El viaje del alma
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
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sábado, 16 de marzo de 2024
Calidad de amor
sábado, 9 de marzo de 2024
martes, 30 de enero de 2024
Memento mori
La muerte es algo que no debemos
temer porque,
mientras somos, la muerte no es,
y cuando la muerte es, nosotros no
somos.
(Antonio Machado)
Los
seres humanos nos encontramos inmersos en una desenfrenada carrera hacia una
meta desconocida. ¿La nada?, ¿la muerte?, ¿Dios?
Pero
no solo es desconocida la meta, tampoco sabemos quién nos ha puesto en carrera,
ni sabemos para que corremos. No sabemos nada, solo que tenemos que seguir
corriendo, porque estamos subidos en una cinta sin fin que es la vida, que no
se detiene ni un instante
Aunque,
en realidad, la meta de la vida no es tan desconocida. Porque no sabremos
porque corremos, pero si sabemos que la carrera se acaba cuando, por alguna
causa, existe una incapacidad total para que se realicen los procesos
biológicos, que son los que animan la vida del cuerpo. Y ese es el final de la
carrera.
Parece
fácil deducir, por lo tanto, que la meta del ser humano es la muerte, pero, ¿después?,
¿después hay nada o existe una vida diferente?
Somos
muchos, ya, los que creemos que la muerte no es el final, sino una transición
hacia otro estado o dimensión. Como decía Mahatma Gandhi: “Si la muerte no fuera el preludio a otra vida, la vida presente sería
una burla cruel”.
Pero,
si al final de la vida física del cuerpo existe otra vida, (que podríamos
llamar la vida del alma), entonces si que sería bueno saber para que corremos,
para que vivimos, porque estar en la vida sin una razón, no solo parece una
burla, parece ridículo.
Si
nos asomamos a la ventana de la vida, solo para observar el mundo, podremos
comprobar que la vida es mucho más que ridícula. Es inhumana, despiadada, sanguinaria,
salvaje, violenta, atroz, sin una pizca de piedad, de compasión, de
misericordia, de humanidad.
No
puede ser esta sociedad sin entrañas la razón de la vida, ni sus líderes
políticos, religiosos o de opinión, un referente o modelo a seguir. La razón de
la vida no puede ser morir o matar, no puede ser robar, no puede ser mentir. La
razón de la vida tiene que ir en consonancia con la vida del alma, esa que nos
espera al otro lado de la muerte.
Y según lo que narran
los que han estado, algún ratito, es ese otro lado, por experiencias cercanas a
la muerte, todo lo que se vive en ese otro estado o dimensión es amor.
Por lo tanto, vamos a
pensar y a creer que la razón de la vida es aprender a amar y pongamos manos a
la obra, porque cuantos más seamos amando, podremos influir en el mundo más que
los ambiciosos líderes que nos manipulan a su antojo, escondidos tras la máscara
de los votos.
domingo, 21 de enero de 2024
Fisicalidad versus espiritualidad (Carácter)
Los
seres humanos estamos muy ocupados en lo de siempre que es vivir nuestra
fisicalidad, ya que gran parte de nuestra vida se basa en las sensaciones, las
emociones, las acciones y las reacciones que tenemos como seres corpóreos. Es
decir, estamos muy ocupados en vivir.
Estamos tan ocupados
en vivir que parece difícil que podamos dedicarnos a otra cosa que no tenga una
relación directa con la vida, como podría ser vivir la espiritualidad.
Sin embargo, si algo
tiene una relación directa con la vida física, es el espíritu. El espíritu es
una parte fundamental de la naturaleza humana y tiene una relación estrecha con
el cuerpo físico, aunque no se limite a él.
Es el espíritu el que
anima y da vida al cuerpo físico. En Juan 6:63, Jesús dice: «El espíritu es el
que da vida, la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo os he hablado
son espíritu y son vida».
La espiritualidad son
las cosas del espíritu y la razón de la vida es la búsqueda de sentido,
propósito y conexión con algo superior a nosotros mismos.
Vivir la
espiritualidad implica cultivar una actitud de apertura, curiosidad, gratitud y
compasión hacia la vida y hacia los demás. También implica reconocer nuestra propia
esencia divina y nuestra conexión con todo lo que existe.
La espiritualidad es
un camino personal, pero también colectivo, porque todos somos parte de un
mismo todo.
Por muy ocupados que
estemos en vivir nuestra fisicalidad no podemos, aunque queramos, olvidarnos de
nuestra espiritualidad. Solo es cuestión de actitud y carácter.
El carácter es el
conjunto de cualidades que nos definen como personas, como la honestidad, la
generosidad, la valentía, la humildad, etc. El carácter se forma a través de
las decisiones que tomamos, las acciones que realizamos y los hábitos que
desarrollamos. El carácter nos hace ser una persona íntegra, respetable y
admirable.
Y no debemos olvidar
mientras estamos viviendo la vida, ayudar a los demás, porque es una forma de
expresar el amor, la bondad y la solidaridad. Ayudar a los demás nos hace
sentir útiles, felices y agradecidos. Podemos ayudar a los demás de muchas
formas, como donando, haciendo voluntariado, enseñando, escuchando,
compartiendo.
