (2)
            ¿Qué es la separación? La separación es ese sentimiento de independencia que cada ser humano tiene con relación al resto de seres humanos que pueblan el planeta. Los seres humanos creemos, y como tal actuamos, que somos independientes de todos los demás y que sólo tenemos vínculo con los que nosotros decidimos, a los que denominamos nuestra familia, y lógicamente, con nuestra familia por antonomasia como son nuestros hijos. Este sentimiento de separación hace que veamos a los demás como potenciales enemigos, potenciales rivales o potenciales invasores de nuestro espacio, lo que nos va a mantener permanentemente a la defensiva para preservar “lo nuestro”, bien sean bienes materiales, bienes emocionales o bienes personales como es nuestra familia y amigos.
            Todos tenemos claro lo que son bienes materiales y personales, pero no parece sin embargo tan claro que sepamos lo que son bienes emocionales. Podemos considerar como bienes emocionales el cariño, el amor, el sexo, la amistad, la ternura o la imagen que tenemos ante los demás, por citar algunos, es decir todas nuestras emociones y percepciones, digamos que positivas. Y ¿Por qué pueden peligrar? Pueden peligrar por varias razones: Porque alguien se inmiscuya en nuestra vida y haga que varíen nuestros sentimientos, porque se inmiscuya en la vida de alguna persona de nuestro entorno haciendo que varíen los sentimientos de esa persona hacia nosotros, puede ser que nos difamen, con lo cual nuestra imagen puede deteriorarse, puede ser que no seamos aceptados haciendo que nos infravaloremos a nosotros mismos, etc., etc.



            Pero no solamente existen los bienes emocionales, también llevamos a nuestras espaldas algo que podíamos denominar “cargas emocionales” y que no son más que nuestras emociones negativas: el miedo, el orgullo, la ira, la soberbia, la rabia, el odio, la envidia, etc., etc. Estas no tenemos ningún miedo de que nos las arrebaten, y ni tan siquiera somos conscientes de que cuando perdemos algún bien emocional lo hacemos arrastrados por alguna de las cargas emocionales que nos hacen reaccionar dejándonos llevar por los instintos y no por los dictados del corazón.
            Sin embargo, la hermosa realidad que no entendemos, es que todos los seres, los que estamos encarnados, los que están al otro lado de la vida, y aquellos a los que admiramos, a los que adoramos, e incluso a los que pedimos ayuda, somos hermanos. Todos con un objetivo común. Ninguno con objetivos individuales.
            Imaginar que pasaría en nuestro cuerpo físico si cada célula decidiera que los 80 billones de células restantes son potenciales enemigos. Nuestro cuerpo sería un caos lo que nos acarrearía la muerte de manera instantánea. Sin embargo todas las células de nuestro cuerpo trabajan en sintonía para un bien común, mantener con vida a ese amasijo de carne, huesos y músculos que es el ser humano. Pues los seres humanos, al igual que las células del cuerpo tienen un fin común: La Unión con Dios.
            No trabajar unidos para la consecución de nuestro fin común, es no conseguirlo ni como grupo ni de manera independiente, porque el requisito único e imprescindible es el Amor, y es claro que no demuestra Amor quien no trata al resto de la humanidad como si de él mismo se tratara. Por lo tanto, mientras exista esa separación entre los seres humanos va a existir la separación con Dios, lo que equivale a mantenernos en esa espiral “casi” interminable de nacimientos y muertes, de dolor y sufrimiento, de soledad y miedo hasta que un buen día descubramos nuestra hermandad.
Ante esto podemos aplicar la máxima “Si tú ganas gano yo” y “Si tú pierdes pierdo yo”. Pero no, esta máxima no nos sirve desde el momento en que no alcanzamos a entender que Todos somos Uno, y lo único que hacemos es tratar al resto de seres como si de animales dañinos se tratara: protegiéndonos para que no nos hagan daño, atacándoles para exterminarles, separándoles en guetos, ciudades o continentes, explotándoles y engañándoles para obtener beneficio, condenándoles a la miseria, a la enfermedad y a la muerte, y pisoteando sus derechos sin ningún tipo de remordimiento.
La meditación de Kundalini-Yoga que aparecerá en la próxima entrada, (Meditación para aceptarte como eres), te ayudará en este trabajo.
Continuará…………….

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Yo creo que......


