El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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jueves, 24 de noviembre de 2022

Una meditación sencilla

 


Una meditación sencilla:

Siéntate, con los pies bien apoyados en el piso.

Si no tienes problemas de espalda no te apoyes es el respaldo de la silla.

Las manos en Dhyani-Mudra: Descansan en el regazo adoptando la forma de cuencos. La mano derecha encima de la izquierda mientras se unen la punta de los pulgares.



Cierra los ojos y coloca la punta de la lengua tocando el paladar.

Respira por la nariz, tanto para inhalar como para exhalar. Y haz una respiración abdominal. (El abdomen se infla cuando inhalas y se desinfla cuando exhalas). Respira lenta y suavemente, sin forzar.

Durante 5 minutos por la mañana y otros cinco por la tarde, mantén la atención en la respiración.

Y vete repitiendo en tu interior: Yo Soy el alma, Yo Soy paz, Yo Soy la resurrección y la vida.

martes, 8 de noviembre de 2022

Vivimos a pesar de nosotros mismos

              


             Desde antes de nacer, el corazón del ser humano empieza a latir en el útero materno, y no lo deja de hacer hasta que el alma decide abandonar el mundo de la materia; de la misma manera que la respiración, que comienza en el mismo instante en que nos asomamos a la vida, y no termina hasta el momento del regreso a la Energía Divina.

              El corazón latiendo, siempre latiendo, y la respiración siempre con su vaivén, nos atan a la vida, de manera autónoma, de manera automática, sin que seamos conscientes de que son esa respiración y ese latir, los que nos mantienen con vida.

Vivimos a pesar de nosotros mismos, a pesar de lo mal que tratamos a nuestro cuerpo y, de rebote, a nuestro corazón, a pesar de olvidarnos de como se respira, utilizando músculos que nada tienen que ver con la respiración.

              Y a pesar de la importancia vital de nuestra respiración y del latir de nuestro corazón, pocas son las personas que dedican un momento en su día para comprobar cómo es esa respiración, o como late su corazón.

              Al igual que los seres humanos, los animales también respiran y también tienen un corazón que bombea de manera permanente, y como muchos seres humanos, ninguno de ellos es consciente de la maravilla que está ocurriendo en su cuerpo. Sin embargo, los animales, en su nivel dentro de la evolución, no saben que ellos, también, son más que ese cuerpo que sólo se puede dirigir por los instintos. No tienen una mente que razona, una mente que les puede llevar a preguntarse qué hacen en la vida, o qué diferencia hay entre la vida y la no vida.

              Los seres humanos, casi todos, en algún rincón de su mente, tienen la conciencia de que son algo más que el cuerpo, muchos creen que tienen, o que son, algo que se denomina alma, aunque como no se ve, no saben ubicarla, y no se identifican, en absoluto, con ella.

              Todo eso, en cuestiones de vida, hace que esos seres humanos se diferencien en poco de los animales, ya que rigen el cuerpo por los mismos instintos con los que se rigen los animales, comen cuando tienen hambre, aunque muchos, al contrario que los animales, siguen comiendo después de saciada la necesidad de comer, beben incluso cuando no tienen sed y, en ocasiones, bebidas dañinas para el cuerpo y, satisfacen como los animales, sus necesidades fisiológicas de manera instintiva.

              En casi todas las cuestiones referentes al cuerpo, la diferencia entre el animal que se rige por los instintos, y el ser humano que tiene una mente racional, es mínima.

              ¿Cómo ser más humanos racionales y menos animales instintivos? Aunque resulte paradójico, lo podemos conseguir siendo conscientes del cuerpo. Y se es consciente del cuerpo sintiéndole, sintiendo sus sensaciones, sintiendo su respiración, sintiendo sus latidos. Es en esos momentos en que estamos sintiendo el cuerpo, cuando podemos despegarnos de él, cuando podemos, aunque sea por un instante, conectarnos con eso otro que realmente somos, con el alma. Es a partir de ahí, cuando no sólo nos despegamos del animal, sino que también nos despegamos del ser humano normal, para atisbar nuestra propia divinidad, convirtiéndonos, aquí en la Tierra en superhumanos, con todos nuestros poderes divinos desarrollados.

              No somos el cuerpo. El cuerpo sólo es, aunque de vital importancia, el vehículo del alma, el instrumento desde el cual tenemos que realizar nuestro trabajo de acercamiento a nuestra Divinidad, el instrumento para nuestro aprendizaje, el instrumento desde el que hemos de vivir todas las experiencias humanas, sin apegarnos a ellas. ¡Siéntelo!

sábado, 11 de marzo de 2017

Emociones y respiración

“Mi padre tenía razón...
el dinero o la fama no eran tan importantes como respirar.
Lo esencial sucede y lo demás es prescindible.”
― Angus Young

         La respiración es la vida.

