El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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martes, 27 de septiembre de 2022

Futuribles


 Capítulo IX. Parte 7. NOVELA "Ocurrió en Lima"

        - Creo que necesito un té para digerir todo esto que me estás enseñando, ¿te apetece otro? –claro, que no sabía si los que viven al otro lado necesitaban beber, de vez en cuando.

-    Será un placer tomar ese té.

-    En esa recreación que decías, ¿qué pasa cuando se cambia de rumbo, bien sea en la encrucijada o en el mismo camino?

-    Cambia la recreación de inmediato. De hecho, es lo que ocurre a cada instante. Las personas toman decisiones, cambian de parecer, avanzan, retroceden. Es el libre albedrio. Y las recreaciones cambian una, mil y hasta un millón de veces, si fuera necesario, y lo hacen de manera instantánea.

>> Cuando un alma llega a la vida hay una sola recreación, coincidente con su Plan de Vida. Pero eso no dura mucho, porque los padres comienzan a tomar decisiones que van a afectar a la vida de ese bebé, y empiezan a aparecer nuevas recreaciones que van variando según van cambiando los planes, primero de los padres y luego del bebé según va creciendo.

-    Decías que existe una especie de recreación del proceso de la vida, en cada uno de los posibles caminos elegibles, con el resultado final. Pero cuando se ha pasado de ese punto de cruce, ¿qué pasa?, ¿se mantiene la recreación? –la verdad es que todo eran dudas, entendía lo que me estaba contando, pero me costaba asimilarlo.

-    Una vez que se pasa la encrucijada y no hay vuelta atrás, la recreación desaparece. En realidad, se mantiene mientras existan posibilidades de que se materialice. Cada recreación es cada uno de los futuribles que se pueden vivir y, los futuribles, son cada una de las opciones que el alma tiene una vez que se encuentra en la materia.

>> Con cada decisión que toma el ser humano se abre un abanico de posibilidades para elegir. La persona se decide por una y desaparecen las que se habían abierto, para aparecer otro nuevo abanico de posibilidades. Otra nueva elección y así toda la vida.

>> ¿Me sigues? –concluyó Ángel.

-    Sí, pero parece muy complicado. Era mucho más sencillo, cuando la culpa la tenía el vecino y cualquier cosa que pasara era debido a la buena o mala suerte, o a la casualidad, que parece que también jugaba un papel importante en la vida de todos. Me has desmontado todas las creencias. Ahora resulta que la culpa es mía.

>> Y, ¿por qué con tantas posibilidades y tantos futuribles, a veces, las situaciones se repiten, una y otra vez, y las desgracias parece que no terminan de acabar?

lunes, 19 de septiembre de 2022

Siempre hay una salida. ¡No te preocupes, ocúpate!



            

        Una preocupación es un proceso mental, proceso en el que la mente permanece, casi de manera constante, dando vueltas a un mismo tema, con ínfimas variaciones, y sin querer encontrar una solución.

Es claro que la mente no quiere encontrar ninguna solución, porque si la encontrara, en ese momento, se acabaría la preocupación, y la mente dejaría de tener el control.

En los momentos de preocupación, la persona no tiene ningún poder sobre sí misma, ya que todo el poder lo ostenta, en ese momento, la mente.

La preocupación se alimenta por sucesos acaecidos en el pasado, por problemas presentados en el presente, o por la incertidumbre sobre deseos del futuro.

En cualquiera de los tres casos, la preocupación consume una gran cantidad de energía, afecta de manera negativa al sistema nervioso, mantiene a la persona irritable y malhumorada, y a la mente ocupada hasta el extremo de nublarse completamente,  perder la capacidad de raciocinio, encontrándose fuera de la realidad.

No es necesario decir que darle vueltas y más vueltas a un suceso pasado, no cambia en absoluto dicho suceso, no hay vuelta atrás, no tenemos poder para retroceder en el tiempo. Lo hecho, hecho está. En este caso solo queda la aceptación, asumir el hecho, e integrar la enseñanza.  De la misma manera, obsesionarse con lo que pueda pasar en un futuro, no va a llevar a la persona a buen puerto, y posiblemente afecte negativamente en la consecución del deseo, sobre todo si el pensamiento va encaminado en una dirección negativa. Recordar que energías iguales se atraen.

Para la preocupación generada por problemas del presente, se ha de tener en cuenta que siempre hay una salida para los problemas, por lo que no hay que preocuparse. Mientras dure la preocupación va a ser imposible encontrar esa salida. Es imprescindible que se limpie y se aclare la mente para que pueda dedicarse a la búsqueda de la solución.

No se trata de hacer caso omiso a los problemas. Así es claro que no se van a resolver, de la misma manera que tampoco se van a resolver con la preocupación.

Lo que se ha de hacer es buscar la calma y la serenidad interior para analizar las distintas posibles soluciones y aplicar la mejor para solucionar el problema.

¿Cómo encontrar la calma? La calma se puede conseguir mediante la meditación y mediante la oración, entregando el problema a Dios y pidiéndole iluminación en la búsqueda de la solución. Siempre llega, aunque no lo parezca, o que la solución que llegue no nos agrade. Mientras la persona no se encuentre en meditación o en oración, la mente va a seguir con su proceso de preocupación, por lo que es bueno ocuparla, cuanto más tiempo mejor, en pensamientos conscientes de “alta frecuencia”. Estos pensamientos tienen una doble función: Por un lado, ocupan a la mente impidiendo el proceso de la preocupación, y por otro incrementa el nivel de energía en la persona y limpia las energías negativas generadas por los pensamientos de “baja frecuencia” de la preocupación.

