Mi alma, mis libros, mis creencias, mi corazón y mis opiniones.
El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y, para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
La
ocupación favorita de los seres humanos es vivir la infelicidad, es alimentar
el sufrimiento, es programar su enfermedad, es esforzarse para ser cada día
peor que el anterior, es criticar sin misericordia y juzgar sin compasión.
Sabemos
que nadie quiere mantenerse ocupado en estos menesteres, pero es lo que todo el
mundo hace, pensemos que de manera inconscientemente.
Y
lo hacemos muy bien. Somos auténticos profesionales. Nos han enseñado de
maravilla. Felicidades a los padres, felicidades a los maestros, felicidades a
los líderes de opinión, a los líderes políticos, a los líderes religiosos,
felicidades a todos aquellos que se esfuerzan porque el mundo sea cada vez
peor. Lo están consiguiendo.
No soy agorero, pero el mundo como
tal, no da la impresión de que mejore mucho. Si parece que hay un poco más, no
mucha, de ayuda humanitaria ante las catástrofes, ante el hambre permitido por
los gobiernos de turno en decenas de países, ante las desgracias ocasionadas
por las múltiples guerras que asolan el planeta, pero son totalmente
insuficiente para cubrir las necesidades básicas de todos los que la necesitan.
Y si somos incapaces de cubrir las
necesidades básicas físicas y materiales de todos los que pueblan el planeta,
como vamos a conseguir, ni tan siquiera a intentar paliar las necesidades
emocionales.
Posiblemente no interesa que las
personas se encuentren emocionalmente estables, porque entonces dejarían de
pensar y de hablar de sus desgracias y se correría el peligro de que pensaran
en lo que realmente están haciendo sus dirigentes políticos, sociales y
religiosos, y eso no les interesa. Tampoco interesa que la gente incremente su
nivel cultural, por eso nos dan, juegos y circo como instauraron los romanos
hace dos mil años. Nuestros juegos y nuestro circo son la basura de la tele, el
fútbol y el sexo. Todos saben quiénes son los mejores jugadores de fútbol del
mundo, o las mejores “top model” del momento, pero nadie es capaz de nombrar a
tres premios Novel.
La incultura, la falta de respeto,
la hipocresía, la ignorancia, la avaricia y el miedo, son las monedas de cambio
de un mundo, el actual, que actúan como verdadero caldo de cultivo del
sufrimiento, de la enfermedad y del dolor.
Todos los que tienen un poco de
responsabilidad con grupos, ya sean grandes o pequeños, ya sean comunidades
religiosas o municipios, ya sean medios de comunicación, escuelas o
universidades, son responsables del atontamiento general de masas que existe en
la actualidad en el planeta.
Mientras
un maestro pasa hambre, un pobre niño sin cultura, gana miles de millones solo
por darle patadas a una pelota. Y eso no es lo malo, lo peor es que el mismo
maestro se gasta su dinero para ver como ese niño patea la pelota.
Algunos
cuando llegan a la edad adulta comienzan a buscar respuestas a las preguntas
del por qué de la existencia de tanta incongruencia sobre la Tierra, de por qué
tanto despropósito, de por qué tanta ignorancia. Y pasan el resto de su vida
para tratar de vivir la vida de otra manera, para lo cual han de vencer la intolerancia y la incredulidad de los
que les rodean.
“Nadie puede tener una opinión
buena de una persona
que tiene una opinión mala de sí
misma.”
Anthony Trollope
“De todas las trampas en la vida la falta de
autoestima es la peor y la más difícil de superar, debido a que está diseñada
por tus propias manos y se centra en la idea: No vale la pena, no lo puedo
hacer.”
Maxwell Maltz
“El respeto comienza con uno mismo.”