         Antes de relacionar las emociones y la respiración, veamos primero que es la respiración.

Lo primero que hace un bebé al tomar contacto con la vida física fuera del útero de su madre es tomar una inhalación, y lo último que él mismo realiza cuando abandona la vida es completar esa respiración con una exhalación.

         Y ese ser humano, mientras dura su vida, va a respirar, de manera autónoma, sin ser en absoluto consciente de su respiración, entre 12 y 16 veces por minuto.

La respiración es el proceso mediante el cual el aire entra en el cuerpo inspirado a través de la nariz, (mejor que por la boca), y es conducido por la tráquea a los pulmones, o mejor dicho a través de bronquios y bronquiolos hasta los alveolos. A los alveolos es donde llega la sangre cargada de anhídrido carbónico, (CO2), procedente de la combustión celular donde se cambia por el oxígeno del aire, (inversamente a lo que realizan las plantas en la fotosíntesis).



Es importante inspirar y expirar por la nariz, ya que así el aire se filtra, se calienta y se humedece, recuperando la humedad cuando se exhala.

Tipos de respiración: Aun cuando anatómicamente no sea muy correcto, se pueden dividir los pulmones en tres partes: superior, media e inferior.
Por lo que, en función de la zona pulmonar que se utilice la respirar, se puede hablar de tres tipos de respiración:
-  Superior o clavicular.
                   -  Media o costal.
                               - Inferior o abdominal.
A estas tres se puede añadir una más, la respiración completa, que engloba a las tres.

Respiración clavicular o superior: Es la que ofrece menor volumen para el intercambio, haciendo intervenir los músculos de la zona superior, que no son músculos de la respiración, acumulando tensión en cuello y hombros.
Se produce un menor intercambio gaseoso porque se hace trabajar la parte superior de los pulmones, que es, justamente, la parte más pequeña, con menor número de vasos sanguíneos, por lo que existe un menor flujo sanguíneo en la zona.

Respiración media o costal: Normalmente se da asociada a la superior o a la inferior.

Respiración abdominal o inferior: Es la más recomendada. A menor gasto energético, ya que moviliza menos músculos y muy poco las costillas flotantes, mayor intercambio gaseoso.
Se utiliza el diafragma, que es el músculo de la respiración, y el desplazamiento de este músculo hacia el abdomen es lo que produce la expansión y el estiramiento de los pulmones con lo que el aire entra en ellos por succión.
         Al haber un mayor intercambio gaseoso, por ser mayor la superficie de los pulmones que intervienen en este tipo de respiración, hace que sea necesario respirar menos veces que si se realiza una respiración clavicular o superior.
         De tal manera, que mientras una persona que respira con la parte superior realiza tres respiraciones, otra que hace una respiración abdominal respira solamente dos.

         Respiración completa: Es la respiración compuesta de los tres tipos anteriores. Se comienza bajando el diafragma y llenando primero la zona inferior, posteriormente la media y por último la superior.
         La respiración ideal es la respiración abdominal, ya que además de utilizar el diafragma, que es el músculo específico de la respiración, tiene otros efectos:
          - Produce un rítmico masaje visceral que ayuda a la digestión, a la circulación en el hígado y a las venas de la zona.
      -   Sitúa el mayor intercambio en la zona inferior de los pulmones, donde tiende a transitar un mayor volumen sanguíneo.
            - Es una respiración más vertical que horizontal, ya que lleva el abdomen hacia delante y las vértebras lumbares ligeramente hacia atrás; lo cual resulta importante a la hora de evitar el agarrotamiento y la rigidez.

Existe una profunda conexión entre el pensamiento y la respiración. El ritmo de los movimientos respiratorios corresponde en una forma notable al ritmo de los pensamientos.
Por lo tanto, si se realiza una respiración clavicular, se respira más veces por minuto, con lo cual, los pensamientos van a presentarse con más rapidez, y el trabajo para controlarlos ha de ser mucho más intenso, mientras que, con una respiración abdominal, los pensamientos aparecerán más lentamente, y serán más fáciles de controlar.
La respiración clavicular es la respiración que realiza un alto porcentaje de la población, con lo cual, es fácil entender la razón por la que son esclavos de sus pensamientos, de sus preocupaciones y de sus emociones.
Tan profundo es el lenguaje de nuestra respiración, que se comporta de acuerdo, no solo a como estamos, sino también a como somos.