Así, usando el cuerpo,
estaremos viviendo la espiritualidad, que es la única razón por la que tenemos
cuerpo.
sábado, 20 de enero de 2024
El objetivo de la vida
La vida física solo tiene un objetivo fundamental; solo se trata de amar y no amamos mucho, porque no se ama cuando se juzga, cuando se critica, cuando se pierde la paciencia, cuando se teme, cuando se siente culpa, cuando la alegría ajena no causa alegría, cuando se siente rabia, cuando se siente decepción o frustración por no conseguir un deseo, cuando se siente indiferencia que es opuesta a la compasión, a la empatía o la solidaridad.
miércoles, 10 de enero de 2024
Sobre el pecado
Y dijo Dios:
No existe el
pecado. Yo nunca me ofendo por nada de lo que los seres humanos podáis hacer,
decir o pensar, y no me ofendo porque os amo sobre todas las cosas, y sé que cualquier
cosa que hagáis, digáis o penséis, es cosa del ego, no del alma.
lunes, 20 de noviembre de 2023
Big Bang
Querido Dios:
Cuando he recibido tu
contestación me he vuelto loco de alegría. Pensaba, cuando escribía, que el destino
de la carta sería como el de las palabras, difuminarse, lentamente, hasta
desaparecer.
Pero no, en la
primera meditación llegó tu respuesta, de manera rápida y clara, hasta el
extremo de que, por la rapidez, tuve ciertos problemas para poder ir
transcribiendo toda la información.
Que me ronde o se deslice
la alegría en mí interior, no es muy habitual, ya que mi estado emocional
acostumbra a transitar por distintos matices de la tristeza, como pueden ser la
melancolía y la nostalgia.
A veces pienso que
alguna célula de mi cuerpo debe haber recibido algún input de mi vida al otro
lado de la vida y que, de vez en cuando, va dejando salir ráfagas de nostalgia
y soplos de melancolía que hacen que, sin tener ningún recuerdo de la vida del
alma, sienta la tristeza como si sintiera añoranza de esa vida. Algo
inconsciente debe de haber, porque son muchísimas las veces en que me encuentro
pensando en la muerte como una liberación de la tristeza y de la monotonía de
la vida.
Siempre me he
preguntado para que nacemos, aunque tengo claro que voy a dejar esta vida sin
saber para que he nacido, pero que seguro lo sabré en cuanto muera. Es una
paradoja, vivir toda una vida sin saber para que vivimos. Como decía Stephen
Hawking: “Si encontramos la respuesta al
porque de nuestra existencia y la del universo, sería el triunfo definitivo de
la razón humana, pues entonces conoceríamos la mente de Dios".
Estoy convencido
de que todas las preguntas “existenciales” que me llevo haciendo desde que
tengo uso de razón espiritual, como son ¿para qué la Creación?, ¿para qué la
vida?, ¿de donde venimos?, ¿adonde vamos?, ¿qué he venido a hacer? y, alguna
más, quedarán contestadas en el momento de traspasar el umbral del “otro lado”
y que, además, aunque ahora estemos ávidos por saber, no será una sorpresa,
porque es algo que conocemos desde siempre.
La hipótesis del
Big Bang, puede ser una explicación de cómo se formó el universo: Un punto muy pequeño,
pero enormemente denso, que, de repente, estalló irradiando una cantidad
fabulosa de energía, dando inicio al comienzo del universo, formándose la
materia, el espacio y el tiempo.
Pero no hay
hipótesis sobre el porqué. Aunque tal como dijo el papa Benedicto XVI, solo es un acto de amor: “La creación es un don de Dios y es consecuencia
de un acto de amor. Decir creación significa afirmar que el mundo está
orientado a la realización del proyecto de amor del Creador”.
Aunque, si el
mundo mismo es Dios, tal como indicas en tu contestación, todo es parte de lo
mismo. Es decir, de Ti. Por lo tanto, el ser humano sólo puede ser un chispazo
transitorio del todo. Una parte que se ha separado temporalmente y que
manifiesta, temporalmente, una conciencia personal, pero que está llamada a
unirse y fundirse en el Todo,
Es posible que el
ser humano esté diseñado para que esa temporalidad fuera corta, de muy pocas
vidas. Y que esa temporalidad fuera el tiempo necesario para experimentar el
amor incondicional, y una vez experimentado pueda el alma independiente volver
a unirse con la Energía Divina.
Sin embargo, En
algún punto del camino, los seres humanos olvidaron, no solo, cual era la razón
de la vida, sino también, de donde procedían. Por ello, la razón de la vida que
era experimentar el amor, en un tránsito efímero por la materia, se convirtió
en un viaje de cientos o miles de vidas con dos objetivos: Saber que nuestra
procedencia es Dios y que Dios es nuestro destino al que llegaremos una vez conseguido
el segundo objetivo, anidar la energía del amor en nuestro interior.
Reflexionar sobre
todo lo que puede haber al otro lado de la materia supone la formulación de infinitas
preguntas que dudo mucho de que con nuestra mente estemos capacitados para
entender las respuestas.
No te molesto más.
Gracias por escucharme.
(Del libro “Cartas
a Dios” de Alfonso Vallejo)
miércoles, 15 de noviembre de 2023
Y Dios contestó
Querido hijo:
No es irrespetuoso
nada de lo que comentas sobre mi sordera. Como bien dices no me ofendo nunca,
nada me ofende. Rememora tu pasado cuando tus hijos eran unos bebecitos de
pocos meses. ¿Te ofendías por algo que ellos hicieran en su inconsciencia? Tú y tus hermanos que comparten contigo la encarnación en
la Tierra sois mis amados hijos, sois mis bebés, que estáis creciendo en el
amor y en la bondad.
Quiero comenzar
contestando a la pregunta que haces en tu misiva. Preguntas si, realmente,
estoy ahí. Pues sí, estoy ahí, estoy en el cielo, porque Yo Soy el cielo, pero,
también, estoy en la Tierra, porque Yo Soy la Tierra. Estoy en cada nube, en
cada brizna de hierba y en cada grano de arena, porque Yo Soy la nube, la
hierba y la arena. Estoy en el Sol, en cada planeta, en cada satélite y en cada
estrella, porque Yo Soy el Sol, Soy cada planeta, cada satélite y cada
estrella.
