El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




jueves, 25 de septiembre de 2014

El avestruz


            Nuestra vida es un conjunto de elecciones. Nosotros elegimos nuestros pensamientos, de la misma manera que elegimos nuestros sentimientos. Nadie crea nuestros pensamientos, lo hacemos nosotros mismos, por lo tanto, teniendo en cuenta que el pensamiento es creador, es con ese pensamiento elegido por nosotros mismos como vamos elaborando nuestra vida. Nuestra vida es nuestra propia elección, y no podemos hacer responsable de ella a nada ni a nadie.
            No vale, por lo tanto, decir que con lo que te han llegado a hacer, o con lo que te ha llegado a suceder, es imposible dejar de pensar en eso, es imposible no darle vueltas, es imposible no atesorar ira en el interior, es imposible no sentir ansiedad. De nada sirve todo eso que te hayan podido hacer, porque al final todo queda reducido a un simple pensamiento, a un pensamiento elegido por ti, que va a ser el responsable de tus sensaciones y de tus emociones.  
Está claro, entonces, que podemos elegir la alegría o la tristeza, podemos elegir la esperanza o la desconfianza, podemos elegir el amor o el miedo, podemos elegir celebrar nuestra vida o llevar una vida miserable, podemos elegir la oscuridad o la luz, podemos elegir el odio o el perdón, podemos elegir la felicidad o la depresión, podemos elegir la paz o la guerra, podemos elegir detener la vida para revivir una y otra vez algún acontecimiento pasado o sencillamente vivir el momento.
 
A pasar que esta teoría es conocida por muchísimas personas, pocas son las que intentan dominar el pensamiento, el resto dejan vagar la mente a su antojo, con el resultado ya conocido. Utilizando el dicho popular, lo que hacen es esconder la cabeza para no percatarse del peligro, como los avestruces. Bueno en realidad solo es un dicho, los avestruces no son tan tontos como los seres humanos, lo que hacen en realidad, cuando localizan un foco de peligro, es lo contrario, es agacharse, ya que al tener el cuello tan alto serían fácilmente localizables y su objetivo es totalmente lo contrario. Colocan la cabeza pegada a la tierra reduciendo así su altura considerablemente, pero no la introducen debajo de ella. La única explicación de que el avestruz “esconda” su cabeza en la tierra se basa en la excavación de agujeros para introducir sus huevos.
Si el avestruz escondiera la cabeza sin ser consciente del peligro: “ojos que no ven corazón que no siente”, hace tiempo que se habría extinguido. Los seres humanos, sin embargo, a pesar de conocer que mantener un proceso de pensamiento erróneo y negativo es nocivo para su salud emocional, y a la larga física, siguen manteniéndolo. La voluntad en los seres humanos es una de las carencias más acusadas. Prefieren acudir a los médicos a paliar los efectos, que trabajar, con un poco de voluntad, para eliminar las causas.
Negarse, por cobardía o por falta de voluntad a reconocer la verdad, a aceptar los hechos, por negativos o adversos que sean, lleva a los seres humanos al desastre.  Cuando es imprescindible para sanar sus vidas la conciencia de lo que son y de donde están, aceptar la situación, admitir lo que de negativo tienen sus pensamientos, y llegar a comprender que pueden intervenir para invertir su situación es siempre el primer paso, paso imprescindible, para trabajar y conseguir lo que realmente todos buscamos: La felicidad.
 

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