El viaje del alma
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
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jueves, 14 de marzo de 2024
Sanación espiritual
La
sanación espiritual es un proceso que nos conecta con algo más grande que
nosotros mismos.
Podemos
encontrar bienestar y autenticidad en nuestra vida. restaurar el equilibrio y
la armonía en todos los niveles del ser: físico, mental, emocional y
espiritual.
La
evolución espiritual está relacionada con la salud.
Es
importante recordar que la sanación espiritual no solo se enfoca en aliviar los
síntomas físicos, sino también en abordar las causas subyacentes de cualquier
desequilibrio.
La
sanación espiritual nos ayuda a encontrar respuestas, propósito y conexión con
nuestro poder interior. Es un camino hacia el desarrollo personal y espiritual,
lleno de satisfacciones y sentido en todo lo que hacemos y experimentamos.
domingo, 21 de enero de 2024
Fisicalidad versus espiritualidad (Carácter)
Los
seres humanos estamos muy ocupados en lo de siempre que es vivir nuestra
fisicalidad, ya que gran parte de nuestra vida se basa en las sensaciones, las
emociones, las acciones y las reacciones que tenemos como seres corpóreos. Es
decir, estamos muy ocupados en vivir.
Estamos tan ocupados
en vivir que parece difícil que podamos dedicarnos a otra cosa que no tenga una
relación directa con la vida, como podría ser vivir la espiritualidad.
Sin embargo, si algo
tiene una relación directa con la vida física, es el espíritu. El espíritu es
una parte fundamental de la naturaleza humana y tiene una relación estrecha con
el cuerpo físico, aunque no se limite a él.
Es el espíritu el que
anima y da vida al cuerpo físico. En Juan 6:63, Jesús dice: «El espíritu es el
que da vida, la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo os he hablado
son espíritu y son vida».
La espiritualidad son
las cosas del espíritu y la razón de la vida es la búsqueda de sentido,
propósito y conexión con algo superior a nosotros mismos.
Vivir la
espiritualidad implica cultivar una actitud de apertura, curiosidad, gratitud y
compasión hacia la vida y hacia los demás. También implica reconocer nuestra propia
esencia divina y nuestra conexión con todo lo que existe.
La espiritualidad es
un camino personal, pero también colectivo, porque todos somos parte de un
mismo todo.
Por muy ocupados que
estemos en vivir nuestra fisicalidad no podemos, aunque queramos, olvidarnos de
nuestra espiritualidad. Solo es cuestión de actitud y carácter.
El carácter es el
conjunto de cualidades que nos definen como personas, como la honestidad, la
generosidad, la valentía, la humildad, etc. El carácter se forma a través de
las decisiones que tomamos, las acciones que realizamos y los hábitos que
desarrollamos. El carácter nos hace ser una persona íntegra, respetable y
admirable.
Y no debemos olvidar
mientras estamos viviendo la vida, ayudar a los demás, porque es una forma de
expresar el amor, la bondad y la solidaridad. Ayudar a los demás nos hace
sentir útiles, felices y agradecidos. Podemos ayudar a los demás de muchas
formas, como donando, haciendo voluntariado, enseñando, escuchando,
compartiendo.
Así, usando el cuerpo,
estaremos viviendo la espiritualidad, que es la única razón por la que tenemos
cuerpo.
sábado, 20 de enero de 2024
Ser espiritual
Dalai Lama
Aunque muchas
religiones se arrogan la exclusividad de la espiritualidad, esta no es
exclusiva de ninguna religión ni doctrina, sino que es una dimensión humana
universal que puede manifestarse de diferentes formas.
Ser espiritual no
significa renunciar al mundo ni a sus placeres, sino vivirlos con conciencia y
responsabilidad. Ser espiritual tampoco significa ser perfecto ni superior a
los demás, sino ser auténtico y humilde. Ser espiritual es un camino de
crecimiento personal y colectivo, que nos invita a descubrir y compartir lo
mejor de nosotros mismos.
lunes, 15 de enero de 2024
Íntimo y personal
De
alguna forma,
hemos
llegado a la creencia errónea
de
que no somos más que carne, sangre y huesos.
Por
lo que dirigimos nuestros valores a cosas materiales.
Maya
Angelou.
Tengo un conflicto
interno, intimo y muy personal. Es sobre lo que va apareciendo en este
escaparate.
Este blog nació, hace
ya más de 13 años, para que, de alguna manera, sirviera como guía para las
personas que se asomaran a él.
En aquella época,
septiembre del año 2010, daba por concluida una etapa, que había tenido una
duración de 10 años, al frente del centro de yoga y salud Tikum.
En ese tiempo, cada
viernes realizábamos una meditación gratuita abierta a cualquier persona que
quisiera meditar con nosotros. Y, antes de la meditación, dedicábamos un
espacio para comentar sobre algún tema de espiritualidad. La idea del blog era
recoger los temas espirituales que podrían tener cabida en ese espacio anterior
a la meditación y que, con mi marcha del centro, dejaban de realizarse.