Estos pensamientos de “alta frecuencia” son del tipo: “Yo Soy el alma”, “Yo Soy paz”, “Yo Soy amor”, Yo Soy……. con todo lo bueno que deseas para ti.

Con la mente en calma, va a ser muy fácil encontrar la mejor solución. ¡Ah! y si el problema no parece tener solución, no le des vueltas y aprende a convivir con eso que llamas problema.

domingo, 26 de marzo de 2017

Sin pasado, sin presente, sin futuro

El ayer ya no existe, el mañana tampoco y, si me apuran, tampoco existe el presente. Existe un continuo de tiempo, un continuo de conciencia. Sin embargo, los hombres son incapaces de vivir ese continuo, ese mágico momento, siempre nuevo, que se va desgranando ante su conciencia. Pero no lo ven, no lo perciben, no lo sienten porque se quedan anclados en su pasado maniatando a su conciencia. Dan un salto para intentar instalarse en el presente, pero tampoco lo consiguen, porque se vuelven a anclar en otro pasado o, a veces, se pasan en el salto y aparecen en el futuro.



Con lo cual viven de recuerdos que solamente existen en su mente y de programaciones de futuro que solo existen en sus deseos. Y la vida pasa y pasa sin que sean conscientes de la belleza, de las sincronicidades y de las oportunidades que la vida, en su eterno discurrir, les presenta una y otra vez.

Ese anclaje al pasado o ese suspirar por sus deseos de futuro solo es apego. Se apegan a situaciones, es igual que hayan sido agradables o no, ya no existen, y enganchados a la situación pasada no pueden ver el ahora, no pueden vivir porque tienen la vida ocupada, no pueden sentir porque tienen prisioneros a los sentimientos, no pueden ver porque no miran, no pueden resolver porque tienen congestionada y llena de ruido su mente.

Viviendo el "ahora" se desapega el hombre del ayer y se olvida del mañana, ¿Quién sabe si existirá para él un mañana?, y en todo caso, serán sus acciones de hoy las que determinen cómo será su mañana.


Viviendo el “ahora” el hombre no solo se responsabiliza de sí mismo, sino que acepta todo lo que la vida le presenta, que no es, ni más ni menos, que lo que el mismo hombre había programado para su existencia.


viernes, 11 de septiembre de 2015

El viaje del alma (1)


              Un día, sin saber muy bien por qué ni para qué, aparecemos en la vida. Ninguno de los que nos reciben saben absolutamente nada de nosotros, no saben quiénes somos, no saben de dónde venimos, no saben cuál es nuestra misión, no saben cuál es nuestro pasado, no saben cuál es la mochila kármica que traemos a la vida, no van a saber, por lo tanto, como tratarnos aparte de los cuidados físicos, y tampoco van a saber el porqué de nuestros miedos. No saben nada de nosotros, y ¿Cómo van a saberlo?, si tampoco saben de ellos mismos. Sólo saben que son felices, (lo que ellos consideran que es la felicidad, muy lejos de la auténtica felicidad), porque han sido bendecidos con un nuevo miembro en la familia.
            A partir de ahí, comienza para el recién nacido un nuevo periplo en la materia, una nueva andadura entre los mortales, una caminata por la vida, una más, en la que con un poco de suerte es posible que logre avanzar un paso en el kilométrico recorrido que le separa de Dios, que es su única meta. De hecho es su única misión: Llegar a Él. Y para realizar esa travesía necesitará de un vehículo que aunque conocido no es de uso frecuente, es el Amor.

            Si, el Amor, y es el Amor porque para avanzar por los intrincados caminos de la mente, para sortear los obstáculos que el propio ego va sembrando en la vida es necesario algo que sea capaz de disolver y limpiar los malos hábitos, los bloqueos y las negatividades que vamos acumulando vida tras vida, para dejar sin mácula cada rincón de los diferentes cuerpos del ser humano. Eso no lo consigue ningún detergente ni ninguna crema limpiadora, solo es posible tal limpieza con una energía poderosa, tan poderosa como lo es nuestra propia esencia. El Amor.
            El que viene tampoco sabe nada de esto. Y como en los primeros meses y años de vida aun vive entre dos mundos, con las memorias del otro lado intactas, es muy posible que en un primer momento ni tan siquiera le apetezca vivir. Se encontraba muy bien y muy cómodo allá, al otro lado, en su casa, y aunque su alma esta de completo acuerdo, el encontrarse constreñido en un cuerpo, sin previo aviso, para el ego es aterrador.
             ¿Qué se supone que va a ocurrir, a partir de ahora, con el nuevo ser que ha llegado a la vida?
            Pues no va a ocurrir nada que no sepamos. Crecerá y se hará una persona exitosa o no, feliz o no. Pero sea lo que sea, siempre estará disconforme con lo que tiene, y sea lo que sea siempre será criticado él y él mismo también se encargará de criticar, y se encargará de juzgar y se encargará de temer, en suma se encargará de todo lo contrario de lo que tendría que hacer: Se va a ocupar en gran medida para ser infeliz, cuando, paradojas de la vida, él querría ser feliz.
            Que ocurra esto, es normal, es lo conocido, y por ende lo esperado. Todos deseamos la felicidad para nosotros y para los más cercanos a nosotros. A los demás, son muchas las personas que piensan “que les parta un rayo, es su problema, no el nuestro”, y los que no piensan así, tampoco mueven un dedo para conseguir que los otros también sean felices. ¡Qué inmenso error! Si tuviéramos que elaborar una lista de errores de porque las personas no son felices, esta de “la separación” podría ocupar el primer lugar, incluso por delante del dominio de la mente.
Continuará………………
 

sábado, 4 de abril de 2015

Que canten los niños


 El yoga es la práctica de silenciar la mente.
 Patanjali.
El yoga no trata de tocarse los pies,
trata de lo que aprendes en el camino.

