El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




sábado, 9 de agosto de 2014

El futuro son los niños


            Sabemos que cada pensamiento es energía, cada pensamiento es una forma de energía. Cuando un pensamiento es repetitivo, es tanta la energía que se va generando que esa forma de energía crece tanto que se genera lo que se denomina una entidad de pensamiento. La entidad de pensamiento llega a tener conciencia propia, es decir, que quiere vivir, descargándose en el cerebro de la persona para expresarse, casi de manera permanente. Cuando dos, tres, cien, mil, un millón o mil millones de personas tienen los mismos pensamientos, se genera lo que podríamos denominar el pensamiento social. Es decir, un pensamiento que es común a casi la totalidad de los miembros que componen dicha sociedad, porque no hemos de olvidar que cada sociedad esta formada por los miembros que conviven en dicha sociedad, que puede ser una comunidad, un pueblo, una ciudad, un país o, incluso un continente.
            De tal manera que cada sociedad, tiene sus “tics” determinados, sus costumbres, sus comportamientos y su idiosincrasia. Sin embargo, aunque cada sociedad tiene unas particularidades que la definen, hay algo que caracteriza, hoy día, a todas las sociedades, sean del norte o del sur, sean de oriente u occidente, sean ricas o pobres, sean del primer o del tercer mundo; y es su carencia de valores  y su materialismo. No hay ninguna sociedad en la que prime la igualdad, el amor, la ayuda o el servicio.
            Pues esa es la sociedad que dejamos cada vez que nos vamos de la vida. Pero, desgraciadamente, es también la sociedad que nos encontramos en nuestro retorno a la Tierra.
           

          No ayuda para nada la sociedad al ser humano en cada retorno de este a la materia, Antes bien, es un hándicap, ya que el ser humano que se separa del pensamiento social, y obviando los valores de la sociedad se dedica a buscar en su interior y se dedica al servicio, o está loco, o ha sido engañado, o le han hecho un lavado de cerebro.
            Con este panorama, hay que estar un poco loco para querer encarnar de nuevo, ya que el trabajo a realizar en la materia parece que se vuelve cada vez más difícil.
            Las personas que olvidándose de la sociedad, comienzan un camino distinto, a pesar del qué dirán, no parecen suficientes para que se realice el cambio de pensamiento social. La salvación serían los niños.
            Si todos los que buscamos algo distinto, los que buscamos el amor en nuestro interior, y la alegría, y la paz, y la felicidad, no permitiéramos que contaminaran a nuestros niños, o al menos a los niños con lo que tuviéramos un cierto ascendente, como hijos, sobrinos, nietos, alumnos, estos crecerían con un pensamiento distinto, con unas creencias distintas, con unos valores diferentes. Así, poco a poco, iría cambiando el pensamiento social, y es posible que al cabo de unas cuantas generaciones, en la venida a la Tierra, ya no sería considerado una locura buscar en nuestro interior, la propia sociedad lo propiciaría, y el trabajo de nuestro crecimiento, para alcanzar la tan deseada Iluminación, ya no sería un camino de espinas, sino que sería un camino sembrado de pétalos de flores.
 

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