Mi pensamiento era y,
sigue siendo: “si esto le es útil, aunque solo sea a una persona, es perfecto. Habrá
cumplido su objetivo”.
Y si, ha estado y,
sigue cumpliendo su objetivo. Sé que ha sido de utilidad para muchas personas.
Pero cuando me asomo a
la ventana de la vida, tengo la sensación de que nuestra evolución como seres
humanos de ha detenido o se ha ralentizado. Por eso, no parece suficiente
hablar de espiritualidad. Hace falta algo más sencillo. De ahí el conflicto
interno.
En ese algo más,
pensaba ir introduciendo algo como los “valores” que, aunque, también, sean
intangibles, pueden ser más entendibles que el amor incondicional, la energía o
el propio pensamiento.
La idea es abrir el abanico de posibles lectores.
He pensado en los
valores por ser los principios por los que se rige una persona, un grupo o una
sociedad. Los valores son conceptos abstractos, pero se manifiestan en
cualidades y actitudes que desarrollan las personas.
Los valores que
adoptamos motivan muchos de nuestros comportamientos. De hecho, ellos son los
que motivan muchas de nuestras decisiones.
La importancia de los
valores reside en reconocer los principios que rigen los comportamientos y
sentimientos de los seres humanos, y que les motivan a ser cada día mejores
personas.
De eso se trata, de
ser cada día mejores personas, más compasivas, compartiendo, colaborando,
ayudando, agradeciendo, disfrutando del momento presente con alegría.
martes, 19 de diciembre de 2023
En clave espiritual
¡Parece mentira! que, con los años que
tengo, tenga unos pensamientos, tan infantiles y que elabore unos razonamientos,
que pueden parecer, tan alejados de la razón.
Lo curioso es que estos pensamientos no
los tenía antes, sino que han ido apareciendo, poco a poco, primero como suaves
pinceladas, hasta llegar, en la actualidad, a ser el primer filtro por el que
paso cualquier acontecimiento.
El pensamiento, que está arraigando y
creciendo en mi cuerpo mental, a punto de convertirse en creencia, es que todo,
absolutamente todo, tiene un origen espiritual. Desde un resfriado hasta un
viaje. Desde un encuentro casual hasta un atraco en mitad de la calle.
Como decía en la primera línea, por los
años que tiene mi cuerpo, ya puedo comenzar a presumir de una larga vida. Y lo
hago. Si no fuera por un dolorcito que tengo, de vez en cuando, en la cadera
derecha, estoy fantástico.
Volviendo a la vida. Es tan larga, que
puedo iniciar el ensamblaje de acontecimientos ocurridos en el pasado con
situaciones vividas con posterioridad. Son muchos los acontecimientos
importantes, que tengo para analizar. Y siempre aparece la conexión, lo que me
lleva a la conclusión de que el alma, a la chita callando, (que es hacerlo en
secreto y con disimulo, sin llamar la atención ni despertar sospechas), es la
encargada de mover todos los hilos para así preparar el camino y pueda darse una
situación posterior o para avanzar en el aprendizaje de alguno de los hábitos
desastrosos que, muchas veces en secreto, nos acompañan a todos los seres
humanos.
Pues aquí sigo, inmerso en un resfriado,
que parece el padre de todos los resfriados, y para el que ya he encontrado la razón
de ser. No voy a contar, de momento, el porqué del resfriado, porque es la
primera vez que la conexión va a ser posterior.
Después de casi tres años sin enfermar
de nada. (El tapabocas era incomodo, pero ha hecho milagros), en los últimos
dos meses he sufrido 5 resfriados muy fuertes. Entre resfriado y resfriado solo
he tenido dos días de perfecta salud. Espero que la claridad que he sentido
mientras acariciaba mi nariz, dolorida de tanto sonarme, sea acertada. Si no lo
fuera, prometo contarlo en una próxima entrada.
Como no creo que escriba nada más en
los días que faltan hasta el domingo, deseo a todos los que os asomáis por esta
ventada una feliz Navidad.
domingo, 5 de noviembre de 2023
Espiritualidad/Iluminación (2 de 2)
Ser espiritual
implica, por tanto, el reconocimiento de que hay una dimensión inmaterial o
trascendente en la vida, que va más allá de lo físico y lo material.
Este es un aspecto
que tengo claro. Sé que soy un punto de luz dentro del Torrente de Luz que es
Dios. Se que soy un alma inmortal viviendo, por un corto espacio de tiempo, una
experiencia dentro de un cuerpo. Llegado a este punto, una pregunta revolotea a
mi alrededor, ¿estoy viviendo con respecto a ese conocimiento teórico? La
respuesta es “no”, porque si viviera de acuerdo a mi propia esencia, es decir,
como un alma inmortal, no tendría que estar planteándome, de manera permanente,
que es la espiritualidad, que es la iluminación, que es lo que tengo que hacer
para llegar a final de mes o porqué mi vecino se comporta de determinada
manera, porque todo estaría bien, todo sería perfecto, ya que todo procede del
Origen que es Dios.
