El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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martes, 20 de febrero de 2024

Vivir la vida (3 de 3)

 


       Sin embargo, mientras se espera que lleguen los resultados esperados, la persona puede pasar a la siguiente y definitiva fase, que es “aceptar”.

          La aceptación hace que se asuma la realidad de lo que está ocurriendo.

        Aceptar es ver las cosas como son, no como a la persona le gustaría que fueran. Es observar las situaciones y los sucesos, sin juzgar, sin esperar nada, ya que cuando no se acepta, y se espera algo, es una prueba clara de que se quieren controlar las situaciones, controlar a las personas, controlar el mundo. Y no funciona así.

La aceptación es como un puente que lleva de la decepción a la paz, del dolor a la alegría, del sufrimiento a la felicidad.

Aceptación es vivir el presente, es vivir la realidad, tal cual es, es vivir a los demás como lo que son, seres divinos. La aceptación, al mantener a la persona en la realidad, lejos de vivir una vida de pensamientos, le permite ser consciente de todas las oportunidades que le rodean, para poder fijar y seguir el rumbo de su vida hacia la felicidad.

Aceptar significa no juzgar nada, ni nuestro, ni de los otros, ni del interior, ni del exterior, las cosas son como son y no hemos de tener ningún interés en como deberían ser, en como tendrían que ser, en como pensamos nosotros que han de ser.

Aceptar, evitando el sufrimiento se abre un abanico de posibilidades ante otras posibles opciones. Se puede plantear como: “voy a aprender de lo que me ha ocurrido y voy a seguir mi camino”. ¿Cómo? Redirigiendo mi vida hacia otra dirección que me convenga y me haga feliz.

Algunos aspectos a tener en cuenta para que sea más fácil la aceptación:

-     Comienza con una pregunta, ¿para qué a mí?, en lugar de preguntarse ¿por qué a mí?

-    El pasado no existe, no se puede volver atrás. No se puede cambiar lo que pasó. Se puede aprender para no repetirlo.

-  No aceptar la realidad es como querer borrar el presente, la rutina, todo lo conseguido hasta el momento.

-       Admitir los errores y perdonarse por ellos.

-       Buscar soluciones a los problemas actuales.

-       Agradecer todo lo que se tiene.

sábado, 30 de septiembre de 2023

Decisiones de vida

 


Los seres humanos nos pasamos la vida tomando decisiones con las que deseamos conseguir unos objetivos que, unas veces se cumplen y otras no tanto. Unas decisiones nos complacen porque se cumplieron nuestros deseos, calificándolas como acertadas, renegando de otras que más parecieran ser un castigo por las nefastas consecuencias producidas.

Aunque todos los manuales nos dicen que el pasado ya no existe, si echamos la vista atrás comprenderemos la razón de muchas de nuestras decisiones y, a pesar de ser conscientes de que muchas de ellas fueron tomadas sin una base sólida y sin analizar las posibles consecuencias, podemos entender la razón de tales decisiones por lo que, en su momento, provocaron en nuestra vida.

Por lo tanto, de la misma manera que nada es bueno o malo, porque “solo es”, ya que el calificativo es un producto de nuestra mente, las decisiones tampoco son correctas e incorrectas, únicamente son decisiones. Porque lo que en un principio parece ser nefasto, analizado a través del tiempo, se comprende que fue algo necesario para algún aspecto importante de la vida.

Me viene a la memoria la historia de un campesino chino que circula por la red, de la que no se la autoría.

Había una vez un campesino chino, pobre pero sabio, que trabajaba la tierra duramente con su hijo. Un día el hijo le dijo:

- ¡Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el caballo.

- ¿Por qué le llamas desgracia? - respondió el padre - veremos lo que trae el tiempo.

A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.

- ¡Padre, qué suerte! - exclamó esta vez el muchacho - Nuestro caballo ha traído otro caballo.

- ¿Por qué le llamas suerte? - repuso el padre - Veamos qué nos trae el tiempo.

En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se encabritó y lo arrojó al suelo.

El muchacho se quebró una pierna. - ¡Padre, qué desgracia! - exclamó ahora el muchacho - ¡Me he quebrado la pierna!

Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció: - ¿Por qué le llamas desgracia? ¡Veamos lo que trae el tiempo! El muchacho no se convencía de la filosofía del padre, sino que gimoteaba en su cama.

Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.

El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o bueno.

Solo el alma tiene un conocimiento completo de la razón de la vida, pero, claro, el alma no habla o, al menos, eso parece, y no nos puede comunicar que es lo que estamos haciendo en esta vida.

Sin embargo, el alma si habla, y sabedora de cuál ha de ser nuestro camino, nos sisea la ruta que hemos de tomar y, a veces, la tomamos, sin analizar las posibles consecuencias, dándonos de bruces con una alfombra de pétalos de flores o haciéndonos caminar sobre los puntiagudos guijarros de un acantilado. Pero los diferentes caminos, si se analizan con seriedad, con la perspectiva que da el tiempo, podremos comprobar que eran necesarios.

martes, 20 de septiembre de 2022

Mirando al pasado

 


Capítulo IX. Parte 3. Novela "Ocurrió en Lima"

        Una pregunta martilleaba en mi mente, ¿había merecido la pena haber salido huyendo ante cada posible relación, para vivir en esa asfixiante soledad?