Nathaniel Branden
Hacia una buena autoestima
Promulgamos
el amor al prójimo a los cuatro vientos, repudiamos la agresión y el mal trato
a los otros, pero se nos permite, y hasta está bien visto, que regateemos,
economicemos y midamos las autoexpresiones de afecto. ¿Por qué debemos ser
miserables con nosotros mismos?, ¿Cuántas veces nos auto-elogiamos, nos damos
gustos y nos contemplamos? No suele haber tiempo para eso.
Debemos
disponer de tiempo para los hijos, la pareja, los padres, pero no se nos ocurre
utilizar algunas horas en beneficio propio. Pensamos que el tiempo mejor
aprovechado es el destinado a producir bienes materiales o dinero. No nos interesa la salud mental. Se
considera que pensar, soñar, fantasear, dormir, meditar o mirar, no es actuar.
Así, dedicarse a uno mismo es sinónimo de vagancia o “buena vida”. Si pensamos
de este modo, jamás disfrutaremos de amarnos, ya que siempre podríamos estar
haciendo algo más productivo. Es un acto
de irresponsabilidad no dedicar tiempo a ti mismo.
Acercarse a un estilo de vida hedonista:
Hedonismo
significa placer, satisfacción, regocijo, goce y bienestar. Una filosofía
hedonista significa un estilo de vida orientado a buscar el disfrute y a
“sacarle el provecho” a las cosas que nos rodean. La filosofía hedonista
encierra la aceptación implícita del derecho a disfrutar.
1.- Saca tiempo para el disfrute:
-La vida no se ha hecho sólo para trabajar. Se
trabaja para vivir, no lo contrario.
-Tu momento de descanso, de recreación y tus
vacaciones no son un “desperdicio de tiempo”, sino una inversión para tu salud
mental.
-No lo postergues todo, esperando el día idóneo.
-No hay un tiempo para el amor como no hay un tiempo
para quererte a ti mismo. Siempre es tiempo.
2.- Decide vivir disfrutando:
-Acepta que la búsqueda del placer es una condición
del ser humano. Forma parte de ti como algo natural.
-Vive intensamente y ejerce el derecho a sentirte
bien.
-¿Cuántos momentos de felicidad has perdido por
creer que no los merecías?
-Busca en tu interior y encontrarás un vacío: la
pasión.
-Tienes la obligación de generar alternativas de
vida para mantenerte feliz.
-Tienes un talento innato para vivir “bien”, no lo
desaproveches.
3.- Explora, busca, indaga:
-Una vez que decidas darle importancia al principio
del placer, debes comenzar a trabajar para sentirte bien.
-Tu principal arma es la exploración. No esperes a
estar “totalmente seguro” para ensayar cosas nuevas. ¡Arriésgate!
-No te resistas a probar lo nuevo.
-No tengas opiniones a priori cuando de conocer se
trata.
4.- No racionalices tanto las
emociones agradables:
-La idea no es negar la importancia del pensamiento.
El problema es que si intentas explicarte y comprender permanentemente los
sentimientos, los obstruyes irremediablemente.
Autoelogio
Permanentemente
estamos hablando en silencio con nosotros mismos y rumiando sobre esto o
aquello, a veces de manera automática, inconsciente, y otras de manera
controlada o consciente.
El
dialogo interno puede afectarte positiva o negativamente, de manera similar a
como las palabras de otros también pueden ejercer un determinado efecto sobre
tu estado de ánimo.
Cuando tengas tus diálogos internos, en lo
posible que sean positivos, pero con una dosis de realismo.
El
autoelogio es una manera de hablarte positivamente. Es una forma de reconocer
tus actuaciones adecuadas. No es necesario, ni hace falta que lo hagas en voz
alta y en público.
Las razones a las que
se apela para negar el auto elogio son varias:
-No soy merecedor o no fue gran cosa.
-Era mi deber o era mi obligación.
-Auto-elogiarse es de mal gusto.
Auto recompensa:
Es
otra manera de auto-expresarte el afecto. La auto-recompensa es el proceso por
el cual nos auto-administramos estímulos positivos.