Entre las frases
de Pierre Teilhard de Chardin, que fue un religioso jesuita, paleontólogo y
filósofo francés, que vivió entre los siglos XIX y XX, hay una que se repite, a
diestro y siniestro, y que resume de una manera clara y sencilla la naturaleza
humana: "No somos seres humanos
viviendo una experiencia espiritual, somos seres espirituales atravesando una
experiencia humana".
Ser espiritual implica,
también, buscar un sentido o propósito a la existencia, que nos ayude a
enfrentar los desafíos y las dificultades con esperanza y optimismo.
Durante mucho,
muchísimo, tiempo he estado buscando un propósito a la vida, algo que me
permitiera sentirme satisfecho con mi vida, pero, hasta el presente, no lo he
conseguido en su totalidad, porque siempre le encuentro un “pero” a todo lo que
hago. ¿Tendría que dedicarme a la sanación?, ¿tendría que enseñar el camino a
otros que estén tan perdidos como yo?, ¿tendría que meditar retirado del
mundo?, ¿tendría que escribir para compartir mi experiencia con muchas más
personas? Ahora tengo la respuesta a esas preguntas, si, si he de hacer todo
eso, pero no es suficiente, falta algo.
Y ese algo es
integrar todo el conocimiento teórico en cada una de las células de mi cuerpo,
para pensar y actuar, de manera automática como el ser espiritual que soy.
Resumiéndolo en una sola línea, puede ser tan espiritual cocinar un estofado de
lentejas como meditar. La clave está en la actitud y, sobre todo, en la
presencia. Si el pensamiento y la acción están presentes en la cocina,
cocinando las lentejas, no hay ninguna diferencia con la actitud que se trata
de mantener en la meditación: “Siempre presente”. A fin de cuentas, la
meditación tendría que ser una manera de vivir, no una actividad a la que
dedicar unos minutos al día. Se trata de vivir el presente en los minutos de
meditación y en las horas restantes del día.
Si se vive la vida
en la materia de acuerdo a esa espiritualidad que ya reside en nuestro interior
podremos gritar a los cuatro vientos que estamos viviendo la espiritualidad,
porque habremos conectado con nuestra esencia o naturaleza más profunda. Esa
que nos hace únicos e irrepetibles.
A partir de aquí, debe ser más fácil desarrollar una
actitud de amor, compasión, gratitud y servicio hacia nosotros mismos y hacia
los demás, respetando la diversidad y la dignidad de cada ser vivo, que es la
base de la iluminación, para cultivar una práctica personal que nos permita
expresar y alimentar nuestra espiritualidad, como puede ser la meditación, la
oración, el arte, la música, la naturaleza o cualquier otra actividad, como
cocinar las lentejas, que nos haga sentir plenos y felices.
Aunque muchas
religiones se arrogan la exclusividad de la espiritualidad, esta no es
exclusiva de ninguna religión ni doctrina, sino que es una dimensión humana
universal que puede manifestarse de diferentes formas.
Ser espiritual no
significa renunciar al mundo ni a sus placeres, sino vivirlos con conciencia y
responsabilidad. Ser espiritual tampoco significa ser perfecto ni superior a
los demás, sino ser auténtico y humilde. Ser espiritual es un camino de
crecimiento personal y colectivo, que nos invita a descubrir y compartir lo
mejor de nosotros mismos.
Sin embargo,
descubrí que con ese conocimiento no era suficiente. Saber que la iluminación
es un estado de profunda comprensión, conciencia y paz interior, que lleva a
que la persona trascienda el propio ego y experimente una conexión profunda con
lo divino o lo universal, no era suficiente. Era imprescindible practicar para
llegar a integrar esos términos teóricos en hábitos que movieran mi vida.
Todos los que se
dicen espirituales tienen un gran conocimiento teórico de este tema. Yo sabía
que no eran suficientes las técnicas aprendidas en el centro de yoga, porque no
se trataba de practicar ninguna técnica. Hacía falta algo más, era
imprescindible pasar de la teoría a la práctica, porque “más vale un gramo de práctica que una tonelada de teoría”. Había
leído, hasta entonces, muchos libros sobre espiritualidad y no soy consciente
de haber avanzado mucho, es imprescindible poner en práctica lo aprendido. Necesitaba
encontrar un referente del que aprender a conducirme y un modelo a quien
imitar.