            “Yo creo que…”, es el inicio de una frase que utilizamos con frecuencia, porque todos y cada uno de nosotros tenemos nuestras propias creencias. Creencias que normalmente defendemos, a veces hasta levantando la voz, otros se enfadan y dejan de dirigir la palabra a otros que proclaman creencias diferentes, los hay que hasta llegan a matar por defender sus creencias, y a algunos de estos hasta les homenajean por su heroicidad.
            Antes de seguir quiero dar una sucinta pincelada de lo que es Dios. Dios Es, Dios es Todo, Dios es Uno, Dios es Unidad. Nosotros los seres humanos nos proclamamos y nos proclaman como Hijos de Dios, por lo tanto tener el mismo Padre nos hacer hermanos, nos hace Uno, nos une en Dios.
            Si Dios es Uno, la Verdad solo puede ser una, única. No puede haber dos verdades, ni medias verdades, ni verdades parciales, ni medias mentiras, ni verdades rosas, ni verdades amarillas, hay una Verdad y punto.
 
            Los seres humanos somos muy importantes, mucho más incluso que los que se “creen” el ombligo del mundo. Pero hay una gran diferencia entre la importancia real y la importancia “creída”.
Los que se saben importantes, muy pocos, posiblemente se puedan contar con los dedos de una mano, no tienen creencias, saben. Saben que son hijos de Dios, saben que todos somos lo mismo, saben que solo hay una Verdad y no creen otras verdades, saben que todos somos hermanos y respetan sus verdades y sus creencias, saben de la mutabilidad de todo lo que coexiste en la materia y esperan pacientes, porque el tiempo no importa para ellos, que regrese su hermano de su propia creencia.
Los que se “creen” importantes no se sienten unidos a nada, defienden su espacio y su creencia hasta con la vida, reniegan del resto de creencias, reniegan de su hermano, que es lo mismo que renegar de Dios.
Las creencias separan, y son creencias las religiones y las opciones políticas, que son las dos grandes tendencias que arrastran tras de sí a todo el género humano.
Los seres humanos solo estamos en este lado de la vida para expandir la conciencia, para respetar, para amar, para actuar con generosidad, para actuar con dignidad, para volver a Dios, y seguir las creencias es juzgar, es discriminar, es separar, es dividir, es temer, es odiar, y todo eso no expande la conciencia, la constriñe.
Piensa en cuantas son tus creencias, pues ten por seguro de que te estás separando de tus hermanos que tienen creencias distintas.
Cree en Dios, cree en tu hermano, actúa como si tu hermano fueras tu mismo, y así acabaras con el hambre en el mundo, acabarás con las guerras, acabarás con la discriminación, acabarás con las injusticias, acabarás con el dolor y con el sufrimiento, acabarás con la muerte.  
  

viernes, 3 de octubre de 2014

Volver al Paraiso


            La historia que nos cuentan del Paraíso Terrenal no es más que una alegoría de lo que pudo suceder en los primeros compases del ser humano sobre la Tierra. En esa época los habitantes de la Tierra eran guiados, protegidos y proveídos por Dios.
            Eso era debido a la Ley de Precipitación. La Ley de Precipitación es la Gran Ley de la Creación actuando por todo el Universo a cada instante, y se trata de la manifestación de un deseo espiritual o material en el mundo de la forma. Este poder fue utilizado por la humanidad en masa en la Atlántida, en Lemuria y en la civilización en el continente Hiperbóreo. Era la manera original en que a toda la humanidad se le proveía de comida, ropa y de todo lo que eligieran utilizar en su actividad física en este planeta.
Jesús precipitó cuando multiplicó los panes y los peces, cuando convirtió el agua en vino, cuando sacó el pescado con una moneda de oro en la boca, para pagar sus impuestos.
Jesús dijo: "Lo que Yo he hecho, TODOS los hombres harán, y aún obras mayores harán."
¿Por qué no hacemos las mismas obras que Jesús?, ¿Por qué los seres humanos, en la actualidad, no podemos disfrutar de los beneficios de esta Ley? No podemos disfrutar de ella por la sencilla razón de que desperdiciamos, a tontas y a locas, nuestra energía: el miedo, la ira, los pensamientos desbocados, la envidia, la crítica, y muchos sentimientos destructivos más, que lo único que hacen es enfermar el cuerpo emocional, y por ende, a la misma persona.
El derecho a utilizar y disfrutar del Poder de Precipitación es algo que hemos perdido hace miles de años, pero nadie ha dicho que no podamos recuperar ese Poder. Para ello, solo hemos de eliminar cualquier sentido de discordia, de limitación, de carencia. Hemos de recuperar la pureza, el desprendimiento, la armonía, el servicio, el amor divino, la sabiduría y el perfecto equilibrio.
 