 Poco duró la oscuridad y la pregunta, porque una nueva visión ocupó el espacio donde estaba instalada la oscuridad.

Estaba en la sala comedor de una modesta casa en la que, aparte de la citada sala, contaba con una especie de cocina y una habitación con dos camastros. Se notaba la falta de lujos. Podría
hablarse de pobreza, sin embargo, la falta de dinero no era en nada comparable a la soledad que había sentido con anterioridad. Me sentía pobre o, mejor diría, sin dinero, pero era feliz.

A mi lado, comiendo una sopa en la que, de vez en cuando, aparecía flotando un garbanzo, se encontraban, una mujer y dos niños de no más de diez años.

Por la ropa que llevábamos debíamos estar, por el siglo XIV o XV, en algún lugar de Europa y, en Helena, la mujer que reía con las gracias de nuestros hijos, me pareció reconocer a Indhira.

Llevábamos casados doce años, a pesar de mi cojera. No había muchos trabajos bien remunerados para un tullido como yo, pero eso no fue obstáculo para que Helena y yo nos enamoráramos, perdidamente, el día que apareció ante mí, con unos zapatos para que los arreglara. Era mi oficio, zapatero remendón.

Nuestros hijos de 6 y 10 años eran felices, como nosotros.

En ningún momento tuvo mi esposa ningún género de duda ni por mi defecto físico, ni por mi oficio, ni por mi pobreza. Y yo tampoco. Nos enamoramos y nos casamos a pesar de la oposición de su familia que ilusionaba para ella un marido de alta alcurnia que la sacara a ella y a la familia de la pobreza. En nuestra historia pudo más el amor.  

Desapareció la visión y me encontré, de nuevo, sumergido en la nada. Parecía que, ahora, el intervalo era mayor, dándome tiempo a analizar cada una de las dos situaciones en las que me había contemplado.

Visto desde la objetividad que otorga la distancia, elegiría, sin ninguna duda, la vida del tullido, sin dinero, pero lleno de amor y felicidad, antes que la vida sin sobresaltos del hombre sin problemas económicos, pero triste y solitario, durante toda su vida. Aunque, con la idiosincrasia de la sociedad, con que nos encontramos los seres humanos al llegar a la vida, y con sus enseñanzas, muchos apostarían por la vida del hombre mayor, recluido en la residencia, antes que apostar por la vida de un tullido, pobre de solemnidad y zapatero remendón.

En la composición satírica más célebre de Francisco de Quevedo, “Poderoso caballero es don Dinero”, escrito en el siglo XVI, se hace una exposición y reconocimiento irónico del poder del dinero, que trastorna los valores morales y que induce a las personas a cualquier cosa para poseer riqueza. En la actualidad, tiene una vigencia absoluta o aún mayor que en su época. Vivimos para el dinero.

¡Qué diferente sería la vida si nos enseñaran a ser felices antes que enseñarnos a ganarnos la vida! Porque de tanto enseñarnos a ganar la vida del cuerpo, perdemos la vida del alma, sin remedio.

Y, sin embargo, entiendo que es necesario el dinero, pero las enseñanzas tendrían que mantener un equilibrio entre aquello que necesita el cuerpo y lo que necesita el alma. No podemos olvidar que, sobre todo, somos un alma viviendo una experiencia humana.

Nada más llegar a esa conclusión, una nueva situación apareció ante mí. Estaba en alta mar en una rústica barca, acompañado por otro marinero, de más edad, que era quien manejaba el timón y daba las órdenes de lo que había que hacer.

-    Hijo, echa la red. Este es un buen sitio –dijo el patrón que, por la manera de dirigirse a mí, estaba claro que era mi padre.

Estuvimos pescando toda la noche echando y recogiendo la red. Cuando el sol comenzaba a hacer su aparición, por el horizonte, mi padre puso rumbo a la costa. Había finalizado nuestra jornada laboral

Al llegar a la playa nos esperaba una mujer. Era mi madre. De nuevo me pareció reconocer a Indhira en su mirada. Éramos una familia feliz que vivía en armonía. Yo ya estaba casado y mi esposa, embarazada de nuestro primer hijo, nos esperaba en la casa.

Al poco de nacer nuestro hijo mi padre falleció y mi madre siguió viviendo con nosotros, hasta su muerte, con casi cien años de vida.

Me empezaba a doler la espalda por estar tanto tiempo acostado en el sofá, que, por cierto, no era demasiado cómodo, cuando una nueva visión apareció ante mí. Y no era un hombre. Era mujer. Era una monja que residía en un monasterio en algún lugar de España. Era una comunidad de monjas, allá por el siglo XI. Era la monja más joven del monasterio y, con harta frecuencia, recibía amorosas reprimendas de la madre superiora.