Las emociones tienen una incidencia muy importante en la respiración: El miedo inhibe y bloquea la respiración, el estrés hace que se respire de manera entrecortada, la ansiedad, la ira y la angustia, aceleran la respiración, mientras que la tristeza la ralentiza.
La respiración es un proceso inconsciente, pero a diferencia de otros procesos, circulatorio, digestivo, etc., también se puede controlar de manera consciente, porque no sólo está regida por el sistema nervioso vegetativo, sino también por el sistema nervioso central.

Por lo tanto, de la misma manera que la emoción modifica la respiración, se puede utilizar la respiración para modificar la emoción. Al controlar voluntariamente la respiración, se tiene la posibilidad de recuperar el equilibrio y gestionar la emoción.
      Y la mejor respiración para recuperar el control emocional es la respiración abdominal. Es la respiración natural, es la que tienen los bebés cuando nacen.
Practicar esta respiración es beneficioso para el organismo ya que ayuda a mejorar la circulación y a oxigenar órganos vitales como el corazón y el hígado. En lo emocional favorece la relajación, la concentración, elimina la tensión muscular y combate la fatiga, la ansiedad y la depresión.
Practicar la respiración abdominal de forma habitual favorece que se pueda ejercitar de forma natural en los momentos en que es necesario tomar el control de la emoción.
Sin embargo, a pesar de que la respiración utilizada habitualmente sea la respiración superior o clavicular, se puede, en momentos de emociones desbordadas realizar una respiración abdominal lenta, de manera consciente.

Para ello, puedes sentarte o acostarte. En la posición de acostado es más fácil manejar la respiración abdominal, así que, si tienes problemas para realizar ese tipo de respiración, acuéstate:
- Coloca una mano en el punto del ombligo para comprobar que sube y baja, y comienza a ser consciente de la respiración.
- Inhala suave y lentamente por la nariz.
- Realiza una pequeña retención antes de expulsar el aire.
- Exhala lentamente también por la nariz.
- Vuelve a realizar una pequeña retención antes de volver a tomar aire.
         En cinco minutos se comenzará a estabilizar la emoción desbocada, pero puedes seguir el tiempo que consideres oportuno.

         Se pueden realizar respiraciones específicas dependiendo de qué es lo que se quiere logar:
Cuando la persona se siente estresada, enfadada, inquieta o ansiosa, respirar por la fosa nasal izquierda. Esta técnica es ideal para quienes tienen problemas para dormir o necesitan relajarse.
  Sentados con la columna recta y los pies apoyados en el piso.
 Tapar la fosa nasal derecha con el pulgar derecho y mantener el resto de los dedos juntos y apuntando hacia arriba.
- Respirar lenta y profundamente 26 veces por la fosa nasal izquierda y la persona se sentirá totalmente tranquila y en paz.
-  Si se respira por la por la fosa nasal izquierda durante 5 minutos, se calmará completamente.

Por lo tanto, para activarse, respirar por la fosa nasal derecha. Esta respiración resulta magnífica cuando la persona, pese a estar exhausta, no se puede permitir parar. Va bien practicarla, por ejemplo, cuando a la persona le entra el sopor a media tarde. Se practica como la anterior, tapando el orificio izquierdo y respirando 26 veces por la derecha.

    Normalmente siempre tenemos una fosa nasal más abierta que la otra. Aproximadamente cada dos horas cambia la fosa dominante, con lo que se equilibra la polaridad energética.
En situaciones de actividad debería dominar la fosa derecha y en otras más tranquilas o inactivas, la izquierda. Por eso, es recomendable dormir con la cabeza apoyada sobre el lado derecho, así se usa el izquierdo, más apropiado para el sueño y el descanso.

Para controlar la ira expulsar con fuerza el aire, y hacer una retención antes de tomar una nueva inhalación cuando lo pida el cuerpo. Esa inhalación será de forma pasiva, sin intervenir ni en alargar ni en acortar. Sola se controla la exhalación. Se puede repetir hasta notar que llega la calma.

Para refrescar el cuerpo, bajar la fiebre, e incluso como ayuda para dejar de fumar, practica Sitali Pranayama.
-   Esta respiración consiste en inspirar por la boca con la lengua rizada y ligeramente salida y expirar por la nariz, sin meter la lengua.
-  Ayuda a dejar de fumar. Se puede practicar siempre que se sientan deseos de fumar, ya que disminuirá el impulso adictivo y desaparecerá la urgencia.
-  Es recomendable su práctica diaria para mantener una buena salud. Puede que después de cada sesión se note un sabor a cobre o metal en la lengua; son las toxinas que elimina el cuerpo.
-   Se puede realizar durante un mínimo de 3 minutos y un máximo de 31.