En mi búsqueda, de
un referente, fui descartando a muchos que eran famosos por sus escritos, pero
de los que no conocía como era su comportamiento ante la vida, por lo que se
fue reduciendo la lista hasta dejar a un solo personaje, que es el paradigma
del amor: Jesús de Nazaret: Personaje central del cristianismo, la religión más
extendida del mundo y, la mía por nacimiento. Sus enseñanzas se basan en el
amor a Dios y al prójimo, la justicia, la misericordia y el perdón.
Fue analizando la
vida de Jesús, cuando fui consciente de que alcanzar la iluminación, en esta
vida, para no volver a encarnar, era una quimera. Comprendí que son necesarias
varias vidas para integrar en cada una de las células del cuerpo la energía del
amor. Porque, a fin de cuentas, solo se trata de amar y no amamos mucho, porque
no se ama cuando se juzga, cuando se critica, cuando se pierde la paciencia,
cuando se teme, cuando se siente culpa, cuando la alegría ajena no causa
alegría, cuando se siente rabia, cuando se siente decepción o frustración por
no conseguir un deseo, cuando se siente indiferencia que es opuesta a la
compasión, a la empatía o la solidaridad.
Así que, mucho me temo que, me volveré a encontrar en otra vida con alguno de ustedes que están, ahora leyendo estas líneas.
(Del libro "Dame tu mano, te mostraré la vida" de Alfonso Vallejo Gago)
martes, 24 de octubre de 2023
Espiritualidad/Iluminación (1 de 2)
Recorriendo ese
camino que nos acerca, a todos, a la madurez de la vida, (porque la vida no se
detiene), comencé, de manera inconsciente, un tránsito desde la religiosidad a
la espiritualidad, desde la teatralidad externa hacia la paz interior, tratando
de liberarme de la culpa que genera el pecado para vivir en libertad.
A pesar de nacer
en el seno de una familia católica, cuando pude tomar decisiones por mi cuenta,
dejé de cumplir algunos de los preceptos de mi religión. Eso no quiere decir
que no fuera admirador, amante y temeroso de Dios. Lo era. Pero no lo era tanto
de sus representantes. Siempre me han parecido más seguidores de Caifás que del
mismo Dios, predicando una cosa y haciendo lo contrario.
Agobiado y
estresado por un trabajo muy demandante me inscribí en un centro de yoga, con
el único objetivo de aliviar mi estrés y aprender alguna técnica que me
permitiera adquirir algún tipo de dominio sobre mi mente.
Allí fue donde
comencé a escuchar el termino espiritualidad, disociado de la religión y con
una definición propia y diferente de lo religioso. Y asociado a la
espiritualidad descubrí un nuevo concepto, el de iluminación espiritual.
Con mi escaso
conocimiento del tema comencé a pensar que yo quería alcanzar la iluminación,
porque creía, y sigo creyendo, que quien alcanza la iluminación ya no vuelve a
encarnar más en la materia por haber finalizado su aprendizaje en la Tierra. La
vida siempre me ha parecido un poco monótona, con algunos picos, (pocos), de
éxtasis, y algunos valles, (muchos más), de sufrimiento e, incluso, de
sufrimiento intenso.
Con el paso de los
años, comencé a ser consciente de que no solo los representantes de las
iglesias se comportaban como Caifás, sino que muchos representantes de la
espiritualidad también. Por lo tanto, necesitaba un conocimiento, mucho más
profundo, de lo que significaba ser espiritual y alcanzar la iluminación, del
que tenía hasta entonces. En realidad, lo que necesitaba era práctica y un
modelo creíble al que seguir.
Aprendí, de una
manera teórica, que ser espiritual es una forma de vivir y de relacionarse con
uno mismo, con los demás y con el mundo y que, no hay una única definición de
lo que significa ser espiritual, ya que depende de las creencias, valores y
experiencias de cada persona.
(Del libro "Dame tu mano, te mostraré la vida" de Alfonso Vallejo Gago)
viernes, 7 de abril de 2023
Jueves Santo
Jueves 6 de abril 2023
Hoy
es Jueves Santo, festividad católico-cristiana, que conmemora la última cena
que realizó Jesús con sus discípulos, según cuentan diferentes escritos y, cada
Jueves Santo, la iglesia católica quiere que recordemos la experiencia del amor
fraterno que Jesús quiso expresar en el gesto del lavatorio de los pies, que es
expresión del amor hecho servicio.
Parece
un buen día para reflexionar, y mi cerebro, desde primera hora de la mañana, lo
ha sentido y ha comenzado con preguntas, un poco etéreas, ya que la respuesta a
la pregunta que ha comenzado a hacer, con más insistencia, parece difícil de
contestar.
La
pregunta es: ¿Cuánto habré crecido a lo largo y ancho de mi vida? Y este crecimiento no se refiere al cuerpo
físico, ya que por lo que respecta al cuerpo estoy bastante crecidito. Se
refiere a mi sabiduría. Ella es la que tiene que crecer.