Todas las reprimendas eran ocasionadas por mi ímpetu de juventud que, a pesar de los votos prometidos a Dios de pobreza, castidad y obediencia, mi tendencia natural de rebeldía, ante las injusticias, me llevaban al despacho de la madre superiora con demasiada frecuencia.

Yo pensaba que mi pecado no era tan grave. Me escapaba del monasterio solo para llevar comida a los pobres que, en aquella época, eran mayoría en la población.

He de reconocer que las reprimendas de la madre superiora eran tan suaves que más parecían darme permiso para nuevas escapadas.

La madre superiora volvía a ser Indhira.

La visión avanzó, como una película, a cámara rápida, por toda la vida de aquella monja, que sobrevivió, por pocos años, a la madre superiora. Fue, también, una vida tranquila llena de amor hacia Dios y extrapolaba ese amor ayudando a los más necesitados. 

Sentí como Ángel levantaba su mano de mi frente y, de inmediato, volvió la oscuridad.

lunes, 19 de septiembre de 2022

Siempre hay una salida. ¡No te preocupes, ocúpate!



            

        Una preocupación es un proceso mental, proceso en el que la mente permanece, casi de manera constante, dando vueltas a un mismo tema, con ínfimas variaciones, y sin querer encontrar una solución.

Es claro que la mente no quiere encontrar ninguna solución, porque si la encontrara, en ese momento, se acabaría la preocupación, y la mente dejaría de tener el control.

En los momentos de preocupación, la persona no tiene ningún poder sobre sí misma, ya que todo el poder lo ostenta, en ese momento, la mente.

La preocupación se alimenta por sucesos acaecidos en el pasado, por problemas presentados en el presente, o por la incertidumbre sobre deseos del futuro.

En cualquiera de los tres casos, la preocupación consume una gran cantidad de energía, afecta de manera negativa al sistema nervioso, mantiene a la persona irritable y malhumorada, y a la mente ocupada hasta el extremo de nublarse completamente,  perder la capacidad de raciocinio, encontrándose fuera de la realidad.

No es necesario decir que darle vueltas y más vueltas a un suceso pasado, no cambia en absoluto dicho suceso, no hay vuelta atrás, no tenemos poder para retroceder en el tiempo. Lo hecho, hecho está. En este caso solo queda la aceptación, asumir el hecho, e integrar la enseñanza.  De la misma manera, obsesionarse con lo que pueda pasar en un futuro, no va a llevar a la persona a buen puerto, y posiblemente afecte negativamente en la consecución del deseo, sobre todo si el pensamiento va encaminado en una dirección negativa. Recordar que energías iguales se atraen.

Para la preocupación generada por problemas del presente, se ha de tener en cuenta que siempre hay una salida para los problemas, por lo que no hay que preocuparse. Mientras dure la preocupación va a ser imposible encontrar esa salida. Es imprescindible que se limpie y se aclare la mente para que pueda dedicarse a la búsqueda de la solución.

No se trata de hacer caso omiso a los problemas. Así es claro que no se van a resolver, de la misma manera que tampoco se van a resolver con la preocupación.

Lo que se ha de hacer es buscar la calma y la serenidad interior para analizar las distintas posibles soluciones y aplicar la mejor para solucionar el problema.

¿Cómo encontrar la calma? La calma se puede conseguir mediante la meditación y mediante la oración, entregando el problema a Dios y pidiéndole iluminación en la búsqueda de la solución. Siempre llega, aunque no lo parezca, o que la solución que llegue no nos agrade. Mientras la persona no se encuentre en meditación o en oración, la mente va a seguir con su proceso de preocupación, por lo que es bueno ocuparla, cuanto más tiempo mejor, en pensamientos conscientes de “alta frecuencia”. Estos pensamientos tienen una doble función: Por un lado, ocupan a la mente impidiendo el proceso de la preocupación, y por otro incrementa el nivel de energía en la persona y limpia las energías negativas generadas por los pensamientos de “baja frecuencia” de la preocupación.

Estos pensamientos de “alta frecuencia” son del tipo: “Yo Soy el alma”, “Yo Soy paz”, “Yo Soy amor”, Yo Soy……. con todo lo bueno que deseas para ti.

Con la mente en calma, va a ser muy fácil encontrar la mejor solución. ¡Ah! y si el problema no parece tener solución, no le des vueltas y aprende a convivir con eso que llamas problema.

sábado, 27 de enero de 2018

Pasado

El pasado ya no es y el futuro no es todavía.

San Agustín

Es un deporte mundial vivir anclados en el pasado. Lamentándose por lo que se hizo, por cómo se hizo, o por no haber hecho. Tenga presente que todo lo que se hace se hace de la mejor manera que la persona puede. Nadie hace nada mal a conciencia, sobre todo, si es algo de lo que luego puede arrepentirse.


No se juzguen, no se critiquen. Todo lo que hacen, por lo menos, para ustedes mismos, lo hacen con la mejor intención, con la intención de conseguir alcanzar alguna meta. Si no lo consiguen varíen algún aspecto del camino para conseguir resultados diferentes, pero no lo conseguirán, seguro, menospreciándose a sí mismos. Recuerden: energías iguales se atraen. Si piensan que son unos burros, al final rebuznarán.