La respiración lenta reduce las sensaciones de dolor.

Cuanta más lenta es la respiración, la calma y la tranquilidad serán su reflejo inmediato. Si se consigue reducir el número de respiraciones de 16 a 8 la serenidad será la tónica habitual, y si se consigue llegar a 4 respiraciones por minuto, la vida será un estado de meditación.

Meditaciones sobre la respiración:

Respiración cuadrada:
·         Sentados con la espalda recta y los pies apoyados en el piso.
·         Inhala suave y lentamente por la nariz, contando 6.
·         Realiza una pequeña retención antes de expulsar el aire, contando 6.
·         Exhala lentamente también por la nariz, contando 6.
·         Vuelve a realizar una pequeña retención antes de volver a tomar aire, contando 6.

Meditación So Hung:
•        INHALA pensando “So”
•        EXHALA pensando “Hung”

Meditación sencilla para mejorar la atención
• Siéntate cómodamente en una silla con las plantas de los pies bien apoyadas en el suelo. Las manos apoyadas en los muslos con las palmas mirando hacia arriba.
• Cierra los ojos y coloca la punta de la lengua tocando el paladar.
• Lleva la atención a tu respiración.
• Siente como entra el aire por tus fosas nasales (observa dónde roza y cuál es la temperatura del aire).
• Siente cómo expiras. Hazlo por la nariz. (Observa también dónde roza y la diferencia de la temperatura con el aire que entraba).
•  Permanece atento a tu respiración.
 Cuando seas consciente de que aparece algún pensamiento (porque seguramente aparecerán y puede que no seas consciente hasta mucho tiempo después), vuelve suavemente a tu respiración.
• La mejor técnica para que desaparezca un pensamiento es quitarle la energía, y eso se hace quitándole la atención. Es decir, lleva tu atención a otro sitio, y como estás meditando en la respiración, vuelve la atención a la respiración.
• Hazlo de 10 a 15 minutos en la mañana y otros 10 a 15 minutos en la tarde.
Fijarse en la sensación que se produce en los agujeros de la nariz al entrar y salir el aire de la respiración.
Mantener la atención en esa percepción sutil y observar la total duración de cada inspiración y de cada exhalación.
Si es difícil, se pueden contar las respiraciones, o la respiración completa o contando la inhalación y la exhalación; empezando de nuevo cada vez que se pierda la cuenta.



viernes, 23 de octubre de 2015

Aquí está la solución a tus problemas (2)

¿Cómo entrar en el interior de uno mismo? Es muy posible que esta sea la segunda pregunta del millón. Después del ¿Quién soy?, ¿De dónde vengo?, ¿Adónde voy?, esta creo que es la pregunta que le sigue en importancia a las preguntas de la identificación, a esas preguntas en las que la respuesta nos sitúan un poco bajo el foco de lo que somos los seres humanos. Porque una vez sabido quienes somos, hemos de contactar con nosotros mismos, y ese contacto se va a realizar dentro, mirando al corazón, escuchando al alma; y para establecer el contacto dentro, hay que entrar, y para entrar hay que saber cómo.

Ya son muchas las personas que saben que son hijos de Dios, y saben que hacen aquí, pero no terminan, o mejor no empiezan a actuar como tal, como abanderados de la Divinidad, podríamos decir, espero no cometer un sacrilegio, como los auténticos voceros de Dios, como los auténticos representantes legales de sus intereses en la Tierra, ¿Quién mejor que un hijo para representar al Padre?

Y ¿Por qué no lo hacen? Pues porque no saben muy bien cómo actuar, el conocimiento que tienen es meramente intelectual, falta la experiencia, a pesar de esas meditaciones en las que cuando finalizan dicen “que fuerte”. Ese “que fuerte”, es como una gota de agua recibida, en comparación con el océano que les está esperando. La realidad es que pasar del conocimiento intelectual a la voz de la experiencia por haber integrado el conocimiento es posiblemente el paso más difícil que hemos de dar como seres humanos. Y ese paso es precisamente entrar a nuestro interior.

Por eso tenemos que hablar de la relajación, de la meditación, del viaje a la India, de la charla que escuchamos al maestro, al gurú o al monje tibetano, por eso tenemos que hablar de una determinada técnica o de lo intenso que fue el último intensivo. Todo esto son pasos correctos y posiblemente necesarios, aunque no imprescindibles, para poder dar el paso hacia nuestro interior, paso que significa dejar de vivir en la cabeza para vivir en el corazón, paso que significa abandonar la periferia de la conciencia para sumergirnos totalmente en ella.