Pero aun hay más,
estoy en ti. Y siento tu emoción sin que me la expliques, conozco tu
pensamiento a la vez que tú, escucho cada palabra que sale de tu boca y cada
anhelo que se escapa de tu corazón, acompaño tu mano cuando acaricia, cuando
bendice y cuando golpea y enjugo las lágrimas que resbalan por tus mejillas.
Por lo tanto, siempre
te escucho ¡hijo mío! Y siempre te contesto. Con palabras que no escuchas por
el ruido que mantienes en tu interior, con las señales que pides, que no sabes
interpretar, con sueños que olvidas porque no los consideras interesantes, con
encuentros que calificas de casuales.
De mil maneras me
comunico contigo, pero no me sientes, y no lo haces porque no estás sintonizando
la emisora correcta. Estás centrado en tus problemas, en tus preocupaciones, en
tus más íntimos deseos, en envidiar lo que otros tienen, en criticar todo lo
que no se ajusta a tu creencia.
Y todo eso en lo
que centras tu atención, tu pensamiento, tu emoción y tus palabras, te hacen
sordo a mis respuestas, te hacen ciego a mis señales, te hacen insensible a las
intuiciones y, lo que es peor, te están separando de la vida. No estás viviendo,
porque la vida pasa a tu lado sin que seas consciente de ella. Y es, entonces,
cuando más agobiado te sientes, cuando te acuerdas de mí y levantas los ojos al
cielo pidiendo, rogando, suplicando, implorando, haciéndome culpable.
Tienes que salir
de ese bucle de sufrimiento y conseguir que la paz, la serenidad, la bondad y
el amor aniden en ti. Entonces estarás listo, no solo para poder escucharme, sino
para no tener que pedirme o suplicarme, porque entenderás la razón por la que
determinado acontecimiento se cruza por tu vida. Y si no llegas a entenderlo,
estarás preparado para aceptarlo, porque entenderás que es necesario para poder
llevar a buen término alguna de las enseñanzas que has decidido, aprender en
esta encarnación.
Te amo hijo mío y
te bendigo.
domingo, 5 de noviembre de 2023
Viaje a la eternidad
Cuando pienso en la muerte mi mente asocia ese pensamiento, de manera
inmediata, con un viaje.
Un viaje hacia lo desconocido, hacia un lugar, del que, curiosamente, no
guardo ningún recuerdo, a pesar de haber vivido en él desde antes del Eón
Haedico, que comienza su cuenta, con la formación de la Tierra, hace más de
4.700 millones de años.
De hecho, la palabra eón, en griego, significa eternidad. Y ese es el
tiempo, (una eternidad), que he permanecido en ese lugar que me espera, (a mí y
a todos), supongo que, con los brazos abiertos, ya que, con la escasa
información de la que disponemos, parece ser un lugar de paz, amor y hermandad.
Es increíble que no tengamos ningún recuerdo con el tiempo que allí
hemos permanecido. Que maravilla y que perfección el diseño del cuerpo humano,
lograr que tengamos un ordenador potentísimo, (nuestro cerebro) y no guarde
memoria de los avatares del alma.
A pesar de ser, desde aquí, desde la vida, un lugar desconocido, parece
ser que no se necesita aprender ningún idioma ni hacerse acompañar de
traductores, porque todos en él, hablan el mismo idioma, el idioma universal,
el idioma del amor.
Cualquier viaje y, sobre todo, si es importante, como este, despierta en
mí muchas emociones.
No puedo decir que espere el viaje con ilusión, porque si me atengo a la
definición de la palabra: “Esperanza, con
o sin fundamento real, de lograr o de que suceda algo que se anhela o se
persigue y cuya consecución parece especialmente atractiva”, tengo que
reconocer que, a pesar de lo monótona que me parece la vida, no anhelo ni
persigo la muerte. Pero es igual, porque, aunque yo no la persiga, está ahí, a
tiro de piedra, es la meta obligada para todos los peregrinos de la materia.
No es, por lo tanto, ilusión la palabra que mejor definiría la emoción
que me despierta la muerte. La emoción exacta es incertidumbre. Es, sin lugar a
dudas, la emoción más intensa que aparece cuando reflexiono sobre la muerte. Es
normal, no sé cuando va a suceder, ni como va a ser el proceso, como tampoco sé
que me voy a encontrar al otro lado. Trato de imaginar la vida “sin tiempo” y
“sin cuerpo”, pero soy incapaz de hacerlo sin mirar el reloj, (tiempo), que
permanece amarrado en la muñeca de mi brazo, (cuerpo).
Otras preguntas que me generan incertidumbre son ¿cómo será vivir
siempre en presente?, ¿cómo se verá la revisión de la vida?, ¿por cuantas
etapas tendré que pasar antes de llegar al final del trayecto?, ¿cuál será mi
actividad en ese lugar?
Aunque la incertidumbre puede generar ansiedad, miedo o estrés, no es el
caso. Puede más en mi la curiosidad, la posibilidad o no de sorprenderme y,
sobre todo, el aprendizaje que estoy haciendo, tratando de saber más de esa
nueva etapa en mi camino hacia Dios.