            Hay un refrán que dice: “A lo hecho pecho”, que significa que, si lo hecho es irremediable, y malo, hay que tener fortaleza y valor para aceptarlo.

            Que sirva de lección para rectificar en el futuro, para que no vuelva a suceder. Pero lamentarse y flagelarse eternamente no cambia el hecho. ¡Para que sufrir!

            De la misma manera, aunque estemos tratando de cuestiones hacia uno mismo, podemos desviarnos unas décimas, para entender que los otros, también han hecho las cosas lo mejor que sabían, por lo tanto, eviten cualquier tipo de crítica.

            Cada vez que se rememora un hecho del pasado, la mente siempre lo interpreta como presente, ya que para ella no existe pasado, siempre existe en presente lo que la ocupa en cada momento. Por lo tanto, cada vez que rememora un suceso es como si lo estuviera viviendo en ese momento, generando la misma energía que se generó entonces, el mismo dolor, el mismo sufrimiento. ¿Merece la pena sufrir permanentemente por un mismo suceso?

            Lo mejor es aceptarlo.

Si fue por algo que hicieron y se arrepienten por los resultados, ya no pueden hacer nada más que extraer la enseñanza, y procurar que no se vuelva a repetir para evitar el sufrimiento.

Si fue por la pérdida de un ser querido, tampoco le van a traer de vuelta con su dolor permanente. Así que acepten el hecho, y si les apetece recordar algo, recuerden los buenos momentos vividos con esa persona.

Si fue por algo que les hicieron, pongan los medios para que no vuelva a suceder, como puede ser, no frecuentar a esa persona.

Sea cual sea la razón de su viaje al pasado, no consigue más que avivar la llama del dolor. En sus manos está vivir el dolor o alejarlo de usted.




domingo, 26 de marzo de 2017

Sin pasado, sin presente, sin futuro

El ayer ya no existe, el mañana tampoco y, si me apuran, tampoco existe el presente. Existe un continuo de tiempo, un continuo de conciencia. Sin embargo, los hombres son incapaces de vivir ese continuo, ese mágico momento, siempre nuevo, que se va desgranando ante su conciencia. Pero no lo ven, no lo perciben, no lo sienten porque se quedan anclados en su pasado maniatando a su conciencia. Dan un salto para intentar instalarse en el presente, pero tampoco lo consiguen, porque se vuelven a anclar en otro pasado o, a veces, se pasan en el salto y aparecen en el futuro.



Con lo cual viven de recuerdos que solamente existen en su mente y de programaciones de futuro que solo existen en sus deseos. Y la vida pasa y pasa sin que sean conscientes de la belleza, de las sincronicidades y de las oportunidades que la vida, en su eterno discurrir, les presenta una y otra vez.

Ese anclaje al pasado o ese suspirar por sus deseos de futuro solo es apego. Se apegan a situaciones, es igual que hayan sido agradables o no, ya no existen, y enganchados a la situación pasada no pueden ver el ahora, no pueden vivir porque tienen la vida ocupada, no pueden sentir porque tienen prisioneros a los sentimientos, no pueden ver porque no miran, no pueden resolver porque tienen congestionada y llena de ruido su mente.

Viviendo el "ahora" se desapega el hombre del ayer y se olvida del mañana, ¿Quién sabe si existirá para él un mañana?, y en todo caso, serán sus acciones de hoy las que determinen cómo será su mañana.


Viviendo el “ahora” el hombre no solo se responsabiliza de sí mismo, sino que acepta todo lo que la vida le presenta, que no es, ni más ni menos, que lo que el mismo hombre había programado para su existencia.


viernes, 27 de marzo de 2015

Sólo importa la vida


            Vivir significa disfrutar de cada momento de la existencia,
 tengamos diez años u ochenta.
Og Mandino

            No importa quién eres al otro lado de la vida, no importa quién hayas sido en vidas anteriores, ni importa que no tengas conocimiento de cuál es tu misión, ni tan siquiera cuanta es la cantidad de Karma pendiente.
Lo único importante es tu vida actual. Todo lo que tengas que aprender, todo lo que tengas que enseñar, todo lo que tengas que pagar y todo lo que tengas que cobrar, lo has de hacer en esta vida, con este cuerpo y con las circunstancias que te has dado.
Todo lo demás no es importante, ni poco ni mucho. Todo el trabajo es aquí y ahora.
Aprende a respetar a la familia, a los amigos, a los enemigos, a los desconocidos, aprende a compartir con quien no tenga, aprende a ayudar a quien lo necesite, en definitiva, aprende a amar a todos, sin distinción, y nada más importa.
Si te queda Karma pendiente, ya lo programarás para liberarte de él en próximas vidas, en esta, no vas a poder hacer nada con él, así que no te preocupes, porque mientras distraes tu atención por ese Karma en el que no puedes actuar, estás dejando de prestar atención al Karma que te has traído a esta vida, en el que si puedes actuar.
 