El viaje hacia el interior, se realiza suavemente, deslizándose con la respiración consciente, después de dominar los pensamientos, manteniendo una atención constante y aceptando todo lo que el fluir de la vida nos ofrece, que no es más que aquello que nos envía el Universo, fruto de la atracción que nuestros pensamientos han generado con anterioridad.

Las cinco líneas anteriores bien podrían ser el prologo de cientos de tratados que hablan de la respiración consciente, de la atención plena, de la meditación, del perdón y de la aceptación, de la fuerza de los pensamientos y de las Leyes del Universo.

Cuando me siento delante de la computadora para escribir lo que será un nuevo post, lo hago solamente con una idea inicial, una especie de titulo, y nunca sé, en ese momento hasta dónde puede llegar. Es tecleando que van apareciendo las ideas que se van plasmando prácticamente sin ser totalmente consciente. En este caso, al llegar a estas cinco líneas he sido consciente de que me he metido, o me han metido, en un berenjenal, y de que la salida no va a poder ser lo que pretendía, que era escribir un post de dos folios máximo, esto se va a tener que convertir en una especie de tratado. No, por supuesto que no lo voy a hacer, no estoy preparado para eso, ya hay maestros que han dictado esos tratados, pero si voy a intentar, resumir ese prólogo de tratados según mi humilde, corta y personal experiencia.  


Así que aquí termina esta segunda entrada. Seguiré, utilizando el mismo titulo en las siguientes