Jigar Gor.

Las dos piezas más importantes de equipamiento
que necesitas para hacer yoga son tu cuerpo y tu mente.

Rodney Yee   

Un elevado porcentaje de personas se inician en la práctica del yoga buscando eliminar el estrés. Prácticamente nadie indica otra razón distinta, como podría ser expandir su conciencia, crecer espiritualmente, madurar su carácter, sentir más cerca a Dios, aprender a amar, o encontrar la armonía en su vida y en sus relaciones.
            Pero es normal que solamente hablen del estrés, de la flexibilidad y de la salud, porque eso es lo que se ve, y por lo tanto, es lo que existe para la inmensa mayoría de las personas. Los hay que incluso comentan: “Yo no puedo hacer yoga porque no soy flexoble”, y ¿Qué más da?, lo importante como dice Rodney Yee en la cita del principio es que se tengan las dos piezas básicas: El cuerpo y la mente, nadie dice cómo ha de ser ese cuerpo y esa mente.
No pueden hablar de otra cosa, porque no la conocen, nadie les ha enseñado lo que significa ser un “ser humano”, lo que significa el alma, lo que significa Dios, el significado de la vida y la muerte, o lo que supone amar. Nadie les ha explicado su papel en la vida, nadie les ha contado que hacen antes de nacer o donde se encuentran, nadie les ha contado su conexión con el resto de seres humanos. En resumen, que sólo tienen un ligerísimo conocimiento de lo que supone ser “humano”, pero ninguno en absoluto de lo que suponer ser un “ser”.
            Y mejor es que sigan, por el momento, en su ignorancia, ya que todo lo que sobrepasa lo que parece ser la razón les asusta, y mejor es que practiquen para conseguir eliminar el estrés, que lo demás ya llegará por añadidura.
            Ya es una buena señal que se asomen al yoga y a la meditación, ya que si son constantes, conseguirán paulatinamente ir eliminando el estrés, que es lo que buscan, pero a la par comenzarán a ser conscientes de “algo más”, de ese algo que lleva aparejado el yoga, que no es otra cosa que una nueva filosofía de vida, ya que el yoga no es una técnica para tranquilizar emocionalmente a las personas, que si lo hace, sino que es una filosofía de vida, es vivir desde una nueva perspectiva, la perspectiva de ser un “ser espiritual”, la perspectiva de acercarse a Dios, al amor y al resto de seres humanos que como él transitan por la vida.
            Ya es representativo el que una persona comience a bucear en otras posibilidades, como pueden ser el yoga y la meditación, la solución de sus problemas sin recurrir a fármacos. Es posible que la persona, no sea consciente del paso que está dando, sin embargo, es una señal evidente, de que su alma ha tomado las riendas de su vida, por un momento, para indicarla una nueva ruta, la ruta que de seguirla, la va a llevar a recorrer un camino corto, pero difícil por desconocido, que es el camino que va desde su mente hasta su corazón.
 
            Leía, justamente esta mañana, en uno de tantos post que aparecen en las redes sociales “El impacto de la meditación en el aprendizaje”.
            Transcribo literalmente: “Normalmente queremos cambiar las conductas cuando lo que se debe cambiar son los pensamientos. De acuerdo a investigaciones, más de la mitad de los niños agresivos se transforman en jóvenes crueles y violentos. Mark Greenberg, (psicólogo evolutivo y clínico) establece que entre los tres y los siete años empiezan a desarrollarse habilidades sociales muy importantes como: autocontrol, capacidad de detenerse, capacidad de calmarse, capacidad de mantener la atención. Por otra parte, los niños que poseen una buena capacidad de planificación y que son conscientes de sus emociones, al ingresar a la escuela corren menos riesgos de experimentar posteriormente trastornos de agresividad y de ansiedad”.
            Está bien que los mayores comiencen a hacer yoga y meditar para solucionar sus problemas de estrés, pero aun estaría mejor si lleváramos a nuestros hijos a las escuelas de yoga, no solo para que no se vuelvan estresados como sus padres, sino para que aprendan a dominar sus pensamientos, para que con los pensamientos dominados, puedan dominar su vida, para que esta, sea una vida feliz.

viernes, 27 de marzo de 2015

Sólo importa la vida


            Vivir significa disfrutar de cada momento de la existencia,
 tengamos diez años u ochenta.
Og Mandino

            No importa quién eres al otro lado de la vida, no importa quién hayas sido en vidas anteriores, ni importa que no tengas conocimiento de cuál es tu misión, ni tan siquiera cuanta es la cantidad de Karma pendiente.
Lo único importante es tu vida actual. Todo lo que tengas que aprender, todo lo que tengas que enseñar, todo lo que tengas que pagar y todo lo que tengas que cobrar, lo has de hacer en esta vida, con este cuerpo y con las circunstancias que te has dado.
Todo lo demás no es importante, ni poco ni mucho. Todo el trabajo es aquí y ahora.
Aprende a respetar a la familia, a los amigos, a los enemigos, a los desconocidos, aprende a compartir con quien no tenga, aprende a ayudar a quien lo necesite, en definitiva, aprende a amar a todos, sin distinción, y nada más importa.
Si te queda Karma pendiente, ya lo programarás para liberarte de él en próximas vidas, en esta, no vas a poder hacer nada con él, así que no te preocupes, porque mientras distraes tu atención por ese Karma en el que no puedes actuar, estás dejando de prestar atención al Karma que te has traído a esta vida, en el que si puedes actuar.
 
