El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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miércoles, 19 de agosto de 2015

Mamá


Cuenta una leyenda que a un angelito que estaba en el cielo, le tocó su turno de nacer como niño también el día de Navidad, y le dijo a Dios:

- Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra. ¿Pero, cómo vivir? tan pequeño e indefenso como soy.
- Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te está esperando y que te cuidará.

- Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír, eso basta para ser feliz.
- Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tú sentirás su amor y serás feliz.
-¿Y cómo entender lo que la gente me hable, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?
- Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar y con mucha paciencia y con cariño te enseñará a hablar.

-¿Y qué haré cuando quiera hablar contigo?
- Tu ángel te juntará las manitas te enseñará a orar y podrás hablarme.

- He oído que en la tierra hay hombres malos. ¿Quién me defenderá?
- Tu ángel te defenderá más aún a costa de su propia vida.

- Pero estaré siempre triste porque no te veré más Señor.
- Tu ángel te hablará siempre de mí y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado.

En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo pero ya se oían voces terrestres, y el niño presuroso repetía con lágrimas en sus ojitos sollozando...

-¡Dios mío, si ya me voy dime su nombre! ¿Cómo se llama mi ángel?
- Su nombre no importa, tú le dirás: MAMÁ. 

domingo, 7 de julio de 2013

¡Cumpleaños feliz!


            Hace pocos días fue el aniversario de mi nacimiento, y como cada año, en la misma fecha, me inundaron sensaciones contrapuestas:
Alegría por un lado, una alegría inmensa, porque muchas personas, familiares, amigas de la vida o amigas de las redes sociales, se acordaron de mí y me dedicaron unos minutos de su tiempo, unos minutos de su vida, solo para decirme que están ahí y que me envían sus mejores deseos. ¡Es emocionante!
Y por otro lado, no sé si llamar desazón o incredulidad a la sensación. Porque en realidad ¿Cuál es el merito objeto de la felicitación?, ¿Vivir?, ¿Envejecer?, ¿Acercarnos a la muerte?
De hecho, parece que si existe algún merito sería el de haber llegado a la vida, y seguir en ella. Pero en este caso, el merito no es del homenajeado, en todo caso sería de su mama, que fue quien hizo el trabajo, primero de llevarlo en su interior, después de dar a luz para traerlo al mundo, con dolor, y más tarde cuidar del bebé para que crezca, con lo que eso lleva aparejado, noches y noches sin dormir de un tirón, y atención permanente, y no sólo en la infancia, la atención de una madre perdura en el tiempo de la niñez, de la adolescencia, de la madurez y hasta de la vejez del hijo. Así que ¡Felicidades mama!
Si el motivo de la felicitación es ir cumpliendo años, ¡maldita la gracia! Si la inmensa mayoría de los seres humanos tienen miedo a morir, o a la enfermedad, o al dolor, que es lo mismo, ¿Cómo puede ser posible que celebremos el acercarnos a la muerte?, o ¿Celebramos que hemos pasado un año más vivos?
La mejor felicitación es aquella que te desea un  nuevo año lleno de bendiciones, de paz, de abundancia, de alegría y de amor. Pero no hace falta esperar que la persona envejezca para desearle todo esto. Se puede hacer cada día a lo largo de toda la vida.
Leí en un libro que se titula “Las voces del desierto”, que los aborígenes australianos no celebran los cumpleaños, porque realmente no tenían nada que celebrar, no era merito suyo el envejecer, es algo consustancial con la vida. Celebraban cuando la persona había conseguido algún logro en la vida, ya que ese era su esfuerzo personal y su trabajo. Y sobre todo si ese logro estaba asociado con el crecimiento de la persona, nada que ver con el envejecimiento. Es interesante, parece más lógico.
De cualquier forma, con independencia de logros, méritos o envejecimiento, lo hermoso de los cumpleaños es el recordatorio de los que comparten o han compartido tu vida.

 

martes, 21 de diciembre de 2010

Cuento de Navidad

Cuenta una leyenda que a un angelito que estaba en el cielo, le tocó su turno de nacer como niño también el día de Navidad, y le dijo a Dios:

- Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra. ¿Pero, cómo vivir? tan pequeño e indefenso como soy.
- Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te está esperando y que te cuidará.

- Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír, eso basta para ser feliz.
- Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tú sentirás su amor y serás feliz.

-¿Y cómo entender lo que la gente me hable, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?
- Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar y con mucha paciencia y con cariño te enseñará a hablar.

-¿Y qué haré cuando quiera hablar contigo?
- Tu ángel te juntará las manitas te enseñará a orar y podrás hablarme.

- He oído que en la tierra hay hombres malos. ¿Quién me defenderá?
- Tu ángel te defenderá más aún a costa de su propia vida.

- Pero estaré siempre triste porque no te veré más Señor.
- Tu ángel te hablará siempre de mí y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado.

En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo pero ya se oían voces terrestres, y el niño presuroso repetía con lágrimas en sus ojitos sollozando...

-¡Dios mío, si ya me voy dime su nombre! ¿Cómo se llama mi ángel?
- Su nombre no importa, tú le dirás: MAMÁ.