Tú
necesitas la auto-recompensa, de la misma manera que necesitas el autoelogio.
Fortalece tu autoestima y no permite el autocastigo y la insatisfacción.
Hacia una buena autoeficacia:
1.- Elimina el “no soy capaz”
-Si te tratas mal y eres irrespetuoso contigo mismo,
tu dialogo obrará como un freno.
-Elimina de tu repertorio el “no soy capaz”. Cada
vez que te lo repites confirmas tu inseguridad.
-Esta calificación negativa, automáticamente, te inmovilizará.
2.- No seas pesimista:
-Las personas con baja autoestima anticipan el
futuro negativamente.
3.- No seas fatalista:
-Eres el arquitecto de tu futuro. Construyes tu
destino. Por lo tanto tienes el poder de modificar muchas cosas.
-El pasado no te condena.
-Tu presente es el pasado de mañana.
4.- Trata de ser realista:
-Acepta tus éxitos, sería injusto contigo desconocer
tus logros.
-Acepta tu cuota de responsabilidad en tus fracasos.
-Toma papel y lápiz, y escribe tu contribución real
a lo bueno y a lo malo.
5.- No recuerdes sólo lo malo:
-La visión negativa de uno mismo se alimenta
principalmente de los recuerdos.
-Durante algunos minutos al día intenta activar tu
memoria positiva.
6.- Revisa tus metas:
Hacerte
cargo de ti mismo es la mayor de las responsabilidades. Tomar conciencia de que
existes, eres importante y tienes el derecho a pensar en ti por sobre todas las
cosas, te coloca en un lugar de privilegio, pero al mismo tiempo te provoca
nuevas angustias. La lucidez tiene un precio: “Se lo que debo hacer, pero no
siempre sé cómo hacerlo”.
No
existe una solución, solo tendencias. Como un péndulo que nunca se detiene,
solo podemos apaciguar o acelerar su ritmo, pero jamás seremos capaces de que
se detenga en un punto exacto. Las orientaciones para quererte a ti mismo no siempre
son claras, definidas y fijas. Tienes que arriesgarte.
Recuerda que tienes que vivir
contigo mismo por la eternidad.
Facundo Cabral.
Si te olvidas de ti, tarde o temprano, los demás,
siguiendo tu ejemplo,
también se olvidarán, y quizás deduzcan que no
existes.
Joege Bucay.
Más
de una vez habrás oído, porque te lo han dicho a ti o se lo decían a otros: “Lo
que tienes que hacer es amarte, valorarte y respetarte”.
Está
muy bien, ¡es tan fácil dar consejos!, pero ¿Cómo hacerlo?, ¿Cómo llegar
realmente a amarse a uno mismo?, ¿Cómo sabemos que es amor lo que podemos
sentir hacia nosotros mismos y no es una forma de egoísmo?
He
encontrado el libro de un psicólogo clínico, Walter Riso: “Aprendiendo a
quererse a sí mismo”, que lo explica de mejor manera de lo que yo podría
hacerlo. Por lo tanto, esta entrada y posiblemente las dos siguientes son un
extracto de dicho libro. Este libro lo podéis encontrar en Internet.
La
sociedad ha orientado el aprendizaje social a fortalecer el amor dirigido a los
demás y ha olvidado que el requisito esencial para dar es la auto-aceptación.
Es imposible entregar amor si no te quieres a ti mismo.
Nuestra
civilización intenta inculcar principios como el respeto al ser humano, el
sacrificio, el altruismo, la expresión del amor, el buen trato, la
comunicación, etc., pero estos principios están dirigidos al cuidado de otros
humanos. El auto-respeto, el auto-amor, la auto-confianza y la auto-comunicación,
no suelen tenerse en cuenta. Más aun, se considera de mal gusto el quererse
demasiado. Si una persona es amigable, expresiva, cariñosa y piensa más en los
otros que en ella misma, es evaluada excelentemente. Si alguien disimula sus
virtudes, niega o le resta importancia a sus logros, es decir, miente o se
auto-castiga, ¡es halagado y aceptado!
