El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 10 de enero de 2012

Plan de vida

            ¿Cuál es tu plan de vida?, ¿Cuáles tus planes, tus deseos, tus anhelos, tus expectativas?, ¿Has pensado en ello?, ¿Puede ser que tu plan de vida sea mantener el trabajo, o conseguir uno porque estás en el paro; aumentar tu cuenta corriente, o sencillamente llegar a fin de mes; o conseguir una pareja, o que tus hijos estudien para que puedan encontrar un trabajo el día de mañana, o ver crecer sanos a tus nietos, o ver como avanzan las obras de tu ciudad, o…..?, ¿Es algo parecido a eso, o hay algo más?

            Piensa en tu plan de vida por un momento, te dejo con una música suave para que lo pienses.

            ¿Ya lo tienes claro?, ¿Es algo de lo que te presentaba anteriormente, o tienes, además de todo lo anterior, algún otro plan?
            Todos los planes anteriores, son muy loables, y algunos muy necesarios, mejor dicho, imprescindibles, para el mantenimiento del cuerpo y para satisfacer los deseos que va presentando la mente. Pero es muy posible que sea necesario “algo más”.
            Es necesario “algo más” porque los planes para el mantenimiento del cuerpo y la satisfacción de la mente, tienen fecha de caducidad, y son válidos mientras dure el cuerpo, pero, y ¿luego?
            Supongo que crees que eres más que un cuerpo, pero si no lo creyeras, imagínate por un momento que es así, que eres un alma confinada en un cuerpo durante un tiempo determinado, el tiempo de caducidad del cuerpo.
            Sigue imaginando que cuando dejas el cuerpo vas a pasar una revisión de tu vida en la materia, para comprobar cuales han sido los logros que has incorporado a lo que realmente eres, el alma. ¿Cuáles serian las respuestas?, ¿Cuáles serian los méritos?: Haber dejado atrás un trabajo, una cuenta corriente, un buen trabajo para tus hijos. Eso que ha valido en el cuerpo, y que puede haber satisfecho a tu mente, tiene poco valor para el alma. A todo ese trabajo le falta “algo”, y para conseguir ese “algo”, no es necesario sentarse horas y horas a meditar como un Buda, (aunque ayuda mucho), ni renunciar a todos los caprichos del cuerpo. Hay que seguir haciendo “casi” lo mismo, pero con la atención puesta en el corazón, para hacer todo aquello que el corazón vaya dictando, y los dictados del corazón son amor.
            No vale querer a los nietos y criticar al vecino, no vale manifestarse por la igualdad y permitir que alguien paso hambre a tu lado, no vale querer ser un “maestro” y maltratar emocionalmente a los que te rodean, no vale mantener el empleo pisando a los compañeros de mesa, no vale querer que los niños sean ingenieros y gritarles por sus notas, no vale ayudar a los que te agradan e ignorar al resto, porque tú opinas que no se lo merecen.
            Si crees que después del tiempo en el cuerpo hay otro tiempo, aunque ahora no sepamos nada de cómo funciona ese otro tiempo, tu plan de vida ha de ser incrementado con “algo más”, ha de estar bañado en amor. Además, si crees que con la muerte del cuerpo se acaba todo, ¿para que luchar por la consecución de tus deseos?, podrías morir mañana.
            Yo antes decía: “A mí me gusta creer que hay otra vida, la vida verdadera, después de la ilusión de la vida en el cuerpo”. Y ahora digo: “Creo que hay otra vida, la vida verdadera, después de la ilusión de la vida en el cuerpo”.
            Por eso a mis planes, he añadido, hace ya algún tiempo, un plan de vida; que no es suplementario de los que parecen normales, sino que es el verdadero plan, el importante, el auténtico, al que le cuelgan como si fueran orlas, el empleo, el dinero, la vida en el cuerpo.
            Se que no estoy equivocado, pero aunque lo estuviera, está mereciendo la pena trabajar por un Plan de Vida que sigue los dictados del corazón, un Plan de Vida en el que trato de vivir el amor un segundo tras otro, no siempre lo consigo, pero el intento es bueno, porque con el puedo decir a voz en grito: “Soy feliz”

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