Si en otras vidas has sido rey o mendigo, héroe o asesino, tampoco importa, lo que importa es lo que eres, porque es con esta personalidad que te has dado con la que vas a realizar tu aprendizaje para esta vida.
Tenemos, todos, verdadera locura por conocer cosas que nada importan para nuestro crecimiento. Mientras pensamos que es lo que hemos venido a aprender, no lo estamos aprendiendo, porque lo único que estamos haciendo es darle pábulo a la mente, solo es una argucia más que nos presenta la mente para no perder su poder, la diferencia con otras mentes más mundanas es que le da vueltas a temas que nos apasionan, como las vidas pasadas, el espacio entre vidas, nuestra misión y nuestro futuro. Es decir, una forma de volver al pasado o de viajar al futuro envuelto en papel de regalo y con un lazo de colores.
No hay diferencia entre esos pensamientos y los pensamientos de riqueza, de pobreza, de enfermedad o de cualquier otro tipo. Estos, y los otros, sólo son pensamientos, y hay que erradicarlos, hay que dominar a la mente, en definitiva hay que meditar.
La no consecución de los deseos, ya sean materiales, emocionales o espirituales, generan ansiedad y nos alejan de la paz que necesitamos para estar abiertos al libre fluir de la vida, para poder así ser conscientes de las oportunidades que pasan delante nuestro, que son muchas y se presentan de manera permanente para poder cumplir nuestra auténtica misión.
No nos ceguemos con el brillo de lo que hemos sido, porque la ceguera nos a impedir ver quiénes somos realmente; no le demos vueltas a las cosas que hemos de hacer, porque las vueltas no nos van a permitir hacer lo que hemos de hacer. Aceptemos y disfrutemos la vida, porque es la mejor que podemos tener, y además no tenemos otra. 

lunes, 23 de marzo de 2015

Comprar la vida


Perlas para el alma

 
“Para mí la meditación es algo más que un pasatiempo. Es algo así como un refugio donde olvido el pasado y principalmente el futuro, teniendo en cuenta además, que algunos creen que no tengo futuro por estar enferma, aunque la verdad es que nadie tiene futuro, sanos o enfermos, porque nadie tiene comprada la vida”.

Del Diario de Patricia (11)

sábado, 11 de octubre de 2014

La muerte nos iguala


            Imagina que te proponen una vida sin enfermedad, sin dolor, sin hambre, sin sed, sin cansancio, sin tener que trabajar, sin hipotecas, sin necesidades de ningún tipo, incluido de dinero, sin sufrimiento, con una inmensa sensación de felicidad y amor permanente, pudiendo conversar con tus antepasados y con tus contemporáneos, con la posibilidad de desplazarte únicamente con el pensamiento, y un sinfín de facilidades más. ¿No firmarías de inmediato?
Claro que a todo esto habría que añadir que sin cuerpo. No sé si con esta nueva condición seguirías firmando.
Efectivamente, ese estado tan fantástico es el estado de vida fuera del cuerpo, es ese estado al que, muy posiblemente, temen llegar casi todos los seres humanos, porque es el estado al que llegamos después de la muerte del cuerpo.
¿Por qué el miedo?, ¿No son suficientes los motivos del primer párrafo para desear ese estado?
Es perfectamente comprensible el miedo en los seguidores de casi todas las religiones, ya que auguran a sus socios las mayores desgracias después de la muerte, pero no deberían de sentir miedo el resto de mortales, además la vida en el cuerpo es nada más que un ratito comparado con el tiempo, eterno, que pasamos al otro lado.
 
Nosotros no somos estos cuerpos que perecemos, los cuerpos son sólo trajes que usamos por un tiempo y luego desechamos. Somos almas inmortales. La perfección de Dios es también en nosotros, pues vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser en Él. Pero somos inconscientes de nuestra Naturaleza Divina, y así seguiremos hasta que no despertemos a ella, y eso, normalmente, no va a pasar hasta que dejemos el cuerpo.
Cuando dejamos el cuerpo, todos somos iguales, los políticos, los ladrones, los asesinos, los embaucadores, el santo y el demonio, todos, porque todos vivimos en el Padre, y todos sentimos el mismo amor, la misma alegría y la misma felicidad, con independencia de lo que hayamos hecho en nuestro ratito de vida en el cuerpo.
Ya volveremos otros ratitos a la vida del cuerpo para ir arreglando lo que estropeamos con anterioridad, ya que el mal que hicimos con anterioridad debe ser equilibrado con el bien. Este proceso de siembra y cosecha se llama Karma. Es la ley del reajuste, que el ser humano pone en funcionamiento con cada uno de sus pensamientos, con cada palabra y con cada acción.
Hay algo que casi nadie discute, aunque para muchos no sea más que una palabra no integrada en su vida, somos un alma, y todas las almas somos iguales. A pesar de las diferencias de nacimiento, diferencias de raza, credo, sexo o color; de bondad o maldad, todos los seres formamos una fraternidad indivisible. Todos nosotros, altos o bajos, sabios o ignorantes, lo somos durante ese ratito que dura la vida en la materia.
Nacemos y morimos una y otra vez, con el único objetivo de aprender a vivir desde nuestra divinidad. Las distintas vidas solo son un aprendizaje, en las que vamos pasando en cada una de ellas por el parvulario, la primaria, la secundaria y la universidad, en donde por medio del trabajo y el aprendizaje, lentamente vamos desarrollando nuestras facultades. No es posible vivir la Naturaleza Divina en nosotros con las experiencias de una sola vida. Por eso reencarnamos una y otra vez. Entramos en la vida, nacemos, crecemos, actuamos, terminamos nuestro trabajo y retornamos. Nuestro retorno es muerte. Y en nuestro retorno, todos, volvemos a las mismas condiciones.
Si fuéramos conscientes de esto, el mundo sería otra cosa, sería más equitativo, sería un mundo en el que todos tendríamos las mismas oportunidades de acceso a las riquezas del planeta, a la educación, a la sanidad. Un mundo en el que todos sentiríamos alegría por ver la felicidad de otro ser humano, un mundo en el que sentiríamos a nuestro prójimo como nuestro hermano.
Sería un mundo lleno de Amor.

