El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 11 de mayo de 2018

La pareja y el amor


Creen los seres humanos que el amor es un sentimiento, y lo buscan casi con desesperación en cada esquina, esperando que aparezca su alma gemela, porque le han llenado la cabeza de historias de que si consigue encontrar a su alma gemela será una locura de amor. Pero la realidad, es que no existen las almas gemelas, tal como quiere hacer creer la sociedad, esa sociedad sin entrañas, que nos hace llevar a pensar que el amor no se activa hasta que aparezca otra persona que haga temblar los sentimientos.

Eso que hace temblar los sentimientos, esas maripositas en el estómago, o perder de vista el mundo ante la visión de la “persona amada”, no es Amor.

Reflexionen por un momento: ¿Alguien ha escuchado decir a una mamá que siente maripositas en el estómago ante la presencia de su bebé de días, semanas o pocos meses? Y lo que siente la mamá por su bebé, sí es Amor, Amor incondicional. Si acaso, lo que siente, es una especie de expansión en su pecho, provocada por la gran energía de amor acumulada en su chakra cardiaco, chakra que es la sede del Amor y de la ternura. Y esa expansión del chakra cardiaco lo único que puede producir es que se humedezcan sus ojos, a la vez que siente paz, alegría y felicidad, pero no va a sentir mariposear su estómago. Las mariposas en el estómago son la manifestación de neuronas intestinales estimuladas por neurotransmisores que se liberan en el abdomen por un estímulo externo que, aunque grato, pone al cuerpo en alerta. El enamoramiento no es más que un pensamiento, un pensamiento agradable, pero pensamiento, a fin de cuentas. Y esa forma de pensamiento, que es energía, hace que el cerebro produzca adrenalina, la cual genera esa sensación en el estómago.

La adrenalina o epinefrina es una hormona vasoactiva secretada por las glándulas suprarrenales bajo situaciones de alerta o emergencia.  Es como el miedo. Así que cuando se dice que se está enamorado, y que se sienten mariposas en el estómago, solo es un pensamiento que genera adrenalina, que es lo más alejado al Amor.

En realidad, lo que está ocurriendo es que se activando un nuevo capítulo del Plan de Vida de un grupo de personas, capitulo que se inicia con el encuentro entre dos almas, para tratar de llevar a buen término un buen número de acciones relacionadas con el Karma de todos los implicados, que son muchos, no solamente de los dos “enamorados”.

Para que ese encuentro llegue a más, los seres humanos se han dado una serie de herramientas para que se activen los mecanismos de atracción. Esos mecanismos son sensaciones, como la de sentir que se conoce a la persona desde siempre, (es normal, tienen una relación posiblemente de muchas vidas), la sensación de perderse en la inmensidad de la mirada de su pareja, o la de apreciar como extraordinarias ciertas cualidades físicas, mentales o espirituales.

El Amor es inherente a la persona, es una energía que se encuentra en el cuerpo energético del ser humano y no se puede dar si no se atesora con anterioridad. Es como el dinero, si no se tiene nada no se puede comprar ni una barra de pan.

Por lo tanto, lo que sienten los “enamorados” en las primeras fases de la relación no es más que deseo, atracción, admiración y alguna emoción o sensación más, pero no Amor.

Será a partir de ese enamoramiento que los enamorados podrán aprender a amar, a través de la comprensión entre ellos, de la tolerancia, del respeto, de la generosidad, de la ternura, e incluso del mismo deseo.

Pero pocos lo hacen, y al cabo de cierto tiempo, se separan. En algunas ocasiones de mala manera, utilizando incluso a los hijos como arma arrojadiza. Pero con una frase muy común: “Es que se ha acabado el amor, pero queda cariño”.

No, el amor no se ha acabado, y no se ha acabado porque no ha existido nunca y lo que denominan cariño no es más que apego.

No quiere esto decir que las parejas que se forman tengan que vivir eternamente juntas, no, de ninguna manera. Se amen o no, no tienen por qué estar juntos el resto de sus vidas. Las uniones se realizan para aprender, para enseñar, para pagar deudas o para recibir recompensas. Y cuando el trabajo se ha hecho, o ya está claro que no hay posibilidades de hacerlo, y que incluso se está generando más Karma, la pareja se deshace. El alma lo sabe y el corazón actúa, aunque casi siempre lo estropea la mente. Cuando realmente los miembros de una pareja se Aman, también desharán su unión, pero lo harán con Amor, con respeto y con generosidad.