La
respuesta de cuanto he crecido no es tan clara como decir que dos más dos son
cuatro. Es algo más complicado y, para tratar de acercarme a la respuesta, he
partido de la idea del amor hecho servicio. Es decir, ¿hasta donde llega mi
capacidad de servir?
Aunque
antes de analizar la evolución de mi vida como servicio creo que sería bueno
saber cual es mi punto de partida o, lo que es lo mismo, saber desde que nivel
de sabiduría he comenzado la andadura de mi vida.
Tengo
muy claro que todo es cuestión de creencias. Lo que yo creo es verdad para mí,
así como lo que tú crees es verdad para ti. Y cada uno, tú y yo, nos vamos a
mover por la vida en función de esas verdades que, por supuesto, no van a ser
iguales, incluso, pueden ser opuestas, (aunque por eso no tenemos que
pelearnos. Tenemos que respetarnos).
La
misma sabiduría es, no solo, la aceptación de determinadas verdades, sino la
actuación y el comportamiento, de manera coherente, en consonancia con dichas
verdades. Es decir, pensar, hablar y actuar de manera congruente. O, lo que es
lo mismo, se trata de actuar según lo que se habla y de hablar según lo que se
piensa.
Por lo tanto, pienso que, si analizo cada una
de mis creencias, sobre la vida, sobre Dios, sobre la muerte, sobre el amor,
sobre la Creación, entre otras, podré saber cuánto ha sido mi crecimiento.
Siempre
me ha parecido que la vida y Dios son dos conceptos que parecen estar muy
unidos. Lo pensaba en mi adolescencia y, lo sigo pensando ahora: “Si somos
hijos de Dios y estamos en la vida, seguro que algo tiene que ver Dios con
nuestra vida”. Hoy creo que son indisolubles.
La
pregunta que siempre me he hecho es si he nacido para hacer algo concreto, si
tengo o, mejor, si cada uno de los seres humanos, tenemos una misión
determinada que realizar en la vida. La respuesta a esta pregunta ha sido muy
cambiante. Demasiado cambiante. Tanto que no me ha ido danto tiempo para ir
asimilando las distintas creencias que han ido apareciendo en relación a la
vida.
La
primera creencia sobre la vida fue, totalmente, material, porque espiritualidad
me enseñaron poca. Todo lo que hicieron mis enseñantes, sobre todo en el
colegio, que era muy católico, con una gran influencia religiosa, fue
aterrorizarme. Y huyendo de ese terror me volqué en la vida física. Entonces creía
que, si no pensaba en una cosa, para mí no existía. Y aunque no sabía muy bien
de donde procedía ese pensamiento, resulta que es coincidente con mi creencia
actual sobre la vida: Yo puedo crear mi propia realidad.
Pero
mejor sigo la secuencia, sin adelantar acontecimientos. Nací en una cuna
católica, y eso marca mucho. Me enseñaron que Dios, es nuestro Padre que está
en los cielos, que nos ama mucho, gracias a lo cual perdona nuestros pecados,
si nos arrepentimos de ellos, pero que si morimos en pecado íbamos de cabeza al
infierno. Teniendo en cuenta lo que contaban, entonces, del infierno, pensaba
que “mucho amor no parecía tenernos nuestro Creador, cuando nos enviaba al
fuego eterno, porque ¿qué padre, por mucho malo que hayas hecho, te castiga de
manera tan terrible?
Para
alejarme de tanto terror me olvidé del Dios que me estaban enseñando y me creé
un Dios a mi conveniencia, pero eso hizo que se acabara mi religiosidad, antes
de empezar, y comenzara a practicar una espiritualidad creada a la conveniencia
de mis creencias.
Tengo
que dejarlo aquí. Es muy tarde. Mañana sigo.
viernes, 28 de octubre de 2022
Sanación Espiritual
Sanación
Espiritual
La
Sanación Espiritual es la práctica de canalizar la Energía Divina para que
interactúe sobre todas las dimensiones existenciales del ser humano. Las
personas que son tratadas con la Sanación Espiritual reciben una transmisión de
energía que reestructura y reordena las energías alteradas y reactiva sus
recursos naturales, su sistema inmunitario y sus fuerzas internas para
ayudarles a enfrentarse a la enfermedad y, sobre todo, a la causa, que no es
más que sus malos hábitos, sus perniciosas rutinas, sus emociones destructivas,
sus pensamientos negativos y la carencia de amor hacia sí mismos y por
extensión hacia los demás.
Que en un mismo párrafo se pueda leer “sanación”, “espiritual”,
“energía” y “divina”, puede asustar a más de uno, y hacerle pensar que ese tipo
de sanación se encuentra muy lejos para él, por un sinfín de razones, y seguro
que cada persona que piense que este tipo de sanación no está a su alcance
puede dar una razón diferente que, por supuesto, puede sonar convincente.
Sin
embargo, no es así. Todos los seres humanos somos canales de energía, por lo
tanto, todos los seres humanos podemos canalizar energía de sanación. Y, por
supuesto, todos podemos recibir esa energía para nuestra sanación.