domingo, 14 de septiembre de 2014

La vida del alma


“Cuando se alcanza el verdadero conocimiento, entonces la voluntad se hace sincera; cuando la voluntad es sincera, entonces se corrige el corazón. Cuando se corrige el corazón, entonces se cultiva la vida personal; cuando se cultiva la vida personal, entonces se regula la vida familiar; cuando se regula la vida familiar, entonces la vida nacional tiene orden; y cuando la vida nacional tiene orden, entonces hay paz en este mundo. Desde el emperador hasta los hombres comunes, todos deben considerar el cultivo de la vida personal como la raíz o fundamento”.
Confucio
            Nuestros progenitores y nuestros educadores se encargan de prepararnos para la vida física. Lo hacen con fe, con dedicación, con ilusión, llegando al éxito en muchísimas ocasiones, ya que consiguen que sus hijos y alumnos sean, al menos visto desde el exterior, según el dicho: “personas de provecho”. Han conseguido finalizar unos estudios, más o menos avanzados, en función de su valía y dedicación, tienen un trabajo, han conseguido formar una familia y llegan a tener una vida más o menos holgada. En resumen se podría calificar como una vida de éxito, dentro de la normalidad.
            Pero detrás de esta vida visible que parece una vida de éxito, existe otra vida, no tan visible, en la que se esconden otras condiciones, que hacen que la vida que hacia el exterior parece una vida normal y de éxito, sea un rotundo fracaso.
            Fracaso que puede ser por múltiples razones: Bien podría ser porque no utilizan el aprendizaje obtenido en los estudios, por no haber estudiado lo que realmente les atraía, sino que estudiaron lo que decidieron sus padres. Bien podría ser porque no consiguen estabilidad en sus trabajos, al trabajar en algo que no les atrae, ni poco ni mucho. Bien podría ser porque la pareja en la que habían volcado todas sus expectativas de felicidad, se desploma como muñeco de paja.
            ¿Cómo puede ser que personas, en teoría, preparadas para la vida, fracasen tan estrepitosamente?
            Si, están preparadas para la vida, pero ¿Para qué vida están preparadas?, ¿Para la vida del cuerpo o para la vida del alma? Pues están preparadas, perdón, mal preparadas para la vida del cuerpo, olvidándose completamente de la vida del alma.
 
            Nos preparan y preparamos a nuestros hijos para competir, para defender su espacio, para acumular, sin ser conscientes de que, casi nadie, por no decir nadie, con este aprendizaje, no está consiguiendo algo que parece básico, por ser justamente lo que busca todo el mundo: La felicidad.
            Casi todos tenemos claro que no solamente somos un cuerpo, también somos un alma. Otra cosa sería si la enseñanza, que en la actualidad solamente está centrada en las, llamemos necesidades del cuerpo, incluyera también las necesidades del alma. Y las necesidades del alma no son otras que el aprendizaje y la consecución de los valores. Los valores, que son las cualidades o las aptitudes de las personas, son la guía de conducta de las personas. Algunos de esos valores son: Amor, espiritualidad, libertad, respeto, tolerancia, responsabilidad, justicia, solidaridad, humildad, honestidad, amistad, perdón, bondad, moderación, gratitud.
            ¿En qué escuela o universidad se enseñan esos valores? Podemos estar completamente seguros de que si a la enseñanza actual, se le añadiera la enseñanza de los valores, el resultado sería completamente diferente, ya que las personas no sólo tendrían éxito en la vida de la materia, sino que además estarían alimentando a su alma, que a la postre es la única finalidad del viaje a la materia: el aprendizaje del alma, y centrándolo aún más, el aprendizaje del amor.
            Sin embargo, como esas enseñanzas no se dan en ninguna escuela especializada, no nos queda más remedio a todos los adultos que enseñar los valores a nuestros hijos, sobrinos, nietos y educandos. Y recordar que el ejemplo es el mejor método de aprendizaje. Si quieres que tu hijo aprenda a amar, ama tú; si quieres que sea tolerante, tolera; si quieres que sea honesto, lleva tú la bandera de la honestidad; si quieres que sea humilde no le trates con orgullo; si quieres que respete, respétale a él; y así con todos y cada uno de los valores. 
 

jueves, 4 de septiembre de 2014

Vivir el presente



Perlas para el alma        

Deben dejar de vivir para el futuro. El presente es un regalo que no saben apreciar. Dios, Nuestro Padre, en su infinita bondad, no dejará que nuestro futuro esté lleno de peligro, o exista en él daño para nosotros.