No
sólo rechazamos la auto-aceptación honesta y franca, no nos importa que sea
cierta o no, sino que promulgamos y reforzamos la negación de nuestras
virtudes. Absurdamente, las virtudes pueden mostrarse, pero no verbalizarse.
Para
evitar caer en la pedantería insufrible del sabelotodo, hemos caído en la
modestia auto-destructiva de la negación de nuestras virtudes. Por no ser
derrochadores, somos mezquinos. Los psicólogos clínicos saben que ese estilo de
excesiva moderación hacia uno mismo es el caldo de cultivo de la tan conocida y
temida depresión. Tienes el derecho a
quererte y a no sentirte culpable por ello, a disponer de tu tiempo,a descubrir tus gustos, a mimarte, a cuidarte
y a elegir.
Desde
pequeños nos enseñan conductas de auto-cuidado personal: lavarnos los dientes,
bañarnos, cortarnos las uñas, controlar los esfínteres y vestirnos. ¿Pero qué
hay del auto-cuidado y de la higiene mental? No se nos enseña a querernos, a
gustarnos, a contemplarnos y a confiar en nosotros mismos.
Hacia un buen concepto de ti
mismo.
La cultura nos ha enseñado a
llevar un garrote invisible, pero doloroso, con el que nos golpeamos cada vez
que equivocamos el rumbo o no alcanzamos las metas personales. Hemos aprendido
a culparnos por casi todo lo que hacemos mal y a dudar de nuestra
responsabilidad cuando lo hacemos bien.
Si fracasamos, decimos: “Dependió de mí”,
si logramos el éxito: “Fue pura suerte”.
Algunas personas, por tener un
sistema de auto-evaluación inadecuado, adquieren el vicio de auto-rotularse
negativamente por todo. Se cuelgan carteles con categorías generales. En vez de
decir: “Me comporté torpemente”, dicen: “Soy torpe”. Utilizan el “soy un inútil”
en vez de “me equivoqué en tal o cual cosa”.
Palabras
que deberían suspenderse de nuestra lengua y ser consideradas “malas palabras”:
NUNCA, SIEMPRE, TODO y NADA. Lo único que generan son confusión y malos
entendidos.
Como
es de esperar, si deseas fervientemente el éxito, el poder y el prestigio, temerás
al fracaso. Este miedo te hará dirigir la atención más hacia las cosas malas
que hacia las buenas, con el fin de “prevenir” los errores que tanto temes.
Esto lleva a desconocer las aproximaciones a la meta, así como los esfuerzos y
pequeños ascensos que realices en la escalinata hacia tus logros personales.
Por querer ver el árbol, no verás el bosque.
1.- Trata de ser más flexible, tanto con otros como
contigo:
-
No pienses en términos absolutistas: No hay nada totalmente bueno ni malo.
-
Debes tener tolerancia a que las cosas se salgan a veces del carril.
-
Aprende a soportar, a perdonar y a entender tu rigidez como un defecto, no como
una virtud.
-
Las cosas rígidas son menos maleables, no soportan demasiado y se quiebran.
-
Si eres normativo, perfeccionista, intolerante y demasiado conservador, no
sabrás que hacer con la vida. Ella no es así.
-
La gran mayoría de los eventos cotidianos te producirán estrés, porque no son
como a ti te gustaría que fueran.
- Concéntrate durante una semana o dos, en
los matices:
·No te apresures a categorizar de
manera terminante.
·Detente y piensa si realmente lo
que dices es cierto.
·Revisa tu manera de señalar y
señalarte. No seas drástico.
·Evita utilizar palabras como
siempre, nunca, todo o nada.
-No es lo mismo decir: “Robó una vez”, que “ser un
ladrón”.
-Las personas no son, simplemente se comportan.