Parece difícil, y posiblemente lo sea, pero la Ley de Precipitación está ahí, en el Universo, y está actuando en todo momento para traer bendiciones a la humanidad; y ningún ser humano podrá sacarla del mundo ni detener su acción para aquellos que alcanzan a vivir su divinidad en la Tierra.
No hay razón alguna para que la humanidad experimente privaciones. Los seres humanos no lo sabemos, pero somos nosotros mismos los que atraemos las privaciones a nuestra vida.
Podemos seguir viviendo una vida de carencias y lamentándonos por ello, lo hacemos muy bien, es lo que mejor sabemos hacer, lo cual es normal, ya que son cientos, o miles de vidas haciendo lo mismo. Me atrevería a decir que no es nuestra culpa, nadie nos ha enseñado a vivir de otra manera, Pero se puede vivir de manera distinta. Nunca es tarde, no tenemos prisa, tenemos toda la eternidad para aprender y tantas vidas por delante como consideremos oportuno. Sin embargo, para que seguir sufriendo, si nuestro deseo es vivir una vida de felicidad, una vida sin limitaciones, una vida de amor, está en nuestras manos conseguirlo.
Podemos volver al Paraíso recordando como vivíamos cuando permitíamos que la Ley de Precipitación funcionara para nosotros. Entonces éramos conscientes de nuestra divinidad, y actuábamos en esa conciencia. Empecemos ahora, cada segundo de retraso es un segundo más de dolor y sufrimiento. Empecemos a recordar que somos hijos de Dios, que todos somos lo mismo, que todos estamos embarcados en la misma empresa, que todos caminamos de vuelta de a Dios.
 Sé que solamente parecen palabras, y en palabras se van a quedar si no conseguimos que esas palabras latan a unísono del corazón, que es el punto de partida para entender, para aceptar y para actuar desde nuestra divinidad.
Puedes comenzar de una manera sencilla. Imagina, piensa y siente que cada persona que se cruza en tu camino, eres tú mismo. Cuando critiques piensa como recibes tu las críticas, cuando desprecies a alguien piensa como recibes tu los desprecios, cuando engañas piensa como recibes tu la mentira, cuando maltratas piensa en cómo recibes tu los maltratos, y así en cada pensamiento, en cada palabra, en cada acción de tu vida. Piensa también en Dios, en cuantas veces te ha engañado, te ha maltratado, te ha ofendido. Si Él no lo hace, que tiene todo el poder, porque nosotros, que no somos nada, lo hacemos de manera permanente con nuestros hermanos.
Cada uno de nosotros somos una Chispa de Fuego Divino, todas iguales. Piensa, habla y actúa desde esa divinidad y esa igualdad, y eso te acercará al Paraíso.

 