Si en otras vidas has sido rey o mendigo, héroe o asesino, tampoco importa, lo que importa es lo que eres, porque es con esta personalidad que te has dado con la que vas a realizar tu aprendizaje para esta vida.
Tenemos, todos, verdadera locura por conocer cosas que nada importan para nuestro crecimiento. Mientras pensamos que es lo que hemos venido a aprender, no lo estamos aprendiendo, porque lo único que estamos haciendo es darle pábulo a la mente, solo es una argucia más que nos presenta la mente para no perder su poder, la diferencia con otras mentes más mundanas es que le da vueltas a temas que nos apasionan, como las vidas pasadas, el espacio entre vidas, nuestra misión y nuestro futuro. Es decir, una forma de volver al pasado o de viajar al futuro envuelto en papel de regalo y con un lazo de colores.
No hay diferencia entre esos pensamientos y los pensamientos de riqueza, de pobreza, de enfermedad o de cualquier otro tipo. Estos, y los otros, sólo son pensamientos, y hay que erradicarlos, hay que dominar a la mente, en definitiva hay que meditar.
La no consecución de los deseos, ya sean materiales, emocionales o espirituales, generan ansiedad y nos alejan de la paz que necesitamos para estar abiertos al libre fluir de la vida, para poder así ser conscientes de las oportunidades que pasan delante nuestro, que son muchas y se presentan de manera permanente para poder cumplir nuestra auténtica misión.
No nos ceguemos con el brillo de lo que hemos sido, porque la ceguera nos a impedir ver quiénes somos realmente; no le demos vueltas a las cosas que hemos de hacer, porque las vueltas no nos van a permitir hacer lo que hemos de hacer. Aceptemos y disfrutemos la vida, porque es la mejor que podemos tener, y además no tenemos otra. 

lunes, 23 de marzo de 2015

Comprar la vida


Perlas para el alma

 
“Para mí la meditación es algo más que un pasatiempo. Es algo así como un refugio donde olvido el pasado y principalmente el futuro, teniendo en cuenta además, que algunos creen que no tengo futuro por estar enferma, aunque la verdad es que nadie tiene futuro, sanos o enfermos, porque nadie tiene comprada la vida”.

Del Diario de Patricia (11)

sábado, 16 de agosto de 2014

Memoria de pez (Las preguntas del millón)


            Tengo una memoria muy selectiva, o casi mejor llamarla memoria de pez, todo lo que no es importante para algo en mi vida lo olvido en tres segundos. No recuerdo títulos de películas, ni de canciones, ni de libros, no recuerdo caras ni nombres, me pierdo en cualquier ciudad y en cualquier carretera. En fin, me parece que no podré contar batallitas, ni muchas ni pocas, cuando sea un poco más abuelo. Supongo que alguien pensará que soy un desastre.
            Pero sí recuerdo, como si fuera hoy, cuando comencé a hacerme las preguntas del millón: ¿Quién seré realmente?, ¿Vendré de algún lugar?, ¿Qué hago aquí?, ¿Para qué habré venido?, ¿Iré a algún sitio cuando me muera?
Estaba realizando un curso de capacitación para comenzar a trabajar en una empresa en la que había aprobado las oposiciones. Aun no había cumplido los dieciocho años.
            Cada día subía en el ascensor, grande, en aquella época me parecía enorme, con un buen número de personas, trabajadores de la empresa, y estudiantes como yo. Siempre he sido tímido y callado, y creo que mejor escuchador que hablador. Es increíble lo que se puede aprender únicamente escuchando. Sin embargo, en ese ascensor no aprendía mucho porque siempre escuchaba las mismas conversaciones: Los lunes, que vaya rollo tener que trabajar después del fin de semana, y los resultados de la jornada futbolística del domingo, el mejor gol, la mejor jugada, el resultado más sorprendente, en fin, un resumen completo de casi todos los partidos. Pensaba entonces, y sigo pensando, a pesar de que yo también tengo cierta simpatía por algún equipo, que me parecía una tontería comentar con tanto entusiasmo, las patadas que veintidós niños, forrados de dinero, le daban a una pelotita. Los martes, miércoles y jueves se comentaban los programas, muchos de ellos basura, de la televisión, y los viernes, el día grande, todo el mundo contento porque llegaban dos días de fiesta.
           