§Permítete no ser tan normativo.
·Sé más informal un día, a ver qué ocurre.
§Trata de no ser perfeccionista.
§Convive con el desorden una
semana. Piérdele el miedo.
§No rotules ni te auto-rotules.
§Intenta ser benigno.
§Habla solo en términos de
conductas.
§Concéntrate en los matices.
§La vida está compuesta de
tonalidades, más que de blancos y negros.
§Escucha a las personas que piensan
distinto de ti.
2.- Revisa tus metas y las posibilidades reales
para alcanzarlas.
-No te coloque metas inalcanzables.
-Exígete de acuerdo con tus posibilidades y
habilidades.
-Cuando definas alguna meta, define también las sub-metas
o los escalones.
-Intenta disfrutar de cada peldaño como si se
tratara de una meta en sí misma.
-No esperes llegar al final para descansar y
disfrutar. Busca estaciones intermedias.
-Escribe tus metas, revísalas, cuestiónalas y
descarta aquellas que no sean viables.
-La vida es muy corta para desperdiciarla.
-Si tus metas son inalcanzables, vivirás frustrado y
amargado.
3.- No auto-observes sólo lo malo.
-Si sólo te concentras en tus errores, no verás tus
logros.
-Si sólo ves lo que te falta, no disfrutarás del
momento, del aquí y el ahora.
-No estés pendiente de tus fallos como un radar.
-Cuando te encuentres focalizando negativamente de
manera obsesiva, para.
4.- No pienses mal de ti.
-Sé más benigno con tus acciones.
-Afortunadamente no eres perfecto.
-No te insultes ni te faltes al respeto.
-Lleva un registro sobre tus auto-evaluaciones
negativas.
-Si detectas que el léxico hacia ti mismo es
ofensivo, cámbialo. Busca calificativos constructivos.
-Ejerce el derecho a equivocarte.
-Los seres humanos, al igual que los animales,
aprendemos por ensayo y error, no por ensayo y éxito.
Empieza
haciendo lo necesario, continúa haciendo lo posible;
y de repente estarás haciendo lo imposible.
San Francisco de Asís.
Ahora que hemos pasado por el primer
peaje de la Fe, ya somos conscientes de que todo lo que nos ha enseñado la
sociedad no nos lleva a ninguna parte, porque todas las enseñanzas recibidas
son para el cuerpo, un trabajo mejor, una casa más grande, una pareja con un
apellido ilustre y una jugosa cuenta corriente, más dinero, más dinero, más
dinero, más poder, más poder, más poder, seguir los cánones de moda y de
belleza, y un sinfín de cosas más que ni tan siquiera llenan, aunque sea de
manera parcial, nuestra ansia de felicidad. Todo esto, aderezado, en algunas
ocasiones, con lo que parece ser una enseñanza o un alivio para el alma,
(reunión dominical, según la religión, procesiones, novenas, etc.), enseñanzas
engañosas, porque los enseñantes, no predican con el ejemplo, y lo único que
buscan, (siempre hay honrosas excepciones), es el mismo poder social y
económico que buscan sus feligreses. Con el agravante de que ellos juegan con
los sentimientos de las personas, y para conseguir ese poder, no dudan en
atemorizar hasta extremos insospechados a sus seguidores.
La conciencia social, políticos, religiosos, los estándaresde salud y de belleza nos dan modelos y
normas de cómo deberían ser las cosas, o de cómo deberíamos comportarnos.