¿Cómo se aprende a Amar? A Amar se aprende Amando, de la misma manera que a cocinar se aprende cocinando.

Una buena escuela para comenzar la práctica del Amor es esa pareja que está formando una familia. Es cierto que no es la única y que posiblemente las haya mejores, pero tiene muchísimos puntos a favor. A favor está que lo primero que conoce el bebé cuando llega a la vida es el amor, ya que ese amor es el eslabón que une al bebé recién nacido con su mamá, el primer eslabón que lo enlaza con la vida. La mamá ama a su bebé porque sí, lo ama por encima de todo, lo ama sin condiciones. No espera de él nada a cambio, y ese amor es lo primero que todos los bebés se encuentran en los primeros meses de vida. Bien es cierto que según va creciendo el bebé, ese Amor incondicional se va convirtiendo en amor humano, pero en lo más íntimo de su ser, el niño que está creciendo, ya tiene algo parecido al Amor que alberga en su alma. Es un buen punto de partida.

Si el bebé permaneciera aislado el resto de su vida, es muy posible que no le abandonara ni la inocencia ni el amor que son las condiciones con las que nace. Pero con el tiempo, y con la educación recibida, el niño comienza a perder la inocencia y a cambiar su Amor incondicional por un amor interesado.

Jesús enseñaba que había que volver a ser niños para la unión con Dios:

-      Mateo 18:3 - En verdad os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
-      Mateo 19:4 - Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como éstos es el reino de los cielos.
-      Juan 3:3 - En verdad, en verdad te digo, que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.

No es la vuelta a la niñez física lo que predicaba Jesús, era la vuelta a los valores de la infancia: la bondad, la inocencia, la compasión y el amor. 

El Amor, el Amor Incondicional ya existe dentro de todos los seres, ya que todos tienen la capacidad de sentir compasión por otro ser humano, solo tienen que abrir un poco más el abanico. Si se siente con uno, se puede sentir por todos, solo hay que ver a los demás como si fueran uno mismo.


Dos personas se conocen, se enamoran hasta el extremo de creerse almas gemelas, comprueban que tienen gustos afines, que comparten las mismas aficiones, que les apasionan los mismos temas y que le temen a lo mismo. Y por supuesto que, si en algo no coinciden, entonces dicen que son complementarios. El caso es que ven la vida de color de rosa, viven con una sonrisa permanente en su cara, y asumen, sin ningún género de duda, que todo está bien y todo es perfecto en su otra mitad.

Posiblemente sea, si no el mejor, sí uno de los mejores estados emocionales de los seres humanos en su deambular por la materia.

Ante tal cúmulo de coincidencias en sus sentimientos, y teniendo claro lo difícil que les es vivir separados, deciden dar uno de los pasos más importantes que se pueden dar en la vida, se van a vivir juntos, con o sin papeles, no importa. Lo importante es estar juntos, verse cada día, amarse en la distancia corta.

Hasta aquí todo es perfecto. Solo están cumpliendo uno de los apartados de su Plan de Vida.

¡Es una lástima que solo sea un pensamiento el que genera esa emoción!, ¡es una lástima que no se mantenga en el tiempo ese pensamiento!, porque al cabo de cierto tiempo aparecen aspectos que en la vorágine del enamoramiento inicial habían pasado por alto y ahora empiezan a hacer mella, hasta el punto de que el pensamiento de amor comienza a ser sustituido por otros pensamientos que ya no generan la misma emoción, sino una sensación de fastidio, que se va tornando en molestia, para convertirse finalmente en hartazgo, en cansancio, en aburrimiento y, en casos más dramáticos, en odio.

La pareja, que es una gran escuela para aprender realmente a Amar, para aprender a desarrollar la paciencia, la tolerancia, la generosidad y el respeto, se convierte en un campo de batalla, en el que se utilizan toda clase de armas arrojadizas, incluso a veces, desgraciadamente, los propios hijos.