Otras veces, pienso divertido, que voy a ser el protagonista principal. No porque tenga, en ese momento el control de la situación, sino porque todos los reflectores estarán, enfocados en mi persona o, mejor, en el recuerdo de lo que fue mí persona. A mi que me hubiera encantado ser invisible, en esta vida, para pasar desapercibido, voy a ser el punto de mira y durante algunos minutos todos los que me conocen hablarán de mí. Espero que sea cierto que podemos tener conciencia de todo al “otro lado”, porque será muy divertido escuchar los comentarios, aunque si ahora que estoy vivo no me importan, ¡que me van a importar! una vez muerto.
Espiritualidad/Iluminación (2 de 2)
Ser espiritual
implica, por tanto, el reconocimiento de que hay una dimensión inmaterial o
trascendente en la vida, que va más allá de lo físico y lo material.
Este es un aspecto
que tengo claro. Sé que soy un punto de luz dentro del Torrente de Luz que es
Dios. Se que soy un alma inmortal viviendo, por un corto espacio de tiempo, una
experiencia dentro de un cuerpo. Llegado a este punto, una pregunta revolotea a
mi alrededor, ¿estoy viviendo con respecto a ese conocimiento teórico? La
respuesta es “no”, porque si viviera de acuerdo a mi propia esencia, es decir,
como un alma inmortal, no tendría que estar planteándome, de manera permanente,
que es la espiritualidad, que es la iluminación, que es lo que tengo que hacer
para llegar a final de mes o porqué mi vecino se comporta de determinada
manera, porque todo estaría bien, todo sería perfecto, ya que todo procede del
Origen que es Dios.
Entre las frases
de Pierre Teilhard de Chardin, que fue un religioso jesuita, paleontólogo y
filósofo francés, que vivió entre los siglos XIX y XX, hay una que se repite, a
diestro y siniestro, y que resume de una manera clara y sencilla la naturaleza
humana: "No somos seres humanos
viviendo una experiencia espiritual, somos seres espirituales atravesando una
experiencia humana".
Ser espiritual implica,
también, buscar un sentido o propósito a la existencia, que nos ayude a
enfrentar los desafíos y las dificultades con esperanza y optimismo.
Durante mucho,
muchísimo, tiempo he estado buscando un propósito a la vida, algo que me
permitiera sentirme satisfecho con mi vida, pero, hasta el presente, no lo he
conseguido en su totalidad, porque siempre le encuentro un “pero” a todo lo que
hago. ¿Tendría que dedicarme a la sanación?, ¿tendría que enseñar el camino a
otros que estén tan perdidos como yo?, ¿tendría que meditar retirado del
mundo?, ¿tendría que escribir para compartir mi experiencia con muchas más
personas? Ahora tengo la respuesta a esas preguntas, si, si he de hacer todo
eso, pero no es suficiente, falta algo.
Y ese algo es
integrar todo el conocimiento teórico en cada una de las células de mi cuerpo,
para pensar y actuar, de manera automática como el ser espiritual que soy.
Resumiéndolo en una sola línea, puede ser tan espiritual cocinar un estofado de
lentejas como meditar. La clave está en la actitud y, sobre todo, en la
presencia. Si el pensamiento y la acción están presentes en la cocina,
cocinando las lentejas, no hay ninguna diferencia con la actitud que se trata
de mantener en la meditación: “Siempre presente”. A fin de cuentas, la
meditación tendría que ser una manera de vivir, no una actividad a la que
dedicar unos minutos al día. Se trata de vivir el presente en los minutos de
meditación y en las horas restantes del día.
Si se vive la vida
en la materia de acuerdo a esa espiritualidad que ya reside en nuestro interior
podremos gritar a los cuatro vientos que estamos viviendo la espiritualidad,
porque habremos conectado con nuestra esencia o naturaleza más profunda. Esa
que nos hace únicos e irrepetibles.
A partir de aquí, debe ser más fácil desarrollar una
actitud de amor, compasión, gratitud y servicio hacia nosotros mismos y hacia
los demás, respetando la diversidad y la dignidad de cada ser vivo, que es la
base de la iluminación, para cultivar una práctica personal que nos permita
expresar y alimentar nuestra espiritualidad, como puede ser la meditación, la
oración, el arte, la música, la naturaleza o cualquier otra actividad, como
cocinar las lentejas, que nos haga sentir plenos y felices.
Aunque muchas
religiones se arrogan la exclusividad de la espiritualidad, esta no es
exclusiva de ninguna religión ni doctrina, sino que es una dimensión humana
universal que puede manifestarse de diferentes formas.
Ser espiritual no
significa renunciar al mundo ni a sus placeres, sino vivirlos con conciencia y
responsabilidad. Ser espiritual tampoco significa ser perfecto ni superior a
los demás, sino ser auténtico y humilde. Ser espiritual es un camino de
crecimiento personal y colectivo, que nos invita a descubrir y compartir lo
mejor de nosotros mismos.
Sin embargo,
descubrí que con ese conocimiento no era suficiente. Saber que la iluminación
es un estado de profunda comprensión, conciencia y paz interior, que lleva a
que la persona trascienda el propio ego y experimente una conexión profunda con
lo divino o lo universal, no era suficiente. Era imprescindible practicar para
llegar a integrar esos términos teóricos en hábitos que movieran mi vida.
Todos los que se
dicen espirituales tienen un gran conocimiento teórico de este tema. Yo sabía
que no eran suficientes las técnicas aprendidas en el centro de yoga, porque no
se trataba de practicar ninguna técnica. Hacía falta algo más, era
imprescindible pasar de la teoría a la práctica, porque “más vale un gramo de práctica que una tonelada de teoría”. Había
leído, hasta entonces, muchos libros sobre espiritualidad y no soy consciente
de haber avanzado mucho, es imprescindible poner en práctica lo aprendido. Necesitaba
encontrar un referente del que aprender a conducirme y un modelo a quien
imitar.