Tratan de definirnos lo que es bueno, lo que hay que hacer, lo que está bien
visto, y lo que no. Y lo único que consiguen, es llenar nuestra conciencia de
miedo. Miedo en infinidad de variantes: miedo al rechazo, miedo a la soledad,
miedo a Dios, miedo a la pobreza, miedo al miedo. Y esto hace que la persona
necesite reafirmarse a si misma constantemente, buscando siempre validación
externa, buscando la aprobación del exterior, buscando la aprobación de
cualquiera, sea quien sea, que se encuentre a su alrededor. Toda nuestra vida
se ha construido, de manera inconsciente sobre ese miedo. Porque vivimos desde
la mente. Cuando la mente es nuestro centro, estamos encogidos por el miedo y
eso nos hace estar constantemente a la defensiva, siempre nos falta algo,
siempre tenemos necesidad de más: Más amor, más dinero, más poder, más
aceptación, más atenciones.
La base de nuestros pensamientos y sentimientos es como un agujero
negro, un vacio que nunca puede ser llenado, y para aliviar ese miedo, para tratar
de llenar ese vacío, nos vamos al exterior y nos aficionamos al poder, al
halago, a la admiración. Confiamos en el juicio de otras personas, ¡que poco
nos valoramos y queremos!, no confiamos en nosotros, y le damos nuestro poder a
cualquiera que pasa por delante de nosotros.
Confiamos en el juicio de otras personas y nos ponemos nerviosos sobre
lo que la gente piense de nosotros. Es importante para nosotros porque nuestra
autoestima depende de eso y, sin embargo, nuestra estima desciende y desciende,
porque hemos entregado nuestro poder a otras personas.
Algo hemos de cambiar. Si ya
hemos cambiado la idea de lo que somos, también se ha de comenzar a cambiar la
manera de hacer las cosas. Lo que sucede cuando intentamos
despegarnos de nuestras creencias, es que nos podemos encontrar con un problema
añadido, ya que cuando nos dejamos de identificar con lo que siempre hemos
hecho y con lo que nos han enseñado, se genera un estado de confusión, y nos
surgen las preguntas del millón, ¿Qué quiero realmente?, ¿Quién soy?, etc.,
etc.
Y así llegamos a nuestro segundo peaje “ACEPTACIÓN”.El trabajo de
aproximación a la Luz no es más que un trabajo de sanación, que se ha de
realizar aceptando. ¿Aceptando qué?: Aceptando lo que somos, aceptando el
dolor, aceptando el sufrimiento, aceptando el miedo, aceptando lo que nos
parecen limitaciones, aceptando nuestra vida.
Cuando se consigue aceptar la vida y lo que la envuelve, la persona se
ablanda, tolera, perdona y ama.
Se dice muy rápido que hay que aceptar la vida, sin embargo, nuestra
conciencia lleva mucho tiempo generando un patrón de conducta que hace difícil
cualquier cambio. ¿Qué hay ahora en la conciencia?, ¿Qué es lo que tiene que
cambiar?: Tenemos que ser conscientes de que estamos atados a nuestros
pensamientos, para permitir que estos cambien y desaparezcan las viejas
energías, y así despertar a una conciencia basada en el corazón.
Sólo cuando nos demos cuenta de que el vacio en el que estamos
inmersos no puede ser llenado de ninguna manera desde el exterior,empieza el cambio, empieza la aceptación.
Aceptar significa no juzgar
nada, ni nuestro, ni de los otros, ni del interior, ni del exterior, las cosas
son como son y no hemos de tener ningún interés en como deberían ser, en como
tendrían que ser, en como pensamos nosotros que han de ser.
Hemos de comenzar a vivir desde el corazón, porque el corazón, al
contrario que la mente, está interesado en todo lo que es, sólo en lo que es,
no en lo que se juzga como bueno o como malo; y si nos abrimos a vivir desde el
corazón nos liberamos del juicio de manera inmediata, y aceptamos quienes
somos, sin más. No quienes queremos ser, o quien quiere la sociedad que seamos,
aceptamos quienes somos.
Toda esta teoría de vivir desde el corazón, y de aceptar, suena muy
bien, sin embargo, los miedos, los traumas, los sufrimientos, siguen ahí. Es
como si quisiéramos engañar a la mente, y no se trata de engañarla, se trata de
limpiarla.