Existen
diferentes grados de calidad de energía. Y fijaos que no digo diferentes tipos
de energía, sino diferentes grados de calidad. En lo que si estamos totalmente
de acuerdo es que existen multitud de técnicas de sanación energética.
Pero
la energía a la que se accede en cualquier tipo de sanación es siempre la
misma. La diferencia estriba en el sanador y en su capacidad para acceder a
energía de mayor gradación. Serán los sanadores más cercanos al Amor los que
canalizarán energía de más alta calidad.
Imaginar
una cañería de conducción de agua de 1 milímetro de espesor, y pensar en la
cantidad de agua que puede discurrir por esa cañería. La cantidad que pasa por
ella es muy poca si la comparamos con una tubería de conducción de agua de 1
metro de diámetro.
Sucede
lo mismo con los seres humanos. En función de su desarrollo espiritual, unos
dejaran pasar más cantidad de energía que otros. Pero por todos circula una
cierta cantidad de energía.
Ni
tan siquiera son necesarios cursos para canalizar energía. Si acaso, los cursos
pueden ser necesarios para aprender diferentes técnicas. No sucede lo mismo con
la sanación espiritual, no es necesario aprender nada especial, solo hay que
“ser”.
Todas
las técnicas de sanación energéticas que se publicitan son auténticas, son
correctas, son actuales y todas funcionan. Sin embargo, afirmar que solo una
técnica es la correcta, es anunciar la carencia del otro ingrediente necesario
para la sanción, que es el que Jesús utilizaba en mayor medida: el Amor.
Hemos
hablado de 2 ingredientes: la energía y el Amor. Pero existe un tercer
ingrediente que es fundamental, la propia persona. Una frase que se atribuye a Albert
Einstein dice: “Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”.
Imaginaos
una bañera con el tapón cerrando el desagüe y el grifo abierto. Se llenará y
rebosará el agua por el borde. Se puede llamar a un aguador para que vaya
vaciando la bañera, pero no conseguirá dejarla sin agua a no ser que se cierre
el grifo.
Pues
bien, la bañera es el cuerpo del paciente, el grifo abierto es su mente,
siempre dando vueltas como un tiovivo, el agua es la energía sucia que inunda
el cuerpo energético de la persona y el aguador es el sanador que está
utilizando la Energía Divina para limpiar la bañera con mucho Amor. Pero por
mucho Amor que se ponga y muy divina que sea la energía, si no se cierra el
grifo, la bañera nunca se va a vaciar completamente.
Es
imprescindible que la persona realice algún cambio en su vida, para que los
resultados finales sean diferentes. Esos cambios que tiene
que realizar la persona son los que aparecen en el primer párrafo como origen
de la enfermedad: sus malos hábitos, sus perniciosas rutinas, sus emociones
destructivas, sus pensamientos negativos y la carencia de amor hacia sí mismos
y por extensión hacia los demás.
Aun
podríamos añadir un cuarto ingrediente, que es el Plan de Vida de la persona.
Si en ese Plan de Vida aparece contemplado que su muerte se va a producir por
una determinada enfermedad, ni el Amor, ni la Energía, ni los cambios que
realice la persona serán suficientes para sanar de esa enfermedad. Sin embargo,
la sanación espiritual le ayudará a aceptar, con serenidad, la enfermedad y sus
consecuencias.
sábado, 22 de octubre de 2022
Yo deseo.....
Lunes 17 de octubre 2022
Para entender
un pensamiento tan loco es bueno saber cuáles eran mis más íntimas
aspiraciones. Esas con las que soñaba, sobre todo, despierto en mis sueños
solitarios. Aunque, como todos los seres humanos, deseaba tener más dinero,
vivir en una mansión, poder viajar por el mundo cuando me apeteciera y, algún
capricho más que mi insaciable deseo se encargaba de ir presentando, no pasaban
de ser pensamientos, tan fugaces, como esas estrellas que, algunas veces, adornan
el firmamento, porque mi auténtico sueño, mi más íntimo deseo, “a pesar de ser
un hombre”, siempre, ha sido alcanzar la “iluminación”, si es que eso existe,
llegar a la Luz, poder hablar con los seres del “otro lado” de la vida,
desarrollar la bondad y el amor en su total plenitud y, teniendo en cuenta que
soy sanador, también soñaba con tocar a las personas y saber si iban a sanar o
no y saber qué es lo que tenían que hacer para que tal cosa sucediera. En
realidad, podría resumir tal cúmulo de necedades en dos palabras “crecer
espiritualmente”, ya que eso es lo que yo más deseaba.
Ahora que releo
el párrafo anterior me doy cuenta de que soy un “babau”, en toda la extensión
de la palabra. Pero voy a dejar el párrafo tal cual está, porque realmente esos
son mis sueños. Si, ya sé, además de babau soy un iluso.