En mi búsqueda, de
un referente, fui descartando a muchos que eran famosos por sus escritos, pero
de los que no conocía como era su comportamiento ante la vida, por lo que se
fue reduciendo la lista hasta dejar a un solo personaje, que es el paradigma
del amor: Jesús de Nazaret: Personaje central del cristianismo, la religión más
extendida del mundo y, la mía por nacimiento. Sus enseñanzas se basan en el
amor a Dios y al prójimo, la justicia, la misericordia y el perdón.
Fue analizando la
vida de Jesús, cuando fui consciente de que alcanzar la iluminación, en esta
vida, para no volver a encarnar, era una quimera. Comprendí que son necesarias
varias vidas para integrar en cada una de las células del cuerpo la energía del
amor. Porque, a fin de cuentas, solo se trata de amar y no amamos mucho, porque
no se ama cuando se juzga, cuando se critica, cuando se pierde la paciencia,
cuando se teme, cuando se siente culpa, cuando la alegría ajena no causa
alegría, cuando se siente rabia, cuando se siente decepción o frustración por
no conseguir un deseo, cuando se siente indiferencia que es opuesta a la
compasión, a la empatía o la solidaridad.
Así que, mucho me temo que, me volveré a encontrar en otra vida con alguno de ustedes que están, ahora leyendo estas líneas.
(Del libro "Dame tu mano, te mostraré la vida" de Alfonso Vallejo Gago)
martes, 24 de octubre de 2023
Espiritualidad/Iluminación (1 de 2)
Recorriendo ese
camino que nos acerca, a todos, a la madurez de la vida, (porque la vida no se
detiene), comencé, de manera inconsciente, un tránsito desde la religiosidad a
la espiritualidad, desde la teatralidad externa hacia la paz interior, tratando
de liberarme de la culpa que genera el pecado para vivir en libertad.
A pesar de nacer
en el seno de una familia católica, cuando pude tomar decisiones por mi cuenta,
dejé de cumplir algunos de los preceptos de mi religión. Eso no quiere decir
que no fuera admirador, amante y temeroso de Dios. Lo era. Pero no lo era tanto
de sus representantes. Siempre me han parecido más seguidores de Caifás que del
mismo Dios, predicando una cosa y haciendo lo contrario.
Agobiado y
estresado por un trabajo muy demandante me inscribí en un centro de yoga, con
el único objetivo de aliviar mi estrés y aprender alguna técnica que me
permitiera adquirir algún tipo de dominio sobre mi mente.
Allí fue donde
comencé a escuchar el termino espiritualidad, disociado de la religión y con
una definición propia y diferente de lo religioso. Y asociado a la
espiritualidad descubrí un nuevo concepto, el de iluminación espiritual.
Con mi escaso
conocimiento del tema comencé a pensar que yo quería alcanzar la iluminación,
porque creía, y sigo creyendo, que quien alcanza la iluminación ya no vuelve a
encarnar más en la materia por haber finalizado su aprendizaje en la Tierra. La
vida siempre me ha parecido un poco monótona, con algunos picos, (pocos), de
éxtasis, y algunos valles, (muchos más), de sufrimiento e, incluso, de
sufrimiento intenso.
Con el paso de los
años, comencé a ser consciente de que no solo los representantes de las
iglesias se comportaban como Caifás, sino que muchos representantes de la
espiritualidad también. Por lo tanto, necesitaba un conocimiento, mucho más
profundo, de lo que significaba ser espiritual y alcanzar la iluminación, del
que tenía hasta entonces. En realidad, lo que necesitaba era práctica y un
modelo creíble al que seguir.
Aprendí, de una
manera teórica, que ser espiritual es una forma de vivir y de relacionarse con
uno mismo, con los demás y con el mundo y que, no hay una única definición de
lo que significa ser espiritual, ya que depende de las creencias, valores y
experiencias de cada persona.
(Del libro "Dame tu mano, te mostraré la vida" de Alfonso Vallejo Gago)
lunes, 19 de junio de 2023
Cuando me amé de verdad
De Kim McMille
"Cuando me amé de verdad
comprendí que, en cualquier circunstancia,
yo estaba en el lugar correcto, en la hora correcta,
y en el momento exacto, y entonces, pude relajarme.
Hoy sé que eso tiene un nombre… Autoestima
Cuando me amé de verdad,
pude percibir que mi angustia,
y mi sufrimiento emocional, no es sino una señal
de que voy contra mis propias verdades.
Hoy sé que eso es… Autenticidad
Cuando me amé de verdad,
dejé de desear que mi vida fuera diferente,
y comencé a aceptar todo lo que acontece,
y que contribuye a mi crecimiento.
Hoy eso se llama… Madurez
Cuando me amé de verdad,
comencé a percibir que es ofensivo tratar de forzar alguna situación, o persona,
sólo para realizar aquello que deseo, aun sabiendo que no es el momento,
o la persona no está preparada, inclusive yo mismo.
Hoy sé que el nombre de eso es… Respeto
Cuando me amé de verdad,
comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable:
personas, situaciones y cualquier cosa
que me empujara hacia abajo.
De inicio mi razón llamó a esa actitud egoísmo.
Hoy se llama… Amor Propio
Cuando me amé de verdad,
dejé de temer al tiempo libre
y desistí de hacer grandes planes,
abandoné los mega-proyectos de futuro.
Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta,
cuando quiero, y a mi propio ritmo.
Hoy sé que eso es… Simplicidad y Sencillez
Cuando me amé de verdad,
desistí de querer tener siempre la razón,
y así erré menos veces.