sábado, 8 de febrero de 2014

Volver al Origen


  El arte de vivir (III)
              Es mucho lo que la humanidad ha sufrido por la pérdida del contacto directo con el Origen, por la pérdida del contacto directo con Dios.
            Civilizaciones desaparecidas hace miles de años tenían ese contacto, pero por causas desconocidas para la humanidad actual, de la noche a la mañana se perdieron sus enseñanzas, su sabiduría y su manera de vivir con su destrucción.
            A lo largo de la historia de la humanidad ha habido Grandes Seres, (Buda, Zaratustra, Jesús, Mahoma, Abraham), que de manera independiente mantuvieron ese contacto Divino, es decir, vivían permanentemente en un estado de conciencia expandida.
            Sin embargo la enseñanza de esos Grandes Hombres no fue del todo entendida, e incluso, en la mayoría de los casos, su enseñanza fue malinterpretada y tergiversada por los que se proclamaron y se siguen proclamando, como sus sucesores, por lo que su mensaje, que no era otro que el despertar de las conciencias, no llegó al corazón de las gentes, quedando en la superficie de las conciencias, casi como una anécdota más, o como una fecha en el calendario, que podemos rememorar y celebrar cada año, habiéndose convertido en un vodevil consumista.
            En la actualidad existen también seres independientes, escritores, investigadores de antiguas civilizaciones, expertos en filosofía oriental, expertos en religiones, maestros de yoga, guías de meditación, entre otros, que también lo intentan, pero la sociedad actual los engulle dentro de su acervado capitalismo, para convertirlo, más o menos disfrazado en un nuevo negocio, “el negocio espiritual”.
            La teoría para volver a conectarnos con el Origen, para volver a conectarnos con Dios, es sencilla, e incluso la práctica para conseguirlo, no parece excesivamente difícil. SOLO ES CUESTIÓN DE CREENCIA, solo es cuestión de creer que todo es Dios, y de manera inmediata, nos veremos imbuidos por la Energía Divina.
            Sentir el canto de Dios en el trinar de los pájaros, sentir el Soplo Divino cuando las rachas de viento golpean en la cara, creer que nos sentimos en el Útero Divino cuando entramos en la inmensidad del océano, sentir los Latidos de Dios cuando nuestro corazón se acelera se la cima de una montaña, ver la Mano Creadora de Dios en la apabullante hermosura de la Naturaleza, comprender la perfección de Dios en el Orden del Universo, son sólo algunas de las maneras para impregnarnos, poco a poco, en la Energía Creadora.
            Nuestra esencia tiene el mismo origen que el Poder Creador de las montañas, de los océanos, de la naturaleza. La vida, en todas y cada una de sus múltiples formas, procede de Dios.
            La vida no es un accidente fortuito y aislado para cada ser. La vida no comienza con la concepción de un cuerpo, ni finaliza con la destrucción de este. La vida es una experiencia continua de una forma de energía, que denominamos conciencia. La conciencia no es más que el conocimiento que cada tiene de lo que es. Sin embargo, la conciencia puede encontrarse en diferentes estados, desde el aletargamiento más absoluto, en el que el ser humano se cree que es un ser independiente, separado de todo, en el que tiene que defender su espacio, hasta la expansión total, en el que el ser vive y actúa, desde el conocimiento de su conexión con todo lo creado, desde su conexión con Dios. En uno y otro estado, podemos encontrar un sinfín de variantes que determinan el acercamiento o la lejanía que cada ser tiene con el Origen.
            Existen organizaciones desconocidas para el mundo, independientes de los gobiernos del mundo, independientes de países y religiones, que son los que realmente mueven los hilos de las conciencias, son los que realmente mueven los hilos de la sociedad, manteniendo a esta bajo un régimen dictatorial, bajo el régimen del miedo, que es el extremo más alejado del Creador, es el opuesto a la Verdad, es el opuesto al Amor, que es la esencia de cualquier forma de creación. Pero como lo único que persiguen es mantener subyugada a la sociedad, no hay mejor método para la subyugación que el miedo, y a su través van moviendo a las masas hacia el lugar que les interesa para conseguir sus objetivos, que no son otros que la dominación de la sociedad para llenar sus bolsillos, como si fueran “materia eterna”, ya que sus mentes es posible que sean privilegiadas, pero sus conciencias se encuentran en la oscuridad más absoluta.
            Estas organizaciones en la sombra, envuelven el miedo en papel de regalo, y con eso que parece un regalo pueden conseguir de la sociedad cualquier cosa, porque esta no piensa, porque la sociedad vive aletargada, y es muy fácil dirigir al durmiente. Con el mismo papel de regalo envuelven a la sociedad, diciéndoles lo que está bien y lo que está mal, y que para conseguir el bien deben seguir sus directrices, y el pueblo las sigue, llegando a comer arena del desierto, si eso es lo que les venden.
            En su pseudoventa, explican que ha de hacer la sociedad para conseguir la felicidad, que es lo que todo ser humano busca desesperadamente, y eso que enseñan es justamente lo contrario de lo que se debería hacer para ser feliz, pero la sociedad dormida, será capaz de ir al desierto para beber la arena que les venden, sin llegar, tan siquiera, a dudar de si es correcto o va en contra de sus propios intereses.
            La espiritualidad se ha mercantilizado, y la espiritualidad, que no es más que ser conscientes, no es un asunto de mercadeo. Es un asunto de creencia.
            Y la creencia tiene un primer peaje: Para unirse al Origen, primero ha de conocerse cuál es ese Origen. Difícilmente se puede ir del punto A, al punto B, si el punto B no se conoce. Primero ha de conocerse, después creer que es posible llegar, integrarlo, es decir aprender el camino para comenzar el viaje.
            El avance, es entonces seguro, caminando bajo la premisa de actuar sobre  lo que ya somos. Somos hijos de Dios, y cada paso que demos en ese convencimiento, es un paso seguro. ¿Cómo caminan los hijos de Dios?, caminan amando, respetando, sirviendo, viéndose a sí mismos, a cada paso, reflejados en el otro. Casi toda la ayuda que nos venden, incluso gentes de buena voluntad, ayuda, pero no es imprescindible, y si tan siquiera necesario, porque el croquis del camino ya está integrado en nosotros, no necesitamos comprarlo. Porque el hábito no hace al monje, al monje le hacen sus acciones.
            ¡Por sus acciones les conoceréis!, dijo Jesús. No es necesario vestirse de blanco, ni de amarillo, ni de morado.  No es necesario asistir a las mejores escuelas de yoga, ni a los oficios religiosos, no es necesario aislarse en una gruta, ni asistir a cursos y conferencias. El movimiento, como decía Zenón de Elea, se demuestra caminando.
            Cree, ama y actúa desde el Amor. Todo lo demás llegará por añadidura.          

domingo, 27 de noviembre de 2011

¡¡¡CRISIS!!!