Decía que “a
pesar de ser hombre”, porque, por norma general, los hombres estamos tan
ocupados en demostrar nuestra hombría que no tenemos tiempo que perder en
estupideces, como la evolución, el crecimiento personal o la espiritualidad.
Yo he sido uno
de esos hombres durante una buena temporada de mi vida. Afortunadamente, en el
último tercio de mi vida, algo ha cambiado. Supongo que, para bien, porque me
siento en paz, sin estrés, sin tener que estar demostrando mi hombría o mi
valía a cada instante. Hago lo que me apetece, siempre dentro de un orden,
porque trato de satisfacer, a mi esposa y a mi hijo, aunque no siempre lo
consiga.
Esto de no
conseguirlo a veces, es, para mí, una prueba inequívoca de que todavía me
falta un buen trecho en mi camino hacia esa Luz a la que aspiro.
Pero siguiendo
el hilo de lo que son mis sueños, que hoy once años después permanecen
intactos, me hice un planteamiento siguiendo el pensamiento aparecido con la
lectura del libro: Si realmente me están esperando en algún sitio y si lo que
yo quiero es progresar espiritualmente, ¿qué pasaría si me fuera a vivir a
algún lugar influenciado por la kundalini de la Tierra?, es posible que fuera
más fácil ese crecimiento.
El pensamiento
estaba ahí, pero sin mucha fuerza, debido, sin duda, a que era la primera vez
que aparecía. Seguí meditando con el inca, porque seguía apareciendo en cada
meditación.
domingo, 18 de septiembre de 2022
Buscando la espiritualidad
Los seres humanos nunca hemos vivido realmente de acuerdo a la enseñanza recibida. La enseñanza de los Grandes Seres y de los Grandes Maestros han servido, por un lado, para editar libros y más libros con sus enseñanzas, y para producir películas y más películas sobre sus vidas y, por otro lado, para que algunos hombres, más avispados, vivan a expensas de esas enseñanzas, atemorizando a todos con castigos realmente malvados, impropios de alguien que es el adalid del amor.
Los seres humanos no vivimos de acuerdo a lo
que sabemos ni ponemos en práctica los conocimientos adquiridos: No dejamos
que la Luz llegue a nosotros, estamos controlados por los deseos, la ambición,
la codicia y la carne, en vez de escuchar la voz interior, esa voz que nos
acerca a nuestra esencia espiritual. Esencia espiritual que da la sensación de
haberse perdido y encontrarse solo en los libros.
La espiritualidad se
habla, pero no se vive. La espiritualidad se busca, sin tener una idea clara de
lo que realmente significa, por eso no se encuentra. Nos emocionan miles de
frase hermosas que aparecen en las redes sociales, sin ser capaces de aplicar
en nuestra vida ni uno solo de esos sabios consejos, pero los reenviamos, y los
compartimos, creyendo, que así vamos a conseguir vivir la espiritualidad. Pero
por muchas veces que las compartamos, seguimos con nuestras preocupaciones,
nuestros miedos, nuestras dudas, nuestra ansiedad, nuestra frustración por no
cumplirse nuestros deseos. Porque cuando realmente se vive la espiritualidad,
todo eso desaparece.
Donde buscamos la
espiritualidad no la vamos a encontrar, no está en nada que se encuentre en el
exterior, ni en libros, ni en películas, ni en cursos, ni en conferencias, ni
en las cocinas, ni en las salas de yoga, ni en las iglesias. La espiritualidad no es necesario buscarla
porque ya habita en nosotros, somos seres espirituales.
Somos seres
espirituales viviendo durante una temporada, una experiencia humana.
Experiencia en la que estamos atrapados desde hace muchas vidas, y de la que
tratamos de salir, está claro que, sin éxito, ya que, si consiguiéramos salir,
se acabaría para siempre nuestra experiencia dentro del cuerpo. Se acabaría el
sufrimiento.
Para darnos de bruces
con nuestra esencia espiritual, sólo es necesario bucear en nuestro interior. Y
para entrar dentro de nosotros es imprescindible el silencio, el silencio
mental, y para conseguir ese silencio tenemos que meditar. De poco sirve, el
practicar de vez en cuando, ha de ser algo que tenga continuidad en el tiempo,
ha de llegar a convertirse en nuestra actividad más importante.
Trata al otro como tú mismo quieres ser tratado, colócate
en sus zapatos antes de criticarle, ayúdale cuando lo necesite, perdónale cuando
sientas que te ha ofendido. Sabrás que estás muy cerca de la espiritualidad
cuando nunca te sientas ofendido. Así no tendrás que perdonar, porque donde no
existe ofensa no es necesario el perdón.