Hoy descubrí que eso es… Humildad
Cuando me amé de verdad,
desistí de quedarme reviviendo el pasado,
y preocupándome por el futuro.
Ahora, me mantengo en el presente,
que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez.
Y eso se llama… Plenitud
Cuando me amé de verdad,
percibí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme.
Pero cuando la coloco al servicio de mi corazón,
ella tiene una gran y valioso aliado.
Todo eso es… Saber Vivir
No debemos tener miedo de cuestionarnos,
de hecho, hasta los planetas chocan,
y del caos suelen nacer la mayoría de las estrellas."
sábado, 20 de mayo de 2023
Un nuevo y, a la vez, viejo paradigma
Viernes 19 de mayo 2023
Me
he pasado la vida persiguiendo sueños ficticios, obsesionado por cumplir los
deseos que le dieran satisfacción a mi ego, tratando de conseguir objetivos
imposibles, para llegar a cruzar una meta inalcanzable. Meta que, ahora sé,
solo era un espejismo tan engañoso como los sueños.
Sin
embargo, por diversas circunstancias de la misma vida, esa vida que transcurre
a mi alrededor, sin ser muy consciente de ella, por encontrarme ocupado en la
persecución de los sueños, ha desaparecido el piso sobre el que corría hacia la
nada, incentivado por la creencia de una misión ilusoria.
De
la noche a la mañana me quedé sin tiempo para las cuestiones espirituales, que
pensaba eran la razón más importante de mi vida, y tuve que dedicarme a
cuestiones materiales, como son el realizar, a tiempo completo, todas las
tareas de la casa. Es como si estuviera en una nueva línea de salida.
Desconcertado,
sin piso sobre el que mantenerme, mirando a derecha e izquierda, sin entender
nada, tratando de encontrar una respuesta que, como es lógico, no ha llegado,
he hecho lo único que se me ha ocurrido: He mirado hacia dentro.
Sábado 20 de mayo 2023
Al
principio todo era oscuridad y silencio, sin embargo, poco a poco, la oscuridad
comenzó a clarear y el silencio fue como una invitación para iniciar un
diálogo.
-
Todo comenzó con un-
¿Por qué?
- Y desde esa parte de
mi mente, esa que, de vez en cuando, parece conocer una verdad diferente disintiendo
de la otra parte, donde reside el miedo, la duda, la soberbia o las creencias
erróneas, contestó al agónico porqué- Tú te crees que la vida es una autopista
que te va a llevar a Dios realizando las tareas que tú mismo te has asignado y
no es así.
-
Y ¿cómo es entonces?, -pregunté
sorprendido
- Para cada persona es
diferente, pero todos tenéis algo en común: Sois seres espirituales habitando
un cuerpo y todo el trabajo se ha de hacer desde el cuerpo.
>> Es
posible que tu etapa de sanador esté finalizando o necesite un cambio. En el
último año, tú mismo lo has pensado más de una vez, pero no te has atrevido ni
a dejarlo, ni a reducirlo, ni a realizar ninguna variación. Parece que la vida
se ha encargado de hacerlo obligándote a realizar todas las tareas de la casa,
incluida la atención a tu hijo.
- No
terminaba de estar de acuerdo con las respuestas que yo mismo me estaba dando,
-Pero antes de esto ya hacía una buena parte del trabajo de la casa.
-
Es
cierto, pero en tu fuero interno considerabas que no era esa tu función y que lo
que estabas haciendo era ayudar en la casa. Incluso, en algunas ocasiones,
sobre todo los días que tenías más terapias, renegabas, en tu interior, por
tener que planchar o cocinar o ir al super.
>> Tú sabes, porque, además, lo predicas, que la familia es una unidad integral, por lo tanto, no hay tareas específicas del hombre o de la mujer. Todo es de los dos y, tienes que realizar, con la misma alegría una terapia que cocinar una tortilla de patatas.
>> Tienes
muchas ganas de terminar tu andadura en la materia, pero, también, sabes, que
eso no sucederá mientras no ames todo y a todos, de manera incondicional. O ¿acaso
creías que meditando cuatro horas al día y realizando varias terapias ya lo
tenias todo hecho? No. No funciona así. Puedes no realizar terapias, ni
meditar, ni orar y, sin embargo, no volver a encarnar, si todo lo que haces, lo
haces con amor.
>>
Recuerda las palabras de San Agustín: “Ama y haz lo que quieras. Si callas,
callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con
amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti,
ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos”.
>> Por lo tanto, plancha con amor, limpia con amor, cocina con amor. ¿Lo tienes claro?
-
Si.
viernes, 7 de abril de 2023
Jueves Santo
Jueves 6 de abril 2023
Hoy
es Jueves Santo, festividad católico-cristiana, que conmemora la última cena
que realizó Jesús con sus discípulos, según cuentan diferentes escritos y, cada
Jueves Santo, la iglesia católica quiere que recordemos la experiencia del amor
fraterno que Jesús quiso expresar en el gesto del lavatorio de los pies, que es
expresión del amor hecho servicio.
Parece
un buen día para reflexionar, y mi cerebro, desde primera hora de la mañana, lo
ha sentido y ha comenzado con preguntas, un poco etéreas, ya que la respuesta a
la pregunta que ha comenzado a hacer, con más insistencia, parece difícil de
contestar.
La
pregunta es: ¿Cuánto habré crecido a lo largo y ancho de mi vida? Y este crecimiento no se refiere al cuerpo
físico, ya que por lo que respecta al cuerpo estoy bastante crecidito. Se
refiere a mi sabiduría. Ella es la que tiene que crecer.