 

sábado, 23 de agosto de 2014

Palos en la rueda de la vida


            La ignorancia no exime de cumplimientos. Alguien puede no conocer para qué sirve un semáforo en rojo, pero si cruza la calle con el semáforo en rojo, es muy posible que un coche se lo lleve por delante, y cuando el atropellado llegue al otro lado de la vida de nada le va a valer decir: “es que yo no sabía para que estaba esa lucecita”. Está muerto y punto.
Por lo tanto, de nada vale, en este lado de la materia, el desconocimiento de si hay vida antes de la vida y si hay vida después de la muerte. Como al otro lado de la vida si que todos tenemos conocimiento de lo que realmente sucede, todos firmamos antes de venir a la vida lo que podríamos denominar nuestro contrato de vida. En él se especifica prácticamente todo: la fecha y el lugar de nacimiento, quienes serán las personas que nos acompañen, padres, hermanos, parejas, hijos, se especifican todos los encuentros, trabajos, estudios, y las condiciones en que se van a dar cada una de las circunstancias, en fin, un manual completo, que se respeta al pie de la letra. En ese manual, ya se encargan los que confeccionan con nosotros el plan de que todo lo que aparece en el reflejado sea posible de cumplir, nadie va a pedir imposibles. Y nadie del otro lado de la vida se va a saltar ni una coma de nuestro contrato, para ayudarnos a avanzar o para recordarnos que hacer, a no ser, claro está, que dicha ayuda este recogida y pactada en el contrato.
            Pero ante eso, no hay que olvidar que se encuentra nuestro libre albedrío, podremos cumplir lo pactado o no. Al llegar a la vida, hay cosas que se van a cumplir si o si, como es la fecha y el lugar de nacimiento, la fecha de la muerte, así como los padres de los que nacemos, pero para el resto, vamos a ser totalmente libres de cumplirlo o no. Pero hay más, que no parece ayudar mucho: Somos totalmente ignorantes, de manera consciente, de todo lo que hemos firmado antes de llegar a la vida. Es claro que no se cumple, en casi ninguna persona, en la inmensa mayoría de las veces, porque sino, nuestras idas y venidas a la materia finalizarían pronto, y no parece que sea sí, ya que todos llevamos a nuestras espaldas una buena cantidad de vidas.
            ¿Por qué no cumplimos nuestro contrato? De entrada, es claro que al no tener un libro de vida, o un manual, o una agenda en la que tuviéramos anotado el plan de vida, no sabemos, ni poco ni mucho, cuales son las decisiones que hemos de ir tomando para llegar a conseguir realizar lo establecido en el contrato, y por supuesto tampoco somos conscientes de cuáles son los hitos a conseguir, cual es nuestra misión, lo que debemos pagar o lo que nos deben a nosotros.
           

          En fin, un desastre. Llegamos a la vida sin saber qué hacer, y los que se encargan de enseñarnos y educarnos, no solo no tienen ni idea de cuál es nuestra misión, sino que tampoco conocen la suya.
            Ante este panorama, ¿Qué hemos de hacer? La primera idea casi sería suicidarse, ¿Qué hacemos aquí, si no sabemos para que hemos venido? Pero si, siempre hay una manera de saber qué camino tomar.
            En todos los seres humanos existen, podríamos decir, dos voces: una es la voz de la conciencia, y la otra es la voz del corazón. La voz de la conciencia es una voz muy tenue, casi un susurro, que de entrada nos va diciendo lo que está bien y lo que está mal. Es importante prestarle atención las primeras veces que nos llega esa voz, porque si no la hacemos caso, corremos el riesgo de que se vaya apagando y al final no vamos a tener la guía de si lo que estamos haciendo es lo correcto o no. Por supuesto, a los que se les apaga esa voz, poco les importa si lo que hacen está bien o mal. 
            Si no escuchamos la voz de la conciencia que nos habla a “toro pasado”, difícilmente vamos a escuchar la voz del corazón, que aún es más tenue, tan tenue que es más un sentimiento o una emoción que una voz. Si no escuchamos la voz de la conciencia, el corazón, es posible, que se haya endurecido, de tal manera, que se haya formado un caparazón que no deje entrar ni salir ninguna emoción. Estos tienen muy pocas posibilidades de cumplir su plan de vida.
            Si se escucha la voz de la conciencia, es posible escuchar al corazón. El corazón, que es el instrumento del alma, tiene todo el conocimiento del alma, que no es otro que el conocimiento del plan de vida. Las palabras del corazón son la intuición. Sin embargo, seguir la intuición aun es más difícil que seguir los dictados de la voz de la conciencia, sobre todo si se pasa la intuición por el tamiz de la mente, tamiz muy tupido, que en muchas, muchísimas ocasiones le es imposible atravesar, porque la misma mente se encargará de rechazarlo: “Que locura si hago eso”, “Que pensará la gente”, “Y ¿De qué voy a vivir”, etc., etc. El resultado es que la intuición se va a quedar en el baúl de los recuerdos.
            Con cada intuición que se queda en el baúl de los recuerdos, hay una parte del plan de vida que no se cumple, y el alma se entristece, y la vida se convierte en dolor y en sufrimiento. Es ponerle palos a las ruedas de la vida, con lo cual esta se detiene y puede llegar a pudrirse, como el agua estancada.
            ¡Sacar los palos de la rueda!, ¡dejar que se mueva la vida!, ¡seguir las intuiciones que no son más que los gritos que da el alma para que se cumpla el plan de vida, su plan de vida!
 Seguir la intuición es como montarse en una alfombra voladora que va a volar directamente al próximo acontecimiento de la vida, seguir la intuición es vivir la vida de la mano con Dios, seguir la intuición es asegurarse una vida plena, alegre y feliz, seguir la intuición es empezar a contar de manera regresiva las reencarnaciones pendientes, seguir la intuición es vivir alineados con el alma.
            Alguien puede creer que seguir la intuición es de valientes, yo tengo mis dudas, aunque parezcan cobardes los que ponen palos a las ruedas, en realidad son unos valientes, porque se van a enfrentar a una vida de dolor, de sufrimiento, de tristeza, de desengaños, de enfermedad, y lo saben. Se van a enfrentar a una vida inútil que les habrá generado más Karma del que se han liberado.
            ¡Quita los palos de las ruedas!, ¡Deja que ruede tu vida!