martes, 8 de septiembre de 2015

Enseñame a meditar


            Los conceptos sanación y crecimiento, sanación y expansión de la conciencia, o sanación y construcción del carácter, no suelen ir habitualmente unidos. Es posible, en algunas ocasiones, que algunos terapeutas y sanadores, los unan, de alguna manera, cuando recomiendan a la persona que ha de realizar algún tipo de trabajo interior para recuperar su salud, al menos, su salud emocional.
            Pero cuantas enfermedades, cuantos sufrimientos, cuanta infelicidad, cuantos desequilibrios emocionales y cuantos problemas mentales, se podría ahorrar el género humano si nos enseñaran a buscar nuestro equilibrio interior antes, o a la vez que aprendemos a leer y a escribir.
            Nacer, crecer, envejecer y morir, es un ritmo continuo, y aunque para cada persona es una experiencia nueva, única e irrepetible, estamos en el mundo tan acostumbrados a ese fluir, que no suele afectarnos mucho al paso por cada una de estas estaciones hasta que nos toca transitarla personalmente. Y en este fluir continuo de la vida casi nadie se plantea que exista otra manera de vivir distinta a como se viene aprendiendo hace miles o millones de vidas. Vivimos para subsistir, ignorantes de nuestra procedencia, ignorantes de nuestro destino, ignorantes del camino a transitar e ignorantes del vehículo necesario para dicho transito.
            En cada uno de los ritmos de la vida, se intercala con frecuencia otro concepto, que es la enfermedad, y en el mismo aprendizaje nos enseñan que las enfermedades  se sanan, normalmente ingiriendo diversos productos, unos abogan por productos químicos y otros por productos naturales, pero en casi todos los casos hay que ingerir algo para contrarrestar la enfermedad, muy pocos hablan de equilibrio interior como remedio sanador, y mucho menos como remedio inhibidor de la enfermedad.
            Son pocos los que se han planteado que en vez de atacar la enfermedad se podría prevenir. Y aunque parezca que en la actualidad hay más seguidores de esta teoría, solo es un espejismo y palabrería que se utiliza como fachada de evolución en las redes sociales.
            Sin embargo la búsqueda y la consecución del equilibrio interior es la mejor medicina para atacar la enfermedad y, aun más, es el mejor inhibidor de enfermedades. 
            El amor, la felicidad, la paz, la serenidad, la alegría son estados que el ser humano busca afanosamente en el exterior, como todo. Para el ser humano no existe un interior, y ni tan siquiera comprende que el amor, por ejemplo, sea una energía y no sea una emoción generada por el contacto con otra persona. Como no comprende que el primer ser objeto de esa energía de amor ha de ser él mismo. Cree que esto, tal como se lo han enseñado es egoísmo. Es este planteamiento erróneo la base que va a sustentar la enfermedad. No sabe que el amor es energía, no sabe que se encuentra en su interior, no sabe que ha de amarse a sí mismo, y valorarse, y respetarse. No sabe que cualquier cosa que se encuentra en el exterior tiene fecha de caducidad. Por lo tanto, se “enamora”, hasta que un día dice que se acaba el amor, (El Amor, el auténtico Amor no se acaba nunca. Si alguien dice que se acabó el amor es que nunca ha amado), y ha de finalizar su relación. Eso le causa un dolor intenso, que no es más que energía, y como nadie le ha enseñado a manejar las emociones y vivir en el presente, recuerda el hecho de su separación un minuto tras otro, generando una energía que emponzoña todo su cuerpo energético. Esa mugre energética es la que va a ir alimentando su cuerpo y poco a poco enfermándolo. A partir de aquí le recetarán pastillas para que se olvide del hecho, pastillas para la ansiedad, pastillas para dormir y así una pastilla tras otra.
            Con lo fácil que hubiera sido si de pequeñito le hubieran explicado que es un alma, que tiene que activar su centro del amor por él mismo, que ha venido justamente a aprender a realizar esa activación para amar a toda la humanidad. Que en su aprendizaje se encontrará con otras personas con las que formará pareja una temporada para realizar una tarea determinada y que normalmente esa relación finalizará un día, y que gracias a su amor, a su respeto y a su generosidad, será una separación no traumática en la que se mantendrá el amor, sin dolor y sin sufrimiento.
            Ya que no nos han enseñado esto de pequeños, podemos intentar aprenderlo ahora. Podemos comenzar a realizar ese viaje a nuestro interior, y ese viaje comienza con el silencio. Con el silencio mental. Tienes que empezar a dominar tus pensamientos, tienes que aprender a vivir el “ahora”. Es difícil, es muy difícil, es dificilísimo. Te digo esto para que no pienses que te vas a sentar a silenciar la mente y lo vas a conseguir en un minuto. No. Es una tarea que no se consigue en mucho, en muchísimo tiempo, e incluso no se si se llega a conseguir alguna vez completamente.
            Pero mejor empezar. Cuanto más tarde se empiece más tiempo seremos infelices.
            Empieza por hacer algo muy sencillito. Se consciente de tu respiración:
  • Siéntate. Con los pies bien apoyados en el piso.
  • Deja las manos encima de los muslos con las palmas mirando arriba. (Déjate de mudras, solo vamos a aprender a respirar).
  • Cierra los ojos o déjalos una décima parte abiertos, para que entre un poco de luz y enfoca la mirada en la punta de la nariz.
  • Coloca la punta de la lengua tocando el paladar.
  • Trata de respirar por la nariz, tanto la inhalación como la exhalación.
  • Trata de hacer una respiración abdominal. El abdomen se infla cuando inhalas y de desinfla cuando exhalas. (Así respirarás menos veces que si haces una respiración clavicular. Y al respirar más lento se reducirá tu metabolismo y eso hará que los pensamientos parezcan también más lentamente).
  • Como a la segunda o tercera respiración ya vas a estar enganchado a algún pensamiento, para que eso no pase cuenta las respiraciones: Inhala 1, exhala 2, inhala 3, exhala 4, y así sucesivamente.
  • Cuando te des cuenta de que estás pensando vuelve a comenzar por uno.
  • A ver hasta cuanto llegas.
  • Con quince minutos cada día, de momento, tienes suficiente.
Muy bien. Estás meditando.


           

viernes, 6 de marzo de 2015

¿Animales racionales?


Vivimos a pesar de nosotros mismos.
Hari Krishan

            Desde antes de nacer, el corazón del ser humano empieza a latir en el útero materno, y no lo deja de hacer hasta que el alma decide abandonar el mundo de la materia; de la misma manera que la respiración, que comienza en el mismo instante en que nos asomamos a la vida, y no termina hasta el momento del regreso a la Energía Divina.
            El corazón latiendo, siempre latiendo y la respiración siempre con su vaivén, nos atan a la vida, de manera autónoma, de manera automática, sin que seamos conscientes de que es esa respiración y ese latir, los que nos mantienen con vida.
Vivimos a pesar de nosotros mismos, a pesar de lo mal que tratamos a nuestro cuerpo y de rebote a nuestro corazón, a pesar de olvidarnos de como se respira, utilizando músculos que nada tienen que ver con la respiración.
            Y, a pesar de la importancia, de la importancia vital de nuestra respiración y del latir de nuestro corazón, pocas son las personas que dedican un momento en su día para comprobar cómo es esa respiración, o como late su corazón.
 