La
respuesta de cuanto he crecido no es tan clara como decir que dos más dos son
cuatro. Es algo más complicado y, para tratar de acercarme a la respuesta, he
partido de la idea del amor hecho servicio. Es decir, ¿hasta donde llega mi
capacidad de servir?
Aunque
antes de analizar la evolución de mi vida como servicio creo que sería bueno
saber cual es mi punto de partida o, lo que es lo mismo, saber desde que nivel
de sabiduría he comenzado la andadura de mi vida.
Tengo
muy claro que todo es cuestión de creencias. Lo que yo creo es verdad para mí,
así como lo que tú crees es verdad para ti. Y cada uno, tú y yo, nos vamos a
mover por la vida en función de esas verdades que, por supuesto, no van a ser
iguales, incluso, pueden ser opuestas, (aunque por eso no tenemos que
pelearnos. Tenemos que respetarnos).
La
misma sabiduría es, no solo, la aceptación de determinadas verdades, sino la
actuación y el comportamiento, de manera coherente, en consonancia con dichas
verdades. Es decir, pensar, hablar y actuar de manera congruente. O, lo que es
lo mismo, se trata de actuar según lo que se habla y de hablar según lo que se
piensa.
Por lo tanto, pienso que, si analizo cada una
de mis creencias, sobre la vida, sobre Dios, sobre la muerte, sobre el amor,
sobre la Creación, entre otras, podré saber cuánto ha sido mi crecimiento.
Siempre
me ha parecido que la vida y Dios son dos conceptos que parecen estar muy
unidos. Lo pensaba en mi adolescencia y, lo sigo pensando ahora: “Si somos
hijos de Dios y estamos en la vida, seguro que algo tiene que ver Dios con
nuestra vida”. Hoy creo que son indisolubles.
La
pregunta que siempre me he hecho es si he nacido para hacer algo concreto, si
tengo o, mejor, si cada uno de los seres humanos, tenemos una misión
determinada que realizar en la vida. La respuesta a esta pregunta ha sido muy
cambiante. Demasiado cambiante. Tanto que no me ha ido danto tiempo para ir
asimilando las distintas creencias que han ido apareciendo en relación a la
vida.
La
primera creencia sobre la vida fue, totalmente, material, porque espiritualidad
me enseñaron poca. Todo lo que hicieron mis enseñantes, sobre todo en el
colegio, que era muy católico, con una gran influencia religiosa, fue
aterrorizarme. Y huyendo de ese terror me volqué en la vida física. Entonces creía
que, si no pensaba en una cosa, para mí no existía. Y aunque no sabía muy bien
de donde procedía ese pensamiento, resulta que es coincidente con mi creencia
actual sobre la vida: Yo puedo crear mi propia realidad.
Pero
mejor sigo la secuencia, sin adelantar acontecimientos. Nací en una cuna
católica, y eso marca mucho. Me enseñaron que Dios, es nuestro Padre que está
en los cielos, que nos ama mucho, gracias a lo cual perdona nuestros pecados,
si nos arrepentimos de ellos, pero que si morimos en pecado íbamos de cabeza al
infierno. Teniendo en cuenta lo que contaban, entonces, del infierno, pensaba
que “mucho amor no parecía tenernos nuestro Creador, cuando nos enviaba al
fuego eterno, porque ¿qué padre, por mucho malo que hayas hecho, te castiga de
manera tan terrible?
Para
alejarme de tanto terror me olvidé del Dios que me estaban enseñando y me creé
un Dios a mi conveniencia, pero eso hizo que se acabara mi religiosidad, antes
de empezar, y comenzara a practicar una espiritualidad creada a la conveniencia
de mis creencias.
Tengo
que dejarlo aquí. Es muy tarde. Mañana sigo.
lunes, 20 de marzo de 2023
Desamor y ruptura
Y así, un día, sin ser
muy conscientes, dejan de revolotear las mariposas. Es el proceso normal,
porque la fase del enamoramiento no dura eternamente. Puede durar un mes, 6
meses, un año o dos. Pero no suele ir más allá.
A partir de entonces
y, de manera progresiva, las mariposas en el estómago tienen que dar paso a un
amor sereno o, mejor, a un apego duradero, en el que debería de primar el
respeto, la confianza, el diálogo, la tolerancia, la ayuda mutua, el trabajo
conjunto para alcanzar las prioridades propuestas, la lucha por la igualdad entre
los dos miembros de la pareja y, otros muchos aspectos necesarios, para que la
pequeña sociedad, que han formado, funcione basándose en el lema de lo que se
supone que les une: “el amor”. Si realmente aman ya saben, porque es un dictado
de su corazón, que “su único objetivo es conseguir la felicidad del ser amado”.
Aunque parezca un
objetivo muy ambicioso y, por lo tanto, difícil de alcanzar, hay muchas parejas
que lo consiguen, pero, hay otras que no.
Las razones por las
que existen parejas que no consiguen llevar a buen termino su relación, son tantas
como personas involucradas en las desuniones. Las más visibles son: infidelidad,
tener prioridades distintas, comprobar que no se cumplen sus expectativas,
falta de comunicación, dificultades económicas, en fin, podría llegar al infinito.
Todas ellas solo
tienen una causa común: La falta de amor.
Pero no nos quedemos
en las causas del resquebrajamiento de la pareja. Vayamos un poco más allá,
vayamos a la separación.
Existen separaciones
modélicas que se realizan, bien sea por ellos mismos o por los hijos que tienen
en común, con respeto, con cariño, ¿por qué no?, si han convivido una serie de
años juntos e, incluso, con generosidad. Es más fácil, en estos casos, para
ellos, aliviar el trauma que supone una separación.