¿Qué pasó con el alma gemela?, ¿se equivocaron en su apreciación o no era tal?, ¿dónde quedaron los gustos y las aficiones afines?, ¿adónde se fue el ser complementarios?

Es posible que en ese “desamor humano” también se esté manifestando su Plan de Vida, es posible que su unión sea temporal para aprender algo que la otra parte puede enseñar, o para pagar alguna deuda Kármica, o para recibir algo que le deben. El problema está en que les está faltando algo que nunca sintieron: Amor. Porque practicaron el amor, pero no practicaron el respeto. Porque se unieron para recibir el uno del otro, pero no para ser generosos y darse el uno al otro.

Todo esto unido a la sinrazón de la sociedad o al engaño de las religiones, que son coincidentes en que dos personas que forman una pareja han de permanecer unidos mientras dure la vida.

¡Qué locura!, ¡así le va al género humano!

Habrá parejas que hayan establecido, antes de venir a la materia, que van a permanecer unidas de por vida, pero las habrá que no. Y como eso no se sabe de antemano, sería bueno que en el desamor cada miembro de la pareja se colocara en los zapatos de la otra parte, para explicar lo que necesitan escuchar, para tratarla como la gustaría ser tratada, para darse en el desamor con la misma intensidad que en el amor.

El fallo radica en que los seres humanos se creen incompletos y por lo tanto piensan que necesitan esa otra mitad para ser felices y completos. Pero no. Los seres humanos ya son “completos”, ya son perfectos tal como son, ni les sobra ni les falta nada, por lo que buscar complementarse con otro ser humano es abocarse al fracaso.


Y cuando se forme una pareja tiene que cambiar el objetivo actual: que lo único que desee cada miembro de la pareja sea conseguir la felicidad del otro, no la propia. Se supone que la propia ya la tiene, ya que si no la tiene va a ser una relación complicada.

Es tal la fuerza del pensamiento de que una pareja ha de permanecer unida de por vida, que a los miembros que componen las parejas les falta valor para dar el paso de la separación, y necesitan, en un alto porcentaje, un apoyo para llevar a cabo la ruptura.

Por norma general ese apoyo suele ser un nuevo amor.

Los miembros de una pareja que no funciona están ávidos de amor y de comprensión, y son muy vulnerables a un nuevo amor. Aunque no exista como tal, estamos hablando de amor humano, nada que ver con el verdadero Amor, pero como es el que entienden los hombres, sigamos con él.

Para que un vehículo pueda estacionar es necesario que tenga un espacio. Nos vale la alegoría para comparar el espacio para estacionar en un corazón vacío de amor. Es un corazón con espacio, por lo que es muy fácil que sea ocupado con algo parecido al amor que llegue de afuera.

Por supuesto que ese nuevo amor está contemplado en el Plan de Vida, y está contemplado como un encuentro entre dos personas para realizar algún trabajo determinado, trabajo que puede durar una semana o una vida. 

Permítanme un inciso. La ruptura de una pareja no genera ningún Karma si esa separación se ha basado en el respeto, en la comprensión y en la generosidad. Pero el nacimiento de un nuevo amor, mientras aún se mantiene la pareja si genera Karma, por la sencilla razón de que se ha incumplido la palabra dada.
Porque la palabra es ley.

La palabra genera Karma, de la misma manera que lo generan el pensamiento y las acciones.

En el caso de que no se haya cambiado la palabra dada a la pareja de serle fiel hasta la muerte y de permanecer juntos en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en las alegrías y en las penas. 

No importa que esa palabra fuera dada en un rito perteneciente a una religión, sabiendo que ninguna religión enseña la Verdad, que solo enseñan medias verdades interesadas. No importa que la relación fuera un desastre, no importa que no existiera el amor. La palabra estaba dada, y las palabras deben de cumplirse. Y no es que tengan que cumplirse por el rito, tienen que cumplirse por la palabra en sí misma. Las parejas que se establecen sin ningún tipo de rito se encuentran obligadas de la misma manera, a no ser que en su palabra pactada existiera algún acuerdo parecido a “vamos a permanecer juntos hasta que uno de los dos se canse o se enamore de otra persona”.


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