            Al igual que los seres humanos, los animales también respiran y también tienen un corazón que bombea de manera permanente, y como muchos seres humanos, ninguno de ellos es consciente de la maravilla que está ocurriendo en su cuerpo. Sin embargo, los animales, en su nivel dentro de la evolución, no saben que ellos también son más que ese cuerpo que sólo se puede dirigir por los instintos. No tienen una mente que razona, una mente que les puede llevar a preguntarse qué hacen en la vida, o qué diferencia hay entre la vida y la no vida.
            Los seres humanos, casi todos, en algún rincón de su mente, tienen la conciencia de que son algo más que el cuerpo, muchos creen que tienen, o que son, algo que se denomina alma, aunque como no se ve, no saben ubicarla, y no se identifican, en absoluto con ella.
            Todo eso, en cuestiones de vida, hace que esos seres humanos se diferencien en poco de los animales, ya que rigen el cuerpo por los mismos instintos con los que se rigen los animales, comen cuando tienen hambre, aunque muchos, al contrario que los animales, siguen comiendo después de saciada la necesidad de comer; beben incluso cuando no tienen sed, y en ocasiones bebidas dañinas para el cuerpo; y satisfacen, como los animales, sus necesidades fisiológicas de manera instintiva.
            En casi todas las cuestiones referentes al cuerpo, la diferencia entre el animal que se rige por los instintos, y el ser humano que tiene una mente racional, es mínima.
            ¿Cómo ser más humanos racionales y menos animales instintivos? Aunque resulte paradójico, lo podemos conseguir siendo conscientes del cuerpo. Y se es consciente del cuerpo sintiéndole, sintiendo sus sensaciones, sintiendo su respiración, sintiendo sus latidos. Es en esos momentos en que estamos sintiendo el cuerpo, cuando podemos despegarnos de él, cuando podemos, aunque sea por un instante, conectarnos con eso otro que realmente somos, con el alma. Es a partir de ahí, cuando no sólo nos despegamos del animal, sino que también nos despegamos del ser humano normal, para atisbar nuestra propia divinidad, convirtiéndonos, aquí en la Tierra en superhumanos, con todos nuestros poderes divinos desarrollados.
            No somos el cuerpo. El cuerpo sólo es, aunque de vital importancia, el vehículo del alma; el instrumento desde el cual tenemos que realizar nuestro trabajo de acercamiento a nuestra Divinidad, el instrumento para nuestro aprendizaje, el instrumento desde el que hemos de vivir todas las experiencias humanas, sin apegarnos a ellas. ¡Siéntelo!
 

miércoles, 15 de octubre de 2014

Pensamientos


            Los pensamientos no son más que energía. Son nubecitas de energía que se encuentran en una de las capas del aura, el cuerpo mental.
El acto de tener un pensamiento concreto pone en vibración el cuerpo mental. Esta vibración se transfiere a la materia astral de la persona, desde aquí afecta a las partículas etéricas del cerebro, y por medio de estas, pone en acción la materia gris más densa del cuerpo físico, y así se expresa un pensamiento. Todos estos pasos son los que se realizan para que un pensamiento se convierta en conciencia activa en el cerebro físico.
El pensamiento en nosotros, es el que actúa, el que crea y cumple los decretos de la voluntad. La persona puede crear en sí misma cualquier cualidad deseada, mediante pensamiento sostenido y concentrado, mediante la meditación.
Pero la mente de la persona que es incapaz de eliminar vacilaciones y que deja sus problemas sin resolver, no puede ni alcanzar concentración ni meditar.
La materia mental, igual que cualquier otra, está sujeta a las leyes de hábito, y es posible entrenarla mediante práctica constante, hasta que se habitúe a quedar estable, para de esta manera, poderla moldear a voluntad y convertirla en un sirviente obediente del verdadero ser.
El mejor medio y más rápido para dominar la divagación de la mente es, sin duda, el empleo de la voluntad.
            El poder de concentración se puede adquirir en la vida cotidiana, enfocando toda nuestra atención sobre lo que hacemos; poner en ello todo nuestro poder y ejercitarlo lo mejor que sabemos. ¡Fíjate, estamos hablando de meditación!
No debería pasar un solo día, sin practicar ejercicios para la mente, ya que sólo mediante el ejercicio se fortalece; el abandono significa siempre debilidad y, con el tiempo, atrofia. Es como cualquier músculo, si lo ejercitas se fortalece.
Cuando no ejercitamos la mente permanecemos atados a sus antojos, y uno de los antojos más apetecidos por la mente son las preocupaciones. ¿Qué es una preocupación? Podríamos decir que una preocupación es el proceso de repetir la misma línea de pensamiento una y otra vez, con ligeras modificaciones, sin llegar a un resultado determinado; y, a veces, sin ni siquiera buscarlo.
            Incluso la misma palabra la define: Pre-ocupación, es decir, ocuparse antes de tiempo.
 