             Pensaba entonces que vaya tontería de vida la de los comentaristas del ascensor, y la de tanta y tanta gente que hacia lo mismo. Así se pasaban hasta los sesenta y cinco años, para después jubilarse, enfermar, y más tarde o más temprano morir.  ¿Y?, ¿De qué les había servido la vida?, ¿Para qué les había servido tanta ciencia futbolística o tanto saber de moda o de dietas de adelgazamiento?
            Ante tanto despropósito, me parece totalmente normal, y me alegro infinito de que mi memoria se especializara en olvidar tanta simpleza. Sin embargo, tener esta memoria selectiva, o casi memoria de pez, tiene grandes ventajas. La más importante es que nadie puede ofenderme. Las ofensas las olvido con la misma facilidad que se me olvida el día en el que vivo. Vivir de esta manera, sin tener en cuenta lo que los demás opinen, lo que los demás juzguen o critiquen, tiene grandes ventajas, ¡Soy feliz!, y lo soy, a pesar de que a la mayoría de las personas parece que la felicidad de los demás les incomoda, y se encargan de meter en el cerebro de todo el mundo la mayor cantidad de basura que pueden. ¡Pobres de los que no tienen memoria de pez y recuerdan cada palabra, cada ofensa, y cada carga de culpabilidad que los demás esparcen generosamente encima de ellos!
La memoria de pez es otra ventaja para vivir en el presente. No se puede ir al pasado porque no se recuerda y no se pueden hacer muchos planes de futuro porque no sirven de nada, se me olvidan enseguida. En fin, que lo que muchas personas pueden calificar como desastre, para mi es una bendición de Dios.
            No sé si los comentaristas del ascensor se habrán hecho alguna vez las tontas preguntas del millón. Yo además de hacérmelas, he intentado encontrar las respuestas, y creo que lo he conseguido, conozco las respuestas, y ahora estoy inmerso en el difícil trabajo de integrar en mí ser las respuestas.
Continuará………………………

miércoles, 9 de julio de 2014

El tiempo, una ilusión


            Había un tiempo, antes del tiempo, anterior a la vida, anterior a cualquier Ser manifestado, en el que todo era Dios, solo Dios. Todo era un Principio Omnipotente, Eterno, Sin Límites, Inmutable, todo lo que existía era la Energía Divina, todo lo que existía era la eternidad del Universo, en el que aparecían y desaparecían mundos, como si del flujo y reflujo de las mareas se tratara.
            No había en ese tiempo más Alma que el Alma Suprema. No había almas individuales, no había existencias independientes. Y así fue hasta que las Chispas Divinas brotaron del Alma Superior.
            No existía el tiempo, ya que este es sólo una ilusión producida por la sucesión de nuestros estados de conciencia en nuestro viaje a través de la Vida Eterna, y no existe donde no existe conciencia porque no puede producirse la ilusión. No había Almas, no había conciencia, no había tiempo.
            No existía y tampoco existe ahora, lo que denominamos presente, ya que este es solamente una línea que separa la parte de la Vida Eterna que llamamos el futuro, de la otra parte que llamamos el pasado.
            Nada hay en la Tierra que tenga verdadera duración, pues nada permanece sin cambio, nada es lo mismo durante la billonésima parte de un segundo; y la sensación que en realidad experimentamos de la división del tiempo, tiempo que se conoce como presente, nos viene de la impresión momentánea de las cosas que nuestros sentidos nos comunican al pasar dichas cosas por la conciencia de lo que nuestra ilusión, denomina el futuro, a la región de los recuerdos a la que damos el nombre de pasado.
          
  Las personas y las cosas reales, efectivas, tangibles, no son únicamente lo que se ve en cualquier momento dado, sino que están constituidas por la suma de todas sus condiciones, condiciones de todo tipo, condiciones cambiantes, desde el momento que aparecen en su forma física en la Tierra, hasta que desaparecen de la materia del plano físico.
            Estas “sumas totales” existen de todas las cosas de la eternidad en el futuro, y pasan gradualmente a través de la materia para existir en el pasado. Imagínate una piedra: Existe, la ves, la puedes tener en la mano, puedes sentir su forma, su textura, puedes ver su color. (Podríamos decir que es el tiempo que las personas y las cosas se encuentran en su estado físico). Pues ahora, tira la piedra al mar. Has dejado de verla, has dejado de sentirla. (Es el tiempo que las personas y cosas pasan a su estado “no físico”). ¿Quiere decir que no existe?, no, sencillamente no existe para ti, pero la piedra sigue ahí, ahora bajo el mar. Pues así sucede a las personas y a las cosas que, cayendo de la materia a la “no materia”, se presentan momentáneamente a nuestros sentidos, conforme van pasando a través del tiempo y el espacio, en su camino de una a otra eternidad; y son estas eternidades y el espacio entre ellas, lo que constituye la totalidad de la Vida, Vida de la que únicamente somos totalmente conscientes cuando nos encontramos fuera de la materia, ya que en ella solo seremos conscientes de la vida en la materia.
            Nuestras ideas, acerca de la duración y del tiempo, son todas derivadas de nuestras sensaciones.
            Todo es ilusión.  
 

domingo, 18 de mayo de 2014

División del tiempo

   
Cuatro cosas hay que nunca vuelven más:
una bala disparada,
 una palabra hablada,
un tiempo pasado
y una ocasión desaprovechada.
Proverbio árabe.           
Además de dividir el tiempo y su movimiento en segundos, minutos, horas, días, meses y años, utilizamos los conceptos de pasado, presente y futuro.
Pero pasado, presente y futuro no son más que conceptos intelectuales para expresar el movimiento del tiempo. El pasado es lo que ya pasó, el presente es la actualidad, y el futuro está por llegar. Estas tres palabras tienen un poder magnético para los seres humanos, sobre todo el pasado y el futuro, ya que se aferran a ellas, sin soltarse como si fueran bebés agarrando su chupete, y sin embargo, solo son eso, conceptos intelectuales. Y mientras las personas se aferran al pasado y al futuro, al concepto del presente se le olvida, no viviéndole, puesto que la persona está ocupada en el proceso de pensamiento que le lleva a revivir el pasado y a planificar una y otra vez, de manera reiterada, el futuro.
 