Todos los miedos, todos los traumas, todos los sufrimientos, son
experiencias del pasado, y eso es lo que hay que sanar, eso es lo que ha de
desaparecer. ¿Cómo?: volviendo al pasado, volviendo a la experiencia, pero de
una manera amorosa, es decir, revivir la situación, pero estando centrados en
el corazón, no dándole vueltas a la mente. Y así simplemente observando lo que
sucede, se crea una especie de separación entre el suceso y la persona, y es
esa separación la que hace a la persona dueña de la realidad, pudiendo aceptar
el suceso completo, sin volver a enjuiciarlo, ya que la persona comprende desde
el corazón, que para todo hay una causa, es una experiencia más para el alma, y
no tiene por que quedar grabada en la mente.
Cuando somos capaces de relacionarnos con todos los papeles y todas
las escenas que hemos ido interpretando en nuestra vida, quedamos libres para
vivir desde el corazón. Es entonces cuando estamos preparados para circular
hasta el siguiente peaje, que no será otro que comenzar a trabajar
conscientemente nuestras debilidades, nuestros vicios, nuestros malos hábitos.
¡Cuantas
veces culpabilizamos a cualquier cosa que se mueva de nuestras desgracias!, y
aun peor que eso ¡Cuantas veces nos culpabilizamos a nosotros mismos!
Por
un lado, nos sentimos culpables por casi todo: Podemos sentirnos culpables
porque la pareja se enfada, o nos maltrata emocionalmente, o nos humilla y
destruye nuestra autoestima, y justificamos lo injustificable porque nos lo
merecemos, porque no hemos cubierto sus expectativas, etc., etc.
Podemos
sentirnos culpables por cualquier acción pasada, por un acto que cometimos hace
tiempo, por haber herido a alguien de palabra, a veces, da la sensación de que
hay personas que se sienten culpables por el mero hecho de existir. Y la culpa
da vueltas y vueltas en nuestra mente, de manera permanente, sin conseguir ser
conscientes de la realidad, e incluso, distorsionando esa realidad, en vez de
intentar reconciliarse con uno mismo.
Y,
por otro lado, culpabilizamos o criticamos a otros, sin piedad, por causas por
las que, sin embargo, si podríamos considerarnos responsables.
Las dos conductas son perniciosas: Sentirse culpable
podría ser bueno, en tanto en cuanto, nos ponemos en el lugar de los demás y de
lo que ellos podrían sentir. Sin embargo, de la misma manera que tenemos que
aprender a tolerar, comprender y perdonar conductas ajenas, tenemos que ser
capaces de aprender a vivir la realidad y, en caso de cometer un error,
aprender a perdonarnos a nosotros mismos y aprender la lección que conlleva, de
manera intrínseca, el error.
Culpar a los demás, aunque pueda existir razón para
ello, solo consigue alimentar en los demás el resentimiento, la separación y el
silencio.
Nadie es perfecto, y es mejor comprender la conducta
que criticamos y ser capaces de perdonar.
Tenemos
queaprender a liberarnos del sentimiento
de culpa, para ello es necesario identificar las razones que nos llevan a
sentir la culpabilidad, para liberarnos, lo más rápidamente posible de esos
sentimientos negativos. Como con cualquier otro sentimiento negativo, el mero
hecho de reconocer la causa alivia en gran medida la sensación.
En la
culpa, hemos de aprender a ser modestos. Nuestras culpabilidades a menudo son
desproporcionadas. Incluso hay culpabilidades que podríamos llamar orgullosas,
¡un poco como si estuviéramos convencidos de que somos el ombligo del mundo!
Cada uno tiene sus propias responsabilidades. Hay
que aceptar el hecho de que nadie es responsable de la desgracia de los demás, al
menos no totalmente. A decir verdad, no somos responsables más que de nuestros
propios actos, pensamientos y palabras.
Lo más
importante consiste, sin duda, en saber perdonar y saber perdonarse.