            La mente no quiere perder el control, y para eso necesita estar siempre trabajando. Una buena manera, para ella, es sacar un tema a la luz, y darle vueltas y más vueltas. Por supuesto que no quiere llegar a ningún resultado, ya que entonces se acabaría lo que ella considera su control. Y la persona, que normalmente carece de voluntad y de carácter, no puede enfrentarse a ella, ya que ni siquiera sabe, en la inmensa mayoría de los casos, que está siendo dominada por la mente.
El resultado de esto, es una persona preocupada, dándole vueltas al mismo tema de manera permanente, hablando a todo el mundo de “su problema”, “de cómo puede ser”, “de lo infeliz que se siente”, “de lo injusta de la vida”, etc., etc.
“Somos exactamente lo que pensamos”. ¿Qué será entonces una persona imbuida en una misma línea de pensamiento permanentemente? Pues será lo que su mente la va presentando: Será un reflejo de su preocupación.
Energías de la misma calidad se atraen, con lo cual, la persona está atrayendo a su vida, justamente aquello que ocupa su mente una hora tras otra. Está diseñando su vida con su preocupación.
¿Qué hacer? Lo primero es ser consciente del dominio que la mente está ejerciendo, y una vez consciente, es momento de ponerle remedio.
Un remedio rápido para salir de la preocupación es ser consciente de la respiración. Como el pensamiento es energía, lo que ocurre manteniendo el pensamiento, es alimentarle, es darle más energía. De nada vale decir: “No quiero tener este pensamiento”, porque vas a seguir teniéndolo. ¿Qué pasa cuando alguien te dice que no pienses en un elefante blanco?, pues que lo primero que viene a tu mente es justamente eso, un elefante blanco.
Lo que se ha de hacer para dejar de alimentar el pensamiento es llevar la atención a otro punto, y el mejor es la respiración, ya que es algo que siempre está en nosotros. Llevando la atención a la respiración, sintiendo el aire que entra y el aire que sale, sintiendo donde roza el aire en las fosas nasales al entrar y al salir, sintiendo la diferencia de temperatura entre el aire que entra y el que sale, se deja de dar energía al pensamiento, y este desaparece. Es posible que retorne al cabo de pocas respiraciones, es igual, para eso está la voluntad, se vuelve a la respiración todas las veces que sea necesario.
Sin embargo, la  mejor manera de deshacerse de un canal de preocupación, es llevar a la mente el pensamiento opuesto. En ese momento, la persona, está utilizando “su voluntad”, está “fortaleciendo su carácter”, está “tomando las riendas de su vida”, está “comenzando a caminar por el camino de la felicidad”, está “tomando fuerzas desde su interior”, está “acercándose a Dios”.
Pero, a veces, no se sabe muy bien cuál es el pensamiento opuesto al pensamiento de la preocupación, e incluso aunque se sepa, puede ser difícil mantener el pensamiento contrario. Por ejemplo: El canal de preocupación de una madre, puede ser producido por que el niño no estudia lo suficiente y no va a superar el curso. ¿Cuál es el pensamiento contrario?, ¿Pensar que el niño es muy listo y estudia mucho? Si, ese es. Pero la realidad va a golpear a la madre, ya que el niño va a seguir sin estudiar, además la madre va a atraer, debido a su preocupación más desidia y menos ganas de estudiar para su hijo. Entonces ¿Qué? Lo que ha de procurar la madre, además de todas las acciones que haya puesto en marcha para que el hijo estudie, es sacar la preocupación de la mente, y lo mejor, ya que el pensamiento contrario es difícil de mantener, es reflexionar en meditación sobre un pensamiento mucho más grande tal como: Yo Soy Paz, Yo Soy Amor, Yo Soy Alegría, Yo Soy el Alma. Y no solamente en meditación, se puede mantener ese pensamiento a lo largo de todo el día.
A medida que se va reflexionando, la Paz, la Alegría y el Amor van a envolver a la persona, con lo cual va a ir desapareciendo cualquier tipo de preocupación.
Porque no solamente hay que dominar a la mente para aprender a pensar, sino también  hay que aprender a dejar de pensar a voluntad. Dejar de pensar a voluntad se consigue cuando la persona lleva la atención a su interior.
Todo esto es mucho más fácil meditando. La meditación es lo contrario a la preocupación, ya que meditar es dirigir a la mente concentrada y fijamente, a cualquier objeto. Y ¿Qué mejor objeto que la paz, el amor y la alegría?