El tiempo es algo relativo, y lo único que realmente existe de él, es un continuo de vida, un continuo, que como indica la palabra, nunca se detiene, un continuo siempre en movimiento, siempre fluyendo. Ese fluir es como un corcho flotando en la corriente de un rio, nunca se detiene, siempre va con la corriente. Por lo tanto el presente, lo que entendemos como presente, es tan efímero, que cuando decimos la palabra “presente”, al decir “te”, el “presen” ya es pasado.
            Y ese pasado al que los seres humanos se atan, recordando la ofensa del vecino, la enfermedad del familiar, el engaño de la pareja o la traición del amigo,  ¿Dónde queda?, ¡No queda!, ¡No existe!, ¡Se va! Imaginar que encendéis un fosforo. Cuando se enciende sale de él una columna de humo, observa el tiempo que dura, y observa que pasa con ella, es tan efímera que se desvanece en el ambiente incluso antes de que el fosforo esté completamente encendido. ¿Dónde quedó el humo?, pues quedó en el mismo lugar que el pasado, no existe, se desvaneció en el aire, de la misma manera que se desvanece el continuo presente con el fluir de la vida.
            Pero los seres humanos, “erre que erre”, siguen dándole vueltas a eso que solo existe como un recuerdo en su mente. Torturándose, amargándose, sufriendo, enfermándose. En cualquier situación, por muy dramática que sea, se ha de considerar que torturarse no soluciona ningún problema, ya sé que es muy fácil decirlo, pero es la realidad. Si te ha ofendido el vecino no sirve de nada darle vueltas porque es como si el vecino estuviera realizando la ofensa un minuto tras otro, y no es así, la ofensa se hizo una vez y duró un momento, ¿Por qué mortificarse? Lo que se ha de hacer es no volver a frecuentarle, después de haberle perdonado para que no se acumule energía de odio o de ira. En el caso de enfermedad de un familiar, ocurre lo mismo. ¿Se sana al enfermo con el sufrimiento?, por supuesto que no, y con el sufrimiento no se le puede atender al cien por cien, ya que la energía del sufrimiento desgasta mucho y además añade dolor al enfermo porque recibe de manera inconsciente esa energía de sufrimiento incrementándose el propio dolor. Incluso en el caso más dramático como es la muerte de un ser querido, si realmente amamos al ser que nos ha dejado debemos estar felices porque sigue viviendo en un lugar de paz, felicidad, alegría y amor, a no ser que el propio egoísmo por no poder verle físicamente nos ciegue y nos impida ver la realidad, e incluso, es posible que se prefiriera que viviera la persona, aunque estuviera postrada en la cama con dolor. La muerte solo es la desaparición de la vestimenta, solo es un cambio de conciencia, y además para mejor, ya que al lugar al que se va no existe el miedo, ni el rencor, ni el dolor, ni la enfermedad. 
            Podríamos seguir así analizando caso por caso, pero no merece la pena. Sólo recordar que el perdón o la serenidad que se consiga no cancela el mal realizado. Lo único que hace es permitir a la persona seguir su camino sin rencor. Después de perdonar se han de llevar a cabo las acciones legales necesarias. Somos seres humanos y han de cumplirse las leyes de los hombres.
            Y ¿El futuro?, ¿Merece la pena hablar del futuro?, ¿Para qué perder el tiempo hablando del futuro si no existe? Si no existe el pasado, el futuro aun existe menos porque aun no ha llegado. El futuro ata a las personas por las frustraciones que genera al no cumplirse las expectativas generadas. Eso no quiere decir que no debamos organizar y planificar, si, hay que hacerlo, pero sin atarnos a los resultados que son los generadores de sufrimiento. Son nuestras acciones de hoy las que van a determinar cómo será nuestro mañana, y si nuestro mañana no sale como a nosotros nos gustaría que saliera, ¡Qué le vamos a hacer!, por algo será, algo habremos hecho para conseguir los resultados obtenidos, solo queda aceptarlos.
El tiempo, la vida, es un fluir permanente, lo único que hemos de hacer es tratar de vivir y ser conscientes de ese fluir, sin luchar por modificar la vida, cansa mucho y se desperdicia mucha energía que vamos a necesitar para el siguiente escalón de la vida, escalón que no podremos subir si permanecemos lamentándonos de lo que pasó en el escalón anterior. La vida que tenemos es la que hemos decidido vivir. Somos nosotros los que decidimos vivir la tristeza o la alegría, somos nosotros los que decidimos vivir el sufrimiento o la felicidad, somos nosotros los que decidimos vivir la vida o vivir de recuerdos. 
¿Qué hacer para vivir el ahora?, es fácil, solo hay que mantener la mente en la vida, sin permitir que la mente desvaríe yéndose a las acciones pasadas o fantaseando sobre el futuro. Lo mejor meditar.
 