A fin de cuentas, no somos este cuerpo, al que le
dedicamos muchas horas de nuestro día, somos el alma, somos ese espíritu con el
que queremos volver a conectar.
sábado, 30 de julio de 2022
Algo más humano
Me siento, un poco, decepcionado de la vida, del trabajo espiritual, de la lucha para dominar la mente, del inútil trabajo en la ley de la atracción, y muy cansado de la rutina diaria de la casa. Me aburre, cada día más, repetir las mismas cosas, una u otra vez, un día tras otro. Sin encontrar la diferencia entre un lunes y un domingo o un día de julio y otro de diciembre.
Siempre
es igual, y la razón no es otra que nuestro deterioro económico que ha ido
cayendo en picado en los últimos cinco años lo que hace que nuestra única
distracción sea pasear, siempre, por el mismo lugar sin poder parar a descansar
en una terraza para tomar un solo café.
Ahora
parece que se ha agudizado algo más porque estoy pasando por una recuperación
de Covid, lenta, muy lenta, que se ha llevado por delante toda mi energía.
Es
en épocas como esta, por la que estoy transitando en la actualidad, en la que
soy consciente de que soy un iluso, porque llevo media vida trabajando, (o al
menos es lo que yo creía), para ser ¿más espiritual? Sin embargo, como no
existe el medidor de la espiritualidad, a mi me parece que no he experimentado
ninguna diferencia en los últimos 10 años.
Bueno,
si existe alguna diferencia. Buscando la espiritualidad me he vuelto más
humano. Por más humano entiendo más respetuoso, entender al otro, ser
consciente de que no merece la pena enojarse, ni siquiera mentalmente, por
nada, porque la situación no va a cambiar, ayudar, aunque el otro crea que me está
engañando porque ha conseguido las terapias gratis.
En
fin, supongo que esta situación parece que a durar hasta que muera, (lo cual
será un alivio). Pero, aun así, seguiré utilizando mi mantra “Dios provee”, ya que,
aunque parece que provee poco, al menos comemos cada día y, lo hacemos hasta
tres veces.
domingo, 6 de marzo de 2022
Novela: Rasgar el velo de la soledad
“Rasgar el velo
de la soledad” es el diario de un peregrino en el Camino de Santiago. Es el
diario de la transformación de Gonzalo, un hombre que tenía una vida normal o,
mejor, más que normal, porque podía considerarse un hombre feliz, algo que
pocas personas pueden pregonar, como él, en voz alta.
Casado desde
hacía veinte años con Natalia, se amaban con más intensidad que el primer día.
Habían aprendido a amarse, desde el enamoramiento inicial, a través del respeto
mutuo.
Tenían una hija
de dieciséis años a la que habían enseñado el valor de la familia y a la que
habían contagiado su felicidad.
Eran una
familia feliz. Una familia de cuento de hadas.
Pero todo se
acabó, un día, en un abrir y cerrar de ojos.
Como cada día,
Natalia fue a buscar en coche a su hija al instituto. Nunca más regresaron a
casa. Un conductor borracho se las llevó por delante muriendo, al instante, en
el brutal impacto.
La vida de
Gonzalo terminó también en ese instante y si no lo fue de manera real, si lo
fue emocionalmente. Él pensaba que no podía seguir viviendo con tanto dolor,
con tanta tristeza, con tanta ira contenida, sin apego a la vida y renegando de
Dios, porque si realmente existiera no podía permitir tantas injusticias.
Después de casi
un año desde que ocurrió el accidente seguía manteniendo el mismo dolor. Se
acercaba la Navidad. No le apetecía ni la compañía ni amargar las navidades a
su familia, por lo que decidió pasarlas
solo y para que no le molestaran no se le ocurrió mejor idea que hacer el
Camino de Santiago.
En realidad, la
idea de hacer el Camino nació en él a raíz de un sueño muy vívido que tuvo con
su esposa y su hija, el primero desde el accidente. En el sueño él estaba
realizando el Camino de Santiago y se encontraron en León, que es una de las
etapas del Camino. En la despedida de ese sueño su esposa dijo “Nos volveremos
a encontrar. Te esperaremos en este mismo sitio”. Esa despedida fue interpretada
por Gonzalo como que tenía que realizar el Camino de Santiago.
Desde la
primera etapa en Francia hasta su llegada a Santiago, casi un mes y medio desde
la partida, dos encuentros en el Camino, con la Virgen María y con una madre que,
como él, había perdido a su hijo, resultarán sanadores para Gonzalo
efectuándose en él una transformación total.
Del hombre
triste y apagado que renegaba de Dios, al hombre que llegó a Santiago terciaba
un abismo. Porque a Santiago llegó un hombre renovado, un hombre diferente que
comprendió en su peregrinaje cual era la razón de la vida.
Gonzalo en este
diario cuenta su experiencia, convencido de que puede resultar también sanador
para todos aquellos que se enfrentan a una vida de dolor, de insatisfacciones,
de tristeza o infelicidad.
¡Buen camino,
peregrinos de la vida!