sábado, 16 de agosto de 2014

Memoria de pez (Las preguntas del millón)


            Tengo una memoria muy selectiva, o casi mejor llamarla memoria de pez, todo lo que no es importante para algo en mi vida lo olvido en tres segundos. No recuerdo títulos de películas, ni de canciones, ni de libros, no recuerdo caras ni nombres, me pierdo en cualquier ciudad y en cualquier carretera. En fin, me parece que no podré contar batallitas, ni muchas ni pocas, cuando sea un poco más abuelo. Supongo que alguien pensará que soy un desastre.
            Pero sí recuerdo, como si fuera hoy, cuando comencé a hacerme las preguntas del millón: ¿Quién seré realmente?, ¿Vendré de algún lugar?, ¿Qué hago aquí?, ¿Para qué habré venido?, ¿Iré a algún sitio cuando me muera?
Estaba realizando un curso de capacitación para comenzar a trabajar en una empresa en la que había aprobado las oposiciones. Aun no había cumplido los dieciocho años.
            Cada día subía en el ascensor, grande, en aquella época me parecía enorme, con un buen número de personas, trabajadores de la empresa, y estudiantes como yo. Siempre he sido tímido y callado, y creo que mejor escuchador que hablador. Es increíble lo que se puede aprender únicamente escuchando. Sin embargo, en ese ascensor no aprendía mucho porque siempre escuchaba las mismas conversaciones: Los lunes, que vaya rollo tener que trabajar después del fin de semana, y los resultados de la jornada futbolística del domingo, el mejor gol, la mejor jugada, el resultado más sorprendente, en fin, un resumen completo de casi todos los partidos. Pensaba entonces, y sigo pensando, a pesar de que yo también tengo cierta simpatía por algún equipo, que me parecía una tontería comentar con tanto entusiasmo, las patadas que veintidós niños, forrados de dinero, le daban a una pelotita. Los martes, miércoles y jueves se comentaban los programas, muchos de ellos basura, de la televisión, y los viernes, el día grande, todo el mundo contento porque llegaban dos días de fiesta.
           
             Pensaba entonces que vaya tontería de vida la de los comentaristas del ascensor, y la de tanta y tanta gente que hacia lo mismo. Así se pasaban hasta los sesenta y cinco años, para después jubilarse, enfermar, y más tarde o más temprano morir.  ¿Y?, ¿De qué les había servido la vida?, ¿Para qué les había servido tanta ciencia futbolística o tanto saber de moda o de dietas de adelgazamiento?
            Ante tanto despropósito, me parece totalmente normal, y me alegro infinito de que mi memoria se especializara en olvidar tanta simpleza. Sin embargo, tener esta memoria selectiva, o casi memoria de pez, tiene grandes ventajas. La más importante es que nadie puede ofenderme. Las ofensas las olvido con la misma facilidad que se me olvida el día en el que vivo. Vivir de esta manera, sin tener en cuenta lo que los demás opinen, lo que los demás juzguen o critiquen, tiene grandes ventajas, ¡Soy feliz!, y lo soy, a pesar de que a la mayoría de las personas parece que la felicidad de los demás les incomoda, y se encargan de meter en el cerebro de todo el mundo la mayor cantidad de basura que pueden. ¡Pobres de los que no tienen memoria de pez y recuerdan cada palabra, cada ofensa, y cada carga de culpabilidad que los demás esparcen generosamente encima de ellos!
La memoria de pez es otra ventaja para vivir en el presente. No se puede ir al pasado porque no se recuerda y no se pueden hacer muchos planes de futuro porque no sirven de nada, se me olvidan enseguida. En fin, que lo que muchas personas pueden calificar como desastre, para mi es una bendición de Dios.
            No sé si los comentaristas del ascensor se habrán hecho alguna vez las tontas preguntas del millón. Yo además de hacérmelas, he intentado encontrar las respuestas, y creo que lo he conseguido, conozco las respuestas, y ahora estoy inmerso en el difícil trabajo de integrar en mí ser las respuestas.
Continuará………………………