jueves, 15 de mayo de 2014

El diario de Patricia (2)


---------------Continuación
Comencé esto que no tiene nombre con la palabra depende y es que depende de cómo mires la vida: si como veas el vaso, medio lleno o medio vacío, va a depender el papel que decidas interpretar en la vida: el de la víctima, a la que le ocurre de todo y con el que la vida se ha ensañado; o el del dueño de tu vida, con tu pasado bueno o malo.
Es claro que lo que pertenece al pasado no existe, ya está, ya fue, ya pasó, solo existe en nuestra mente, ¿Por qué insistes en torturarte en repetir una y otra vez el daño que te han hecho?,  porque eso es lo que haces. Al recordarlo haces que vuelva a ocurrir la ofensa, sé que es más fácil decirlo que sentirlo, pero hay que intentarlo.
En tu ser profundo, afortunadamente no  existen pastillas para el rencor. No sé si el mundo sería mejor o peor, no lo sé, pero tenemos que  aprender a luchar con nuestros demonios interiores, en ellos, un auténtico y verdadero satán lucha contra nosotros, haciendo casi desvariar a nuestra mente. Me refiero a nuestros pensamientos negativos que son los primeros que se apuntan ante cualquier problema.
El infierno no existe, como tampoco existe un Dios castigador. El cielo o el infierno nos lo buscamos nosotros acá en la tierra, son nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestros sentimientos los que nos hacen vivir un cielo o un infierno.
Y también depende la etapa de tu vida. Generalmente se dice que cambios importantes se producen cada siete años, un día leí en un viejo libro algo de mucha sabiduría y  quiero compartir con ustedes: “Leer libros en la juventud es como mirar la luna por una rendija, leer libros en la edad adulta es como mirar la luna desde un patio y leer libros en la ancianidad es como mirar la luna desde una terraza abierta. Esto es porque la profundidad de experiencias es mayor con los años”.
Bueno, quiero hacer un paréntesis para decirles que todo esto que estoy diciendo es relativo, porque nada es absoluto y nadie es dueño de la verdad. Lo único absoluto es Dios por la eternidad.
La vida es vivir, no es una cosa, es un proceso, solamente puedes conocerla viviendo, fluyendo con ella. Si buscas el significado de la vida en libros, filosofías, dogmas,  te la perderás. Siente el aire entrando por tu nariz, siente como bombea tu corazón, siente la sangre que corre por tus venas, no esperes encontrarla en algún lugar. Está sucediendo aquí y ahora.
Este momentito es lo único real, el pasado ya fue, el futuro es incierto, y hablando del pasado, es momento de que me conozcan un poco más: ¿Quién soy? Lamento decir que todavía no se quien soy, quizá para muchos de Uds. sea una niña con retardo o enfermita como he escuchado algunas veces y no entiendo, se supone que los enfermos están en los hospitales, bueno mejor lo dejamos, decía que no sé quien soy profundamente. Pero no soy la única que se hace esas preguntas: ¿Quiénes somos?, ¿Por qué nos tocó la vida que nos tocó?
Y no digas que nunca te has preguntado nada de esto. Esas son las grandes preguntas a lo  largo de la historia de la humanidad, eso me ocurrió a mí. Cuando enferme vi la vida de forma distinta era como si hubiera estado con una venda en los ojos para apreciar lo bello y el regalo que Dios nos da cada mañana al despertar.
No se porque los humanos somos “tan cabeza hueca” que nos gusta aprender a golpes. Esperamos que se muera alguien que amamos, o entrar en la cárcel, o como yo estar enferma, para darnos cuenta de que lo más importante de esta existencia, es eso, la existencia.
Es un hecho que sin salud poco o nada se puede hacer, más aun, si es una restricción física trae mucho dolor, al menos al inicio, aunque luego lo asumes como tu realidad.
Más adelante explicare el proceso de la enfermedad, como afronte el comienzo, los cambios en el cuerpo, las dificultades motoras, etc.…
Pienso que lo más difícil de una enfermedad es aceptar que estás enfermo. Para mi es darte por vencido a pesar de que los psicólogos dicen que una parte fundamental de cualquier mal o cualquier situación en que te encuentres es la aceptación. Todavía no he aceptado esto que le está ocurriendo a mi cuerpo y es que aceptar que estoy enferma seria para mí como derrumbarme. Ahora no se si estoy haciendo bien o mal, tal vez esté cometiendo un error, pero supongo que llegará la etapa en que lo acepte. Puede que a partir de eso este mejor o peor, pero aun no me toca.
La enfermedad de mi cuerpo dio sus primeros síntomas en la universidad porque aunque no lo crean alguna vez en un tiempo lejano estuve ahí. Lo más increíble de todo esto es que ingrese con beca, algo de lo cual jamás me sentí orgullosa aunque todos lo creían así.
Continuará………………….