El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 19 de mayo de 2015

Abuelito ¿Qué es la muerte?


-          “Abuelito, ¿Qué es la muerte?”, le preguntaba un niño a su abuelo.
-          “La muerte sólo es un cambio de conciencia hijo mío”, le dijo su abuelo.
-          “No lo entiendo abuelo. ¿Qué eso del cambio de conciencia?”, volvió a preguntar el nieto.
-          “A ver si lo entiendes así: Cuando estás en el cuarto de los juguetes no sabes que está pasando en tu colegio, ¿Verdad?” le explicó su abuelo.
-          “Si es verdad, no puedo saber lo que pasa en el colegio porque no estoy allí” contestó el niño.
-          “Pues eso”, siguió su abuelo, “Saber que pasa, es tener conciencia. Sabes lo que pasa en el cuarto de juguetes porque estás en él, que es lo mismo que decir que tienes conciencia de lo que pasa en el cuarto de juguetes, y no sabes lo que pasa en el colegio porque no estás, que es lo mismo que decir que no tienes conciencia de lo que ocurre en el colegio. ¿Lo entiendes ahora?”, terminó el abuelo.
-          “Si abuelo. Ahora tengo conciencia de que estamos juntos, pero no tengo conciencia de lo que hace la abuela donde esté”, dijo el nieto.
-          “Muy bien, correcto”, sonrió el abuelo. “Dime ahora: ¿Qué pasa cuando duermes?, ¿De qué eres consciente?, volvió a preguntar el abuelo.
-          “Pues….., de nada, no soy consciente de nada, porque estoy durmiendo que es como si no estuviera”, razonó el nieto.
-          “Y, sin embargo, en la mañana, te despiertas y vuelves a ser consciente de lo que pasa en tu habitación. Eres consciente de que es de día, de que el sol pasa por tu ventana y de que oyes a tu mamá diciéndote que te levantes que se hace tarde, ¿No es así?, le dijo el abuelo.
-          “Si, así es”, contestó el niño, sin saber muy bien para qué la historia del dormir.
-          “Cuando duermes”, siguió el abuelo, “No eres consciente de lo que pasa en la habitación porque no estás, porque estás en otro sitio”, concluyó el abuelo.
-          “Si que estoy, estoy durmiendo. Además ¿Por qué no soy consciente de ese otro sitio?”, preguntó el niño.
-          “Espera, vamos a tratar de centrarnos. Dime ¿Con que ves?” preguntó el abuelo.
-          “Con los ojos”, contestó el niño.
-          “Y ¿Con qué oyes?”, siguió preguntando el abuelo.
-          “Con los oídos”, volvió a contestar el niño.
-          “¿Sabes con que eres consciente?”, preguntó el abuelo.
-          “No”, negó el nieto.
-          “Eres consciente con la conciencia”, sentenció el abuelo.
-          “Uf, y ¿Qué es la conciencia?”, el nieto parecía perdido.
 
 
-          “La conciencia es lo que tu eres hijo mío. Lo que tú crees que eres, es tu conciencia. Si eres chico a chica, si eres alto o bajo, si eres bueno o no tan bueno, si algo te gusta o te desagrada, lo que te pone triste o alegre. Cualquier cosa que sepas o creas de ti, es tu conciencia. Y esa conciencia es el conjunto de lo que ves, de lo que oyes, de lo que tocas, de lo que saboreas, de lo que piensas y de lo que sientes. Todo en conjunto es tu conciencia. Es como las piezas de un rompecabezas, todas juntas forman la figura. ¿Lo has entendido?”, preguntó el abuelo.
-          “Creo que sí”, contestó el niño no demasiado convencido.
-          “La conciencia es algo que va creciendo en nosotros. De bebés no tenemos conciencia. Vemos, oímos, nos movemos, lloramos si nos duele algo, pero no sabemos que vemos, ni que oímos, ni que nos duele, ni quiénes somos. Vamos teniendo conciencia según vamos creciendo. Hasta ser como tú”, explicó el abuelo.
-          “Ah, entiendo” dijo el nieto.
-          “Volviendo al sueño. Cuando dormimos no sabemos donde hemos estado porque nuestra conciencia está en ese otro sitio. Es como si tuviéramos una conciencia para cuando estamos despiertos y otra conciencia para cuando estamos dormidos. Por eso no nos acordamos con la conciencia de estar despierto de lo que hemos hecho con la conciencia de dormir”, dijo el abuelo.
-          “Ahhh”, suspiró el nieto.
-          “Cuando dormimos, tenemos la conciencia de dormir, que esta en otro lugar, pero sea cual sea el lugar no nos vamos a acordar al despertar, porque lo hacemos con la otra conciencia, con la conciencia de estar despiertos. Pues morirse es como dormir, pero con dos diferencias: Una, que si que vamos a ser conscientes de eso que parece un largo sueño, y dos, que no vamos a despertar donde siempre, sino que nos quedaremos es ese otro lado siendo conscientes de todo durante un tiempo. Y de la misma manera que en el sueño despertamos en nuestra habitación cuando se ha hecho de día, también despertaremos del sueño de la muerte, un día, pero con otro cuerpo y siendo bebés, y entonces otra vez volveremos a usar como dos conciencias y al despertar en ese otro cuerpo no nos acordaremos de lo que pasó antes con la conciencia del sueño, en nuestro sueño de la muerte. ¿Lo has entendido?”, terminó el abuelo.
-          “Creo que sí. O sea que los bebés han sido otras personas que han muerto y ahora han vuelto”, sentenció el niño, “y seguramente nacemos bebés para no acordarnos de lo que hacíamos al otro lado ¿Verdad?”.
-          “Más o menos” contestó el abuelo.
-          “Te quiero abuelito. Y cuando te vayas al otro lado, aunque sepa que vas a estar bien me va a poner triste no poder verte y abrazarte”, concluyó el nieto.
-          “Yo también te quiero hijo”, dijo el abuelo con lagrimas en los ojos. 

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