            Vivo en una sociedad en la que la palabra carece de valor, vivo en una sociedad corrupta en todos sus estamentos, corrupta en la calle; vivo en una sociedad en la que las personas son infravaloradas, maltratadas y engañadas; vivo en una sociedad en la que el ciudadano no tiene ningún derecho, ni social, ni laboral, ni de salud, por no tener, no tiene ni derecho de paso en los cruceros peatonales; vivo en una sociedad en la que la propia mujer se degrada ante el machismo brutal de esos ciudadanos sin derechos; vivo en una sociedad en la que demasiados niños vagabundean como perros callejeros, vivo en una sociedad en la que se llenan la boca de “patria” y de “Dios”, sin conocer su verdadero significado; vivo en una sociedad maltratada por el alcohol, obnubilada por el sexo, y atolondrada por el futbol, vivo en una sociedad sin valores.

            Pero no solamente la sociedad en la que yo vivo está carente de valores, el resto de sociedades a lo largo y ancho del planeta se encuentran peor o en parecidas circunstancias. En el primer mundo, después de décadas de lucha para conseguir la adquisición de derechos, estos se están evaporando como consecuencia de la rapiña de empresarios y banqueros, que con la aquiescencia de los políticos y la bendición de los religiosos, han provocado la famosa “crisis”, debido a los altos precios que han impuesto a las materias primas, a la sobrevalorización de productos como la vivienda, a una desorbitada inflación a nivel mundial y a una expansión artificial del crédito, entre otras causas. Del tercer mundo no es necesario comentar nada, ya que siempre han mantenido crisis de todo tipo, entre ellas, la peor de todas, la alimentaria.
            Y mientras los ciudadanos cada vez tenemos menos derechos y menos trabajo ¿Cómo afecta la crisis a políticos, empresarios y banqueros? Sencillamente no les afecta. Siguen repartiéndose, sin pudor, grandes sumas de dinero, en planes de jubilación, en beneficios, en compensaciones por cesar en sus cargos.
            Los ciudadanos, en algunos países, se rebelan y se indignan, pero…… ¿De qué sirve la indignación?, ¿Para qué sirven las manifestaciones y concentraciones?, ¿Qué cambios están provocando? Ninguno, o como mucho, como en los países árabes, que los mismos dirigentes cambien la corbata. De nada sirven las manifestaciones, si a su finalización entramos a los grandes almacenes para consumir y seguir haciendo el juego al capital.
¿Para qué es necesario gastar dinero para el amigo invisible en tonterías que van a un cajón para siempre, o al cubo de la basura?, ¿Para qué compramos un sinfín de juguetes a los niños?, ¿Qué ganamos con ponernos enfermos de comidas y cenas en las fiestas que se aproximan?, ¿Cuánto nos vamos a gastar en estas fiestas, programadas por el capital, para que este sea aún más ostentoso y nosotros más empobrecidos? Si hasta lo dicen descaradamente, adornamos con luces las ciudades porque animan al consumo. ¡Somos borregos!
¿Cuál será y cuándo se dará el punto de inflexión necesario para que la misma sociedad tome conciencia de su degradación y adopte la decisión de respetarse a sí misma como colectivo y a sus componentes de manera individual?
¿Por qué no comenzamos ahora?, ¿Qué pasaría si dejáramos de sentirnos individuales y nos uniéramos en asociaciones? Consumiendo menos, ayudando a los desamparados por la crisis, comprometiéndonos con los que sufren las desigualdades, con la pobreza, con el hambre; dando la espalda a la política que no se ocupa de su labor principal que es servir al ciudadano; dando la espalda a la religión, que del brazo de los poderosos y rodeados de riquezas, sólo atemorizan a sus fieles y les manipulan en nombre de Dios.
Está bien que nos manifestemos, está bien que llenemos las redes sociales de frases bonitas, pero ¡ACTUEMOS EN ALGO QUE SIRVA PARA ALGO!, ¡A Dios rogando y con el mazo dando!