sábado, 9 de agosto de 2014

El futuro son los niños


            Sabemos que cada pensamiento es energía, cada pensamiento es una forma de energía. Cuando un pensamiento es repetitivo, es tanta la energía que se va generando que esa forma de energía crece tanto que se genera lo que se denomina una entidad de pensamiento. La entidad de pensamiento llega a tener conciencia propia, es decir, que quiere vivir, descargándose en el cerebro de la persona para expresarse, casi de manera permanente. Cuando dos, tres, cien, mil, un millón o mil millones de personas tienen los mismos pensamientos, se genera lo que podríamos denominar el pensamiento social. Es decir, un pensamiento que es común a casi la totalidad de los miembros que componen dicha sociedad, porque no hemos de olvidar que cada sociedad esta formada por los miembros que conviven en dicha sociedad, que puede ser una comunidad, un pueblo, una ciudad, un país o, incluso un continente.
            De tal manera que cada sociedad, tiene sus “tics” determinados, sus costumbres, sus comportamientos y su idiosincrasia. Sin embargo, aunque cada sociedad tiene unas particularidades que la definen, hay algo que caracteriza, hoy día, a todas las sociedades, sean del norte o del sur, sean de oriente u occidente, sean ricas o pobres, sean del primer o del tercer mundo; y es su carencia de valores  y su materialismo. No hay ninguna sociedad en la que prime la igualdad, el amor, la ayuda o el servicio.
            Pues esa es la sociedad que dejamos cada vez que nos vamos de la vida. Pero, desgraciadamente, es también la sociedad que nos encontramos en nuestro retorno a la Tierra.
           

          No ayuda para nada la sociedad al ser humano en cada retorno de este a la materia, Antes bien, es un hándicap, ya que el ser humano que se separa del pensamiento social, y obviando los valores de la sociedad se dedica a buscar en su interior y se dedica al servicio, o está loco, o ha sido engañado, o le han hecho un lavado de cerebro.
            Con este panorama, hay que estar un poco loco para querer encarnar de nuevo, ya que el trabajo a realizar en la materia parece que se vuelve cada vez más difícil.
            Las personas que olvidándose de la sociedad, comienzan un camino distinto, a pesar del qué dirán, no parecen suficientes para que se realice el cambio de pensamiento social. La salvación serían los niños.
            Si todos los que buscamos algo distinto, los que buscamos el amor en nuestro interior, y la alegría, y la paz, y la felicidad, no permitiéramos que contaminaran a nuestros niños, o al menos a los niños con lo que tuviéramos un cierto ascendente, como hijos, sobrinos, nietos, alumnos, estos crecerían con un pensamiento distinto, con unas creencias distintas, con unos valores diferentes. Así, poco a poco, iría cambiando el pensamiento social, y es posible que al cabo de unas cuantas generaciones, en la venida a la Tierra, ya no sería considerado una locura buscar en nuestro interior, la propia sociedad lo propiciaría, y el trabajo de nuestro crecimiento, para alcanzar la tan deseada Iluminación, ya no sería un camino de espinas, sino que sería un camino sembrado de pétalos de flores.
 

miércoles, 9 de julio de 2014

El tiempo, una ilusión


            Había un tiempo, antes del tiempo, anterior a la vida, anterior a cualquier Ser manifestado, en el que todo era Dios, solo Dios. Todo era un Principio Omnipotente, Eterno, Sin Límites, Inmutable, todo lo que existía era la Energía Divina, todo lo que existía era la eternidad del Universo, en el que aparecían y desaparecían mundos, como si del flujo y reflujo de las mareas se tratara.
            No había en ese tiempo más Alma que el Alma Suprema. No había almas individuales, no había existencias independientes. Y así fue hasta que las Chispas Divinas brotaron del Alma Superior.
            No existía el tiempo, ya que este es sólo una ilusión producida por la sucesión de nuestros estados de conciencia en nuestro viaje a través de la Vida Eterna, y no existe donde no existe conciencia porque no puede producirse la ilusión. No había Almas, no había conciencia, no había tiempo.
            No existía y tampoco existe ahora, lo que denominamos presente, ya que este es solamente una línea que separa la parte de la Vida Eterna que llamamos el futuro, de la otra parte que llamamos el pasado.
            Nada hay en la Tierra que tenga verdadera duración, pues nada permanece sin cambio, nada es lo mismo durante la billonésima parte de un segundo; y la sensación que en realidad experimentamos de la división del tiempo, tiempo que se conoce como presente, nos viene de la impresión momentánea de las cosas que nuestros sentidos nos comunican al pasar dichas cosas por la conciencia de lo que nuestra ilusión, denomina el futuro, a la región de los recuerdos a la que damos el nombre de pasado.
          
  Las personas y las cosas reales, efectivas, tangibles, no son únicamente lo que se ve en cualquier momento dado, sino que están constituidas por la suma de todas sus condiciones, condiciones de todo tipo, condiciones cambiantes, desde el momento que aparecen en su forma física en la Tierra, hasta que desaparecen de la materia del plano físico.
            Estas “sumas totales” existen de todas las cosas de la eternidad en el futuro, y pasan gradualmente a través de la materia para existir en el pasado. Imagínate una piedra: Existe, la ves, la puedes tener en la mano, puedes sentir su forma, su textura, puedes ver su color. (Podríamos decir que es el tiempo que las personas y las cosas se encuentran en su estado físico). Pues ahora, tira la piedra al mar. Has dejado de verla, has dejado de sentirla. (Es el tiempo que las personas y cosas pasan a su estado “no físico”). ¿Quiere decir que no existe?, no, sencillamente no existe para ti, pero la piedra sigue ahí, ahora bajo el mar. Pues así sucede a las personas y a las cosas que, cayendo de la materia a la “no materia”, se presentan momentáneamente a nuestros sentidos, conforme van pasando a través del tiempo y el espacio, en su camino de una a otra eternidad; y son estas eternidades y el espacio entre ellas, lo que constituye la totalidad de la Vida, Vida de la que únicamente somos totalmente conscientes cuando nos encontramos fuera de la materia, ya que en ella solo seremos conscientes de la vida en la materia.
            Nuestras ideas, acerca de la duración y del tiempo, son todas derivadas de nuestras sensaciones.
            Todo es ilusión.