Aunque no todas las
separaciones son así. Hay separaciones muy complicadas, porque uno de los miembros
de la pareja no la acepta. Y, ante los hechos consumados, sufre un día tras
otro, un mes tras otro, un año tras otro. Sufre demasiado tiempo porque en su
mente revive una y otra vez la angustiosa situación y eso es como estar separándose
cada día.
Si nos salimos del cuerpo
y, miramos en perspectiva desde los ojos del alma, puede ayudar el saber que
venimos a la vida con un plan establecido en el que se contempla, (que nadie
dude de esto), la ruptura que se acaba de vivir.
Si en la hoja de ruta,
de la vida en la Tierra, aparece contemplada la separación, ¿para qué,
entonces, la unión? Todos los encuentros, todas las uniones, todas las
interacciones tienen como objetivo aprender, enseñar, pagar alguna deuda,
recibir un pago o acompañar en un tramo del camino.
Si todo en la vida de
la materia está en continuo cambio, ¿por qué va a permanecer inalterable, en el
tiempo, una relación?
Dejando el alma y volviendo
a mirar desde los ojos del cuerpo, se puede pensar: Si la otra parte se ha ido
es porque no quería estar, ¿por qué obligarla?, mejor que se vaya. Si se ha
enamorado de otra persona, es que no amaba con quien estaba, mejor que se vaya.
Si sus intereses son distintos, mejor que se vaya. Si no hablaba, si no
respetaba, si era intolerante o irritable, mejor que se vaya.
La persona abandonada, (porque así es como se siente), puede estar segura al 100% de que existe un ser en el mundo que la amará de manera incondicional, No, no es su hijo, ni sus padres, ni otra persona. Es ella misma. Cuando esa persona se ame a sí misma, se habrá terminado el conflicto y le dará igual permanecer sola o tener otra pareja, porque no va a tener ninguna expectativa en relación con la nueva persona, solo la amará, sin esperar recibir amor.
viernes, 17 de marzo de 2023
Sólo léelo
Vivimos
en un mundo de fantasía, queremos dos o tres casas, nos gustaría amasar mucho
dinero y tener un coche de lujo, o dos, o tres. La belleza física es un merito
importante, ya que hemos limitado y reducido nuestra existencia al plano físico. Tiene más mérito darle
patadas a una pelota que escribir un libro. Nos falta carácter, voluntad y
compromiso. A menudo decimos cosas que no son ciertas, y las decimos
sinceramente. Estamos destrozando el planeta. El hombre explota a la mujer, el
empresario al obrero, la religión explota a sus seguidores, el político a los
suyos y los bancos a todos. Matamos por poder, matamos por dinero, matamos en
nombre de Dios.
¿Hasta
cuándo?, ¿Cuándo seremos conscientes de
nuestra ceguera, que nos impide ver la presencia de Dios en nosotros, y en
todas las cosas?, ¿Cuándo dejaremos de ser una parodia de nosotros mismos?,
¿Cuándo podremos experimentar el ser queridos, respetados y comprendidos, sólo
por el hecho de ser seres humanos, con independencia de si se es joven o viejo,
hombre o mujer, blanco o negro, cristiano o musulmán?, ¿Cuándo empezaremos a
amarnos y a valorarnos a nosotros mismos?, ¿Cuándo dejaremos de pensar en
nuestro futuro, para ser conscientes de que nuestro futuro es ahora?
Y
¿Si lo hiciéramos ahora? Ahora es un buen momento para empezar a tener control
sobre nosotros mismos, sin dejarnos manipular por nuestra mente, o por los
políticos, o por las religiones, o por la cultura del dinero. Ahora es buen
momento para no idealizar a nadie más que a uno mismo. Ahora es buen momento
para fortalecer nuestra voluntad y nuestro carácter. Ahora es buen momento para
empezar a ver a todos como hermanos, y sentir su sufrimiento como propio.
Si hacemos eso, terminaremos con las desgracias
colectivas de la humanidad, como el hambre, la falta de vivienda, la violación,
la guerra, el racismo, la discriminación y la contaminación ambiental. Porque
nada será mío o tuyo, todo será de los dos, todo será de todos.
Y así será cuando alcances a entender que no eres
un cuerpo independiente separado de todo, porque eres energía interconectada
con todo y con todos, así será cuando entiendas que no tienes que preocuparte
por el futuro, porque el futuro no existe, es ahora; así será cuando sepas que
no tienes que buscar a Dios, porque somos Dios, porque cada átomo de nuestro
cuerpo físico y energético es Dios. No vale que lo leas, no vale que no
discutas, no vale que realices cursos, solo valdrá cuando lo integres
completamente en ti, cuando sea una creencia mucho más clara que la creencia de
que eres hombre o mujer.
¿Cuándo sabrás que está integrado? Cuando no te
importe la crítica de los que todavía viven en la prehistoria. Cuando tu vida
sea una vida de ayuda, de servicio, de compromiso. Cuando vivas en el corazón,
para tocar con tu energía al corazón de los otros. Cuando sientas que tu vida
es plena, es satisfacción, es alegría, es felicidad. Cuando no desees nada,
porque sabes que lo tienes todo. Cuando sientas Amor por cada persona, por cada
planta, por cada animal, cuando sientas Amor por todo.
Puedes permanecer anclado/a en tu actualidad de
miedos, de envidias, de rencores, de críticas; o dar un paso de gigante y vivir
en la gracia, en el conocimiento y el Amor